Tuesday 7 May 2024 | Actualizado a 17:03 PM

Wamani Wanka y su mural

El arte indígena traspasa fronteras y llega a una bienal en Brasil especializada en el tema

/ 23 de junio de 2013 / 04:00

Para Wamani Wanka su primera escuela de arte fue el ayllu: Urawasi, en la provincia Inquisivi de La Paz, donde las piedras pizarra eran el soporte para que su imaginación de niño plasmase dibujos de animales. El artista indígena, quien hoy es un reconocido exponente del óleo, se formó en los 90 en la escuela de arte Renacimiento de Argentina y en el Templo de las Artes en Ecuador.

“Mi trabajo a nivel intelectual como artístico ha logrado traspasar las fronteras gracias al uso de la internet (www.artesindigenas.org) y así mi obra ha sido valorada en otros lugares”, comenta el artista.

Su plástica se caracteriza por la búsqueda de la identidad desde la cosmología kollana-aymara, para dar a conocer al mundo el arte indígena.
Wanka, además de llenar de colores el pincel que da vida a sus lienzos, también exploró el video y los murales, experiencia que lo llevó a la bienal de Artes Visuales Contemporáneas de Pueblos Indígenas 2013 de toda Sudamérica, celebrada en Brasil.

“La Universidad de Belo Horizonte es la que organiza el evento y, para la selección de la obra en Bolivia, han intervenido curadores del Museo Nacional de Arte, que me seleccionaron”.

La bienal, que se desarrolló desde el 14 de junio hasta el 20 de junio, contó con la participación de 50 artistas del cono sur y, paralela a la muestra de sus obras, se realizaron actividades de índole académica.

“Fueron más de diez temas relacionados con arte, colonización y descolonización— explica—. Se hizo asimismo un taller de trabajo colectivo en el que se montó un mural que me fue encomendado”.

Wanka ha dejado su impronta en la universidad, en una obra de tres metros de alto por diez de ancho.

Cada cultura y civilización “en el planeta tienen su propia cosmovisión y, dentro de la mía, la relación del ser con la naturaleza y la búsqueda de la armonía es algo que quiero plasmar”.

La plástica “es mi relación con el cosmos y, como los indígenas de Sudamérica somos culturas animistas y nuestro imaginario está poblado de seres del mundo real como del mundo onírico, estos aspectos los he sintetizado en el mural”.

La obra se trabajó en dos escalas; la primera representa la naturaleza del ecosistema andino y del amazónico, y la segunda, los seres sobrenaturales de la cosmovisión indígena.

“Mi mural está poblado tanto de espíritus de la selva y de los Andes (el puma, el jaguar, el popero, la anaconda), y de illas, apus, entre otros, como de la concepción de la Luna y el Sol que está en todas las culturas indígenas de Sudamérica”.

La conclusión del mural, que se trabajó bajo la lógica de la inclusión, de manera que los 50 artistas participantes de la bienal dejaron su sello, coincidió con la clausura de la bienal.

La experiencia de una muestra de arte indígena busca ser replicada en diferentes ciudades, las de Bolivia incluidas, hasta 2014.

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‘Hay que revolucionar la forma de mirar a las cholas’

Valeria Salinas, ganadora del concurso Miradas Jóvenes, habla de su investigación sobre la alta moda chola

/ 5 de enero de 2014 / 04:00

Lo que en realidad hace chola a una chola es su vestir”, explica Valeria Salinas Maceda, ganadora del XII Concurso Municipal de Investigación Cultural Nuestra Historia Desde Miradas Jóvenes, convocado por la Oficialía Mayor de Culturas del Gobierno Municipal de La Paz.

Salinas realizó la investigación: Chola paceña, ícono de la moda, próxima a publicarse. En ella muestra a la chola moderna insertada en la sociedad de consumo, preocupada por lo que lleva puesto e incluso víctima del fashionismo (estar a la moda y cuidar los detalles y estilos de la ropa).

“La vestimenta es un factor sumamente importante y condiciona la personalidad de la chola; desde inicios del siglo XXI en La Paz empieza a existir una industria de la moda de la chola, que va en crecimiento”, dice la investigadora, quien estudió en España un posgrado en Desarrollo Rural.

Salinas, durante el trabajo de campo que desarrolló para su investigación, encontró un mundo fashion donde la coquetería y glamour sobrepasan lo pensado. “Quizá mucha gente no conozca y no tenga conciencia de que tenemos una industria de la alta moda y fashionismo que gira en torno la chola y su elegancia”.

Salinas señala que hizo un recorrido histórico desde el origen de la vestimenta de las cholas. “En el siglo XVIII hubo una revuelta indígena contra los españoles orquestada por un inca, para refrenar estos aires subversivos los españoles decidieron imponer el atuendo —de los chulos y chulas, ayudantes de los toreros— con la intención de quebrar cualquier ligazón de los indígenas con el imperio incaico”.

