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Las malas intenciones

Llega el film multipremiado

/ 30 de junio de 2013 / 04:00

Rosario García-Moreno, peruana, vivía en Nueva York cuando decidió plasmar sus recuerdos de infancia en un guión para un primer largometraje, Las malas intenciones.

Ya había hecho cortos, en inglés, celebrados todos ellos inclusive en Sundance, pero “era complicado vivir en EEUU y querer contar una historia en castellano, sobre Perú, y conseguir financiamiento”, recuerda la directora de cine, quien habló con Tendencias desde Lima.

García-Moreno, formada en Comunicación en Perú y en Cine en la  New School de Nueva York, concluyó   el guión de su largometraje en 2006.

“Quería contar la historia de una niña en una época oscura. Cayetana es malintencionada, pero no llega a serlo del todo, se queda en medio camino”, describe al personaje principal de la película que será estrenada en La Paz gracias a Yaneramai.

La historia se ambienta en los años 80 del siglo XX en Perú y la niña protagonista tiene ocho años; pertenece a la clase media alta y sus padres están separados. Sorpresivamente, la mamá, al retornar de un viaje, le dice que va a tener un hermanito y esto le genera un trauma. Jura solemnemente que el día que nazca su hermano, ella morirá.

La cinta describe con imágenes los alrededores donde Cayetana vive, su salud frágil por el asma, el ambiente familiar y la sociedad profundamente clasista que rodea a la niña, mientras se van manifestando allí afuera los primeros brotes de la guerrilla de Sendero Luminoso.

En palabras de García-Moreno, “los umbrales de la realidad y la fantasía, con toques de heroísmo, se confunden en la mente de Cayetana, quien, cuando llega a extremos de crisis, se conecta con un mundo claroscuro donde  aparecen los héroes que estudia en las láminas del colegio”.

Sin embargo, el filme no busca ser un drama, sino que aborda la oscuridad del alma y el dolor con humor.

La cinta, de hecho, “cumple una doble función porque no es un dramón y tiene humor y te ríes en los momentos menos indicados, es incómoda a ratos y eso me gusta”.

Los fondos económicos para concretar el proyecto llegaron gracias a la coproducción: Argentina, Perú, Alemania y Francia se unieron gracias al guión que supo conquistar.

Ganó recursos del fondo de fomento de cine peruano, luego el de Ibermedia (que financia proyectos de los países iberoamericanos cuyos estados aportan al fondo común) “y escogí Argentina”; luego “gané el World Cinema Fander de Berlín y un premio de posproducción de Francia”. La coproducción, dice, obliga a elevar el estándar de producción y facilita el estreno en otros países.

Entre los premios que recogió la obra figura la selección como la mejor película extranjera, representante de Perú, para ser proyectada en Los Ángeles y participar de los Oscar 2013 a principios de año.

“Fue mi entrada a Los Ángeles, a los Oscar y a ver cómo funciona esto; por otro lado, aquí ya saben que estoy y, lo mejor de todo, que el filme gustó a mucha gente”, destaca la directora.

Pero hay más premios: Mejor Película Latinoamericana en el Festival de Cine de Mar del Plata (Argentina); Mejor Dirección en el Festival de Cine de Punta del Este (Uruguay); Premio del Jurado del Festival de Austin (EEUU); Premio Mejor Actriz del Festival de Marsella (Francia); mejor largometraje de ficción en el Festival Internacional de Cine Digital (Fenavid, Santa Cruz, Bolivia); Mejor Dirección de Niños en el Festival de Gramado Brasil, entre otros más.

El 90% del éxito de la película se centra en la actuación de Cayetana, la niña protagonista. García-Moreno realizó una serie de audiciones porque sabía que ella era la pieza fundamental para la historia.

“Fátima Buntinx, quien encarna a Cayetana, te hablaba frente a la cámara con casi desprecio, te contaba que tenía 15 conejos, te hablaba de una conspiración escolar que no podías creer y yo estaba feliz con esta niña de seis años”, se entusiasma.

La casualidad y la fortuna acompañaron la elección de la actriz infantil. “Su madre terminó siendo mi directora de arte y fue fantástico; si la niña llegaba a engreírse, la mamá podía intervenir; pero todo fue muy bien, muy profesional”.

El desenvolvimiento de Buntinx fue tan óptimo que no tardó en ser reconocido con premios como mejor actriz. La niña, que hoy tiene 11 años, viajó con la directora al estreno del filme en Alemania. “Fuimos con Fátima al estreno y viajaba por primera vez en un avión y veía la nieve, estaba feliz, aunque era muy chiquita para entender estos temas de adultos, lo disfrutó”.

Queda para el registro que dos años antes hubo un intento frustrado de filmar con otra niña. “Esa experiencia me hizo más madura, me hizo darme cuenta de que no se puede emprender un proyecto cuando no se dispone de los recursos suficientes, porque decirle a la niña que no va fue algo muy complejo”.
Uno de los objetivos de Las malas intenciones es entrar en lo oscuro de las almas de los niños y con pericia la directora se sumerge en él sin idealizarlo.

“Hay un tema de oscuridad infantil que no te imaginas, que yo vi en las audiciones y, cuando más chiquitos eran, más siniestros. Si los observas jugar es posible que descubras lo crueles que llegan a ser, lo distantes del concepto del niño bondadoso. En realidad, los niños están en un umbral, una línea que te genera muchas dudas”.
Explica García-Montero que con sus personajes trata de aproximarse a la mayor realidad posible. Nada de estereotipