Llegué a La Paz el 28 de diciembre de 2011 con dos meses por delante. Poco tiempo para cualquier cosa. Para entender mínimamente el funcionamiento y las maneras de un lugar desconocido, es una osadía o una ingenuidad. Llegué con mi cámara, mi ignorancia y mi curiosidad, y lo demás se fue construyendo. La idea inicial: hacer un documental sobre movimientos sociales de mujeres. Quería aprender de las luchas de otras, y me preguntaba si la llegada de Evo Morales al poder en 2006 estaría cambiando el rumbo de un país sumido en medidas neoliberales muy similares a las que nos vienen aplicando ahora a nosotras las del Norte.

Pero la realidad es siempre más completa y más compleja. Los relatos y las experiencias vividas con las mujeres que conocí, me pusieron un poco más “en mi sitio”, complicaron el panorama y evidenciaron —desde posiciones incluso contrarias— que las luchas en lo cotidiano, cada segundo de vida, son las que modifican lo real. Partir de lo pequeño.

Quien viaja lejos, a su vuelta cuenta su experiencia. Yo he decidido contarla en forma de documental, con un filtro que es mi tijera al editar, pero con la presencia y las palabras directas de las personas que protagonizaron mi viaje paceño. Siento la necesidad de mostrar las experiencias y saberes de ustedes, sin embargo me preocupa transmitir estereotipos ya asentados sobre lo que es ser india, o ser mestiza, o ser mujer, o ser feminista. Las categorías me dan miedo, son útiles pero tramposas, por eso intento escuchar muchas voces diversas, discordantes, plurales, y esas voces habitan en cuerpos igual de diversos, porque la realidad lo es.

De las 20 entrevistas que hice, 12 mujeres encarnan la película. La elección se debió, tras un primer impulso de incluirlas a todas, a cuestiones narrativas: crear un hilo discursivo a partir de los varios relatos. A medida que editaba, iba confeccionando la línea que quería recorrer: una introducción al panorama que encontré, una reflexión sobre el patriarcado, y un acercamiento a las relaciones con el poder.

Ahora que  ando absorbida en otro proyecto pienso en lo poco que se parece al trabajo hecho en La Paz, sin embargo reaparecen las formas de la colectividad, la búsqueda de modelos alternativos al occidental individualista. Un intento de vivir-hacer de otra manera. Una lucha diaria por vivir de acuerdo con una ética alejada de patrones sociopolíticos basados en la dominación, modelos que vienen fallando por siglos.  

El resultado de esta última exploración es un documental irregular, un acercamiento resumido a todo lo que éstas y otras mujeres me fueron contando, donde mi mirada probablemente esté en todas partes aunque intenta desde el principio no estar en ninguna. Para mí se trata, repito, de una experiencia de profundo aprendizaje. Toca ahora cada cual ver qué puede aprender (y desaprender) de las miradas de estas 12 mujeres.