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Resurge Teatro de los Andes

La crítica española destaca la presencia del grupo boliviano en el Festival de Teatro de Cádiz

/ 11 de noviembre de 2012 / 04:00

Se enciende una tenue luz; sólo se ve una mesa y sobre ella un cuerpo inmóvil. El actor Gonzalo Callejas se acerca a la cabecera y comienza a devorar la cara del muerto. Así comienza Hamlet de los Andes, un intenso trabajo actoral que hace resurgir al veterano grupo boliviano Teatro de los Andes (1991), tras el desconcierto y reajuste que supuso la marcha de su fundador y director, el argentino César Brie, en 2010. Cuatro intérpretes se multiplican en una quincena de personajes y en las músicas del espectáculo: Lucas Achirico, Alice Guimaraes, el músico Helder Rivera, junto al citado Callejas, que además ha creado la sencilla y poderosa escenografía. Sobre el espacio vacío, una mesa se transforma en puertas abatibles, en tumba, en ring de lucha, fuente de agua; copas y jarras se llenan de guijarros blancos para los brindis; un juego de biombos verticales de tela negra se mueven para iluminar y transformar el fondo y laterales de la escena, en un recurso que ya es seña de identidad del colectivo.

Por primera vez en sus 21 años de trayectoria, el grupo ha invitado a trabajar con él a un dramaturgo y director de escena ajeno al colectivo. Sobre la base de la tragedia shakesperiana, a la par de ideas e improvisaciones del grupo, el joven Diego Aramburo escribió una versión de gran carga poética y de reflexión y juego teatral de la propia experiencia del colectivo; además, entre los temas de la tragedia elige y potencia el dolor y el desquiciamiento de los hijos (Hamlet, Ofelia) por la muerte del padre, y otorga un prisma extraordinario a la agonía y locura de Ofelia.

Alice Guimaraes hace varios personajes, pero mantiene durante toda la función una luminosa presencia de Ofelia significada con su boca abierta al agua, como la gran víctima de las violencias y muertes de todos los tiempos, a la manera de Heiner Müller (“soy la mujer de la cabeza en el horno de gas…”).

Si la muerte del padre pone en marcha la tragedia shakesperiana, al mismo tiempo metafóricamente sirve de impulso al propio colectivo, a los cinco teatreros que han decidido continuar como compañía (a los citados se suma Giampaolo Nalli, como coordinador general), como se dice con ironía en varios pasajes: “El director se queda sin compañía, el grupo sigue solo”. “Sal tú primero, habla tú primero”… “¿Quién soy, soy Alice, soy Lucas, soy Gonzalo…?”.

En el montaje también hay referencias a la situación política de Bolivia y América Latina, como el final de un largo periodo autoritario, la emergencia de los pueblos y la lengua ancestrales, las luchas contra la privatización y subidas de precio del agua. Hamlet/Callejas habla en castellano y en quechua; la escena de los cómicos contratados para descubrir el crimen es un espectáculo de lucha libre entre dos actores travestidos de mujeres indígenas; hay músicas altiplánicas de flautas y charangos. Estrenado en el Festival Santiago a Mil (Chile) en enero de 2012, además de participar en el FIT de Cádiz, el espectáculo ha hecho una notable gira en España (Santander, Almagro, Murcia, Valladolid…).

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La crítica española destaca la presencia del grupo boliviano en el Festival de Teatro de Cádiz

/ 11 de noviembre de 2012 / 04:00

Se enciende una tenue luz; sólo se ve una mesa y sobre ella un cuerpo inmóvil. El actor Gonzalo Callejas se acerca a la cabecera y comienza a devorar la cara del muerto. Así comienza Hamlet de los Andes, un intenso trabajo actoral que hace resurgir al veterano grupo boliviano Teatro de los Andes (1991), tras el desconcierto y reajuste que supuso la marcha de su fundador y director, el argentino César Brie, en 2010. Cuatro intérpretes se multiplican en una quincena de personajes y en las músicas del espectáculo: Lucas Achirico, Alice Guimaraes, el músico Helder Rivera, junto al citado Callejas, que además ha creado la sencilla y poderosa escenografía. Sobre el espacio vacío, una mesa se transforma en puertas abatibles, en tumba, en ring de lucha, fuente de agua; copas y jarras se llenan de guijarros blancos para los brindis; un juego de biombos verticales de tela negra se mueven para iluminar y transformar el fondo y laterales de la escena, en un recurso que ya es seña de identidad del colectivo.

Por primera vez en sus 21 años de trayectoria, el grupo ha invitado a trabajar con él a un dramaturgo y director de escena ajeno al colectivo. Sobre la base de la tragedia shakesperiana, a la par de ideas e improvisaciones del grupo, el joven Diego Aramburo escribió una versión de gran carga poética y de reflexión y juego teatral de la propia experiencia del colectivo; además, entre los temas de la tragedia elige y potencia el dolor y el desquiciamiento de los hijos (Hamlet, Ofelia) por la muerte del padre, y otorga un prisma extraordinario a la agonía y locura de Ofelia.

Alice Guimaraes hace varios personajes, pero mantiene durante toda la función una luminosa presencia de Ofelia significada con su boca abierta al agua, como la gran víctima de las violencias y muertes de todos los tiempos, a la manera de Heiner Müller (“soy la mujer de la cabeza en el horno de gas…”).

Si la muerte del padre pone en marcha la tragedia shakesperiana, al mismo tiempo metafóricamente sirve de impulso al propio colectivo, a los cinco teatreros que han decidido continuar como compañía (a los citados se suma Giampaolo Nalli, como coordinador general), como se dice con ironía en varios pasajes: “El director se queda sin compañía, el grupo sigue solo”. “Sal tú primero, habla tú primero”… “¿Quién soy, soy Alice, soy Lucas, soy Gonzalo…?”.

En el montaje también hay referencias a la situación política de Bolivia y América Latina, como el final de un largo periodo autoritario, la emergencia de los pueblos y la lengua ancestrales, las luchas contra la privatización y subidas de precio del agua. Hamlet/Callejas habla en castellano y en quechua; la escena de los cómicos contratados para descubrir el crimen es un espectáculo de lucha libre entre dos actores travestidos de mujeres indígenas; hay músicas altiplánicas de flautas y charangos. Estrenado en el Festival Santiago a Mil (Chile) en enero de 2012, además de participar en el FIT de Cádiz, el espectáculo ha hecho una notable gira en España (Santander, Almagro, Murcia, Valladolid…).

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