Pero nadie sospechó que la imposición de la falda larga, la mantilla y los zapatos planos tendría una evolución al grado de entrar en los parámetros del fashionismo.

“La chola fue y es muy inteligente porque pudo cargar el pesar de vestir con algo que no le gustaba; pero, en realidad, se empoderó del atuendo y lo moldeó a su gusto”.

El bordado, los adornos y los colores son esenciales. Valeria cita ejemplos de lo más in (de moda) en la ropa que se usa para los acontecimientos sociales: bautizos, matrimonios, prestes, donde este tipo de galas son sinónimo de poder económico y triunfo.

“El año pasado estuvo de moda la figura del conejito de Play Boy y el encaje en las blusas, el segundo elemento ha sido una constante en la alta pasarela internacional con diseñadores de la talla de Dior e Yves Saint Laurent”, sostiene.

Y es que la globalización no pasa desaperciba por el olfato fashionista de las mujeres de pollera.

 “No hay mujer como ella, que al mirarla encanta, no le gusta pasar desapercibida. Hay que revolucionar la forma de mirar a la chola”.
La investigación de Salinas se enfoca en el análisis de la vestimenta de la chola. Detecta en ella vanguardia, estilo, buen gusto y una industria de ropa que necesita reconocimiento y que mueve mucho dinero.

“El bordado, los adornos y los colores son esenciales en la moda, así como los accesorios, zapatos, sombreros, joyas, maquillaje y la peluquería”, dice la investigadora de 25 años.

Salinas menciona que la entrada del Gran Poder es la pasarela más importante de las galas cholas. “Es un escenario para ver lo ostentoso y la alta moda de este género”.

“Ellas no repiten ropa; lo que se usa una vez se descarta. Invierten mucho dinero en exclusividad”.

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El cantante histriónico y atrevido

Adán Jodorowsky conjuga en sus discos y shows sonidos, voz y la creación de personajes

/ 22 de diciembre de 2013 / 04:00

Bajo el pseudónimo de Adanowsky, Adán Jodorowsky sigue la línea multifacética de su padre, el chileno psicomago, artista y cineasta Alejandro Jodorowsky; pero no es de aquellos que deja que la sombra de su afamado progenitor pese sobre él.

Músico, intérprete, compositor, comediante y actor a sus 34 años, el hijo menor de Alejandro y protagonista frecuente de sus diversos filmes, ya tiene tres discos como solista: Étoile Éternelle, El ídolo y Amador.

Su historia empezó cuando era un niño fanático de Elvis Presley y de Little Richard, escuchaba los vinilos de su madre y también admiraba el surrealismo y las películas mudas.

Adán comenzó siendo bajista en una banda de Punk (The Hellboys), tenía 16 años y vivía en París sin saber que su sueño se haría realidad y unos años más tarde sería cantante .

Su voz es encantadora, pero a la hora de articular tiene un acento indefinido, como de algún lugar a medio camino entre México y España, aunque nació en Francia.

Quizá esto tenga que ver con que radica en México y por parte de su padre tiene raíces judio-ucranianas.

Pero las actuaciones y el performance en el escenario de Adán no son los convencionales y en ellos se impregnan lo teatral, lo atrevido y lo simbólico. Para dar por terminado el ciclo del disco El ídolo y aquel personaje que encarnó, el músico realizó un concierto en Ciudad de México, donde además de interpretar sus canciones llevó adelante un acto simbólico que fue la muerte del personaje.

Quitándose la ropa, pintando de color azul a sus bailarinas semidesnudas, con corazones gigantes penetrados por un falo y un verdugo que matará al ídolo, Adanowsky pudo concluir en escena con su personaje frívolo, oscuro y egoísta que terminó en un ataúd cargado por romanos para dar paso a un nuevo personaje: Amador.

Amador está lleno de amor, es un obsesionado por el amor y un eterno enamorado aunque oscuro y es parte de una trilogía que lleva adelante el artista. Tres discos con tres personajes diferentes, aunque del tercero no se sabe nada y aún es un misterio.

Amador, para Adán, implica otra forma de vida porque es emocional, un ámbito poco explorado por él, pero ya se acerca a su fin con un concierto que próximamente ejecutará.

Dentro de sus canciones figuran: Niña roja, Estoy mal, Je t’aime tes genoux, Las ratas, entre otras.

Si bien, el primer disco que circuló en Francia en 2006 tuvo una especie de éxito underground. Entre sus fans destacan la protagonista del filme Amelie, Audrey

Tautou, Adanowsky quiso trascender y hacerse conocer por todo el mundo, lo que lo llevó a mudarse a Los Ángeles y luego a México.

