El poeta portugués Nuno Júdice (Mexilhoeira Grande, El Algarve, 1949) ha ganado el XXII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. El galardón, instituido en 1992 se concede al conjunto de la obra poética de un autor vivo del ámbito iberoamericano. Júdice es el segundo escritor portugués y el tercero de su lengua en ingresar en ese palmarés.

Nuno Júdice, que enseña literatura comparada en la Universidad de Lisboa, es poeta, el más influyente de Portugal y uno de los más prolíficos de Europa. Desde que en 2000 reunió su poesía completa hasta entonces —una veintena de títulos desde que debutara en 1972 con Noción de poema—, ha publicado nueve libros de versos más. De hace tan sólo unos meses es Fórmulas de uma luz inexplicável. Recientes son también la novela La implosión y el ensayo El ABC de la crítica, en el que expone su particular visión del canon literario como algo “abierto, dinámico, sometido a la influencia de la coyuntura social y económica”.

Así lo explica el poeta, traductor y profesor de la Universidad de Évora Antonio Sáez Delgado, que destaca la doble importancia del premio. Por un lado, reconoce por tercera vez a la literatura en portugués diez años después de que el Reina Sofía recayera en la portuense Sophia de Mello Breyner (el brasileño João Cabral de Melo Neto lo había obtenido en 1994). Por otro, lo hace subrayando en todo el ámbito iberoamericano la obra de “la voz más importante” de la lírica portuguesa actual. Lira de líquen (1985), Las reglas de la perspectiva (1990), y Meditación sobre ruinas (1995) son algunos de sus títulos más celebrados.

“A lo largo de los años, su poesía ha evolucionado desde la imaginación teórica de sus inicios hasta la puesta en cuestión de esos principios doctrinales”, escribió en 2003 el crítico español Antonio Ortega al comentar la antología de la obra de Júdice preparada por la editorial Visor con traducción de Vicente Araguas».

“Cada vez más, los fundamentos teóricos han encontrado apoyo en hechos particulares —continúa Ortega—, en la relación entre vida y poesía, en la materia sensible que hace que ambas participen de la misma naturaleza: lo real ha ido imponiendo sus derechos, y el poema construye y guarda la memoria del mundo”.

Para Antonio Sáez Delgado, Júdice es el gran maestro del “nuevo realismo” portugués y su influencia entre los autores jóvenes es definitiva. El suyo es un mundo cotidiano que se aleja de la voz más abstracta de grandes autores como Herberto Helder, pero no pierde de vista el misterio de la realidad.

“Poesía figurativa trascendente” es la expresión que usa Sáez Delgado para referirse a una obra en la que los elementos intangibles de la realidad funcionan como si tuvieran una entidad rotundamente física.

“Sobrepongo al mundo el lenguaje; saco / palabras de dentro de lo que pienso y de lo que hago, como / si pudiesen vivir, ahí, peces verbales en el / acuario del ser”, ha escrito Júdice.