En 1929, la escritora rusa Marina Ivanova Tsvietáieva respondió lo siguiente a un cuestionario: Mi padre era hijo de un sacerdote de la provincia de Vladímir, especialista en literatura europea; doctor honoris causa de la Universidad de Bolonia; profesor de historia del arte, primero en la Universidad de Kiev y después en la de Moscú; director del Museo Rumiántsev; fundador, inspirador y coleccionista particular del primer Museo de las Bellas Artes de Rusia. Héroe del trabajo. Murió en Moscú en 1913, poco después de la inauguración del museo. Su biblioteca, enorme, reunida gracias a su trabajo y con grandes dificultades, la legó toda, sin exceptuar un solo libro, al Museo Rumiántsev.

Mi madre era una polaca de sangre azul, discípula de Rubinstein, dotada de un raro talento musical. Murió prematuramente. La poesía me viene de ella. También donó la biblioteca (la suya y la del abuelo) al museo. De este modo, de nosotros los Tsvietáiev, Moscú ha recibido tres bibliotecas. Yo también donaría la mía, si no hubiese tenido que venderla durante los años de la Revolución.

Mi primera infancia transcurrió en Moscú y en Tarusa; de los diez a los 13 años (muerte de mi madre) viví en el extranjero; hasta los 17, nuevamente en Moscú. Nunca en una aldea rusa.

Influencias principales. Por el lado materno: la música, la naturaleza, la poesía, Alemania. La pasión por el judaísmo. Uno contra todos. Heroica.
Algo más oculta, pero no menos fuerte fue la influencia de mi padre: la pasión por el trabajo, la ausencia de arribismo, la sencillez, la renuncia. La influencia conjunta de mi padre y de mi madre: mi carácter espartano. Dos leitmotivs en una sola casa: la música y el museo. El aire en casa no era burgués ni intelectual, era caballeresco. La vida se entendía de manera sublime.

Mi primer encuentro con la Revolución fue en 1902-1903 (los emigrantes), el segundo fue en 1905-1906 (en Yalta, con los socialistas revolucionarios). Nunca hubo un tercero.

Sucesión de libros favoritos (cada uno representa una época): Ondina (primera infancia), Lichtenstein de Hauff (adolescencia), L’aiglon de Rostand (primera juventud). Más tarde y hasta hoy: Heine, Goethe, Hölderlin. Prosistas rusos: Leskov y Aksákov. De los contemporáneos: Pasternak. Poetas rusos: Derzhavin y Nekrásov.

Mis libros más amados en el mundo, con los que me incinerarán: Los Nibelungos, La Ilíada, El cantar de las huestes de Ígor.

Mis países predilectos: la antigua Grecia y Alemania.

Escribo versos desde los seis años. Publico desde los 16. También los he escrito en francés y en alemán.
Mi primer libro: Álbum vespertino. Lo publiqué yo misma cuando aún estaba en el liceo. No sé de influencias literarias, sé de influencias humanas.
Autores favoritos (de entre los contemporáneos): Rilke, Romain Rolland, Pasternak.