Las giras que ha realizado alrededor del mundo le han sido útiles para difundir su música y realizar show histriónicos, lo que le ha generado muchos seguidores.

En cuanto al cine, su última participación fue en el reciente filme de su padre La danza de la realidad.

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El cantante histriónico y atrevido

Adán Jodorowsky conjuga en sus discos y shows sonidos, voz y la creación de personajes

/ 22 de diciembre de 2013 / 04:00

Bajo el pseudónimo de Adanowsky, Adán Jodorowsky sigue la línea multifacética de su padre, el chileno psicomago, artista y cineasta Alejandro Jodorowsky; pero no es de aquellos que deja que la sombra de su afamado progenitor pese sobre él.

Músico, intérprete, compositor, comediante y actor a sus 34 años, el hijo menor de Alejandro y protagonista frecuente de sus diversos filmes, ya tiene tres discos como solista: Étoile Éternelle, El ídolo y Amador.

Su historia empezó cuando era un niño fanático de Elvis Presley y de Little Richard, escuchaba los vinilos de su madre y también admiraba el surrealismo y las películas mudas.

Adán comenzó siendo bajista en una banda de Punk (The Hellboys), tenía 16 años y vivía en París sin saber que su sueño se haría realidad y unos años más tarde sería cantante .

Su voz es encantadora, pero a la hora de articular tiene un acento indefinido, como de algún lugar a medio camino entre México y España, aunque nació en Francia.

Quizá esto tenga que ver con que radica en México y por parte de su padre tiene raíces judio-ucranianas.

Pero las actuaciones y el performance en el escenario de Adán no son los convencionales y en ellos se impregnan lo teatral, lo atrevido y lo simbólico. Para dar por terminado el ciclo del disco El ídolo y aquel personaje que encarnó, el músico realizó un concierto en Ciudad de México, donde además de interpretar sus canciones llevó adelante un acto simbólico que fue la muerte del personaje.

Quitándose la ropa, pintando de color azul a sus bailarinas semidesnudas, con corazones gigantes penetrados por un falo y un verdugo que matará al ídolo, Adanowsky pudo concluir en escena con su personaje frívolo, oscuro y egoísta que terminó en un ataúd cargado por romanos para dar paso a un nuevo personaje: Amador.

Amador está lleno de amor, es un obsesionado por el amor y un eterno enamorado aunque oscuro y es parte de una trilogía que lleva adelante el artista. Tres discos con tres personajes diferentes, aunque del tercero no se sabe nada y aún es un misterio.

Amador, para Adán, implica otra forma de vida porque es emocional, un ámbito poco explorado por él, pero ya se acerca a su fin con un concierto que próximamente ejecutará.

Dentro de sus canciones figuran: Niña roja, Estoy mal, Je t’aime tes genoux, Las ratas, entre otras.

Si bien, el primer disco que circuló en Francia en 2006 tuvo una especie de éxito underground. Entre sus fans destacan la protagonista del filme Amelie, Audrey

Tautou, Adanowsky quiso trascender y hacerse conocer por todo el mundo, lo que lo llevó a mudarse a Los Ángeles y luego a México.

Las giras que ha realizado alrededor del mundo le han sido útiles para difundir su música y realizar show histriónicos, lo que le ha generado muchos seguidores.

En cuanto al cine, su última participación fue en el reciente filme de su padre La danza de la realidad.

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El cineasta ‘maldito’

José Mojica Marins es el creador del oscuro y tétrico ‘’Drácula sudamericano’

/ 8 de diciembre de 2013 / 04:00

José Mojica Marins es uno de esos cineastas a los que califican de creadores malditos. El brasileño apostó por realizar películas de terror, lo que lo catapultó como uno de los exponentes más importantes de este género con el oscuro personaje Zé do Caixao.

Calificado como el anticristo del cine sudamericano, nació un viernes 13 de marzo de 1936 en Sao Paulo.

Pasó la mitad de su infancia dentro de una sala de cine, donde su padre fungía de gerente y su madre era la encargada de la tienda de dulces.

La labor de sus progenitores y su infancia ligada al séptimo arte, le hicieron concebir su futuro profesional como director de cine.

Vestido siempre de negro, con una capa larga, sombrero de copa y las uñas de las manos muy largas, —similar al personaje de cómics Mandraque— Mojica creó y encarnó a Zé do Caixao en todos sus filmes.

La formación tradicional nunca le cuadró del todo, por ello optó por filmar de manera empírica y crear mundos surrealistas del terror.

En principio su arte no era bien recibido por sectores tradicionales del cine, pero su constancia y talento lo hicieron despegar a la fama.

Fiel admirador de Luis Buñuel y declarado apasionado de lo oscuro, tétrico y del gore —tipo de cine centrado en la violencia gráfica— Mojica filmó películas en formato 8 milímetros con recursos bastante limitados, pero con mucho entusiasmo.

Una vida austera, aunque prolífica fue la que llevó Mojica Marins porque los recursos que generaba con la exposición de una película, eran inmediatamente reinvertidos en un siguiente proyecto cinematográfico.

La sangre, la violencia, el suspenso, la oscuridad, el placer y la locura son algunos elementos que adornan los guiones de este cineasta, que por su contenido fueron censuradas y hoy son obras de culto.

En Brasil, el oscuro personaje Zé do Caixao fue tan relevante que Mojica aceptó que se hicieran canciones, homenajes y hasta historietas del llamado ‘Drácula sudamericano’.

Entre sus películas, desde que empezó a filmar en 1960, destacan: Encarnación del demonio, Adolescencia en trance, Exorcismo negro, Mundo-mercado de sexo, El hijo del sexo explícito, El vampiro de la cinemateca, Perversión, Esta noche yo poseeré tu cuerpo, El fin del hombre, entre otras más.

Mojica fue excomulgado por la  Iglesia Católica por el contenido de sus filmes, sin embargo esta situación no lo frenó para seguir haciendo cine.

El pasado noviembre, el cineasta fue el invitado especial y homenajeado del Festival de Cine Pachamama-Cinema de la Fronteira en Río Branco, Brasil, donde se exhibieron sus películas y compartió con sus seguidores.

Enfundado en su atuendo lúgubre de Zé do Caixao, con las uñas afiladas de los pulgares y acompañado de un escenario tétrico; el director brasileño fue reconocido como un de los exponentes más importantes de terror tanto en Brasil como en América Latina.

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El cineasta ‘maldito’

José Mojica Marins es el creador del oscuro y tétrico ‘’Drácula sudamericano’

/ 8 de diciembre de 2013 / 04:00

José Mojica Marins es uno de esos cineastas a los que califican de creadores malditos. El brasileño apostó por realizar películas de terror, lo que lo catapultó como uno de los exponentes más importantes de este género con el oscuro personaje Zé do Caixao.

Calificado como el anticristo del cine sudamericano, nació un viernes 13 de marzo de 1936 en Sao Paulo.

Pasó la mitad de su infancia dentro de una sala de cine, donde su padre fungía de gerente y su madre era la encargada de la tienda de dulces.

La labor de sus progenitores y su infancia ligada al séptimo arte, le hicieron concebir su futuro profesional como director de cine.

Vestido siempre de negro, con una capa larga, sombrero de copa y las uñas de las manos muy largas, —similar al personaje de cómics Mandraque— Mojica creó y encarnó a Zé do Caixao en todos sus filmes.

La formación tradicional nunca le cuadró del todo, por ello optó por filmar de manera empírica y crear mundos surrealistas del terror.

En principio su arte no era bien recibido por sectores tradicionales del cine, pero su constancia y talento lo hicieron despegar a la fama.

Fiel admirador de Luis Buñuel y declarado apasionado de lo oscuro, tétrico y del gore —tipo de cine centrado en la violencia gráfica— Mojica filmó películas en formato 8 milímetros con recursos bastante limitados, pero con mucho entusiasmo.

Una vida austera, aunque prolífica fue la que llevó Mojica Marins porque los recursos que generaba con la exposición de una película, eran inmediatamente reinvertidos en un siguiente proyecto cinematográfico.

La sangre, la violencia, el suspenso, la oscuridad, el placer y la locura son algunos elementos que adornan los guiones de este cineasta, que por su contenido fueron censuradas y hoy son obras de culto.

En Brasil, el oscuro personaje Zé do Caixao fue tan relevante que Mojica aceptó que se hicieran canciones, homenajes y hasta historietas del llamado ‘Drácula sudamericano’.

Entre sus películas, desde que empezó a filmar en 1960, destacan: Encarnación del demonio, Adolescencia en trance, Exorcismo negro, Mundo-mercado de sexo, El hijo del sexo explícito, El vampiro de la cinemateca, Perversión, Esta noche yo poseeré tu cuerpo, El fin del hombre, entre otras más.

Mojica fue excomulgado por la  Iglesia Católica por el contenido de sus filmes, sin embargo esta situación no lo frenó para seguir haciendo cine.

El pasado noviembre, el cineasta fue el invitado especial y homenajeado del Festival de Cine Pachamama-Cinema de la Fronteira en Río Branco, Brasil, donde se exhibieron sus películas y compartió con sus seguidores.

Enfundado en su atuendo lúgubre de Zé do Caixao, con las uñas afiladas de los pulgares y acompañado de un escenario tétrico; el director brasileño fue reconocido como un de los exponentes más importantes de terror tanto en Brasil como en América Latina.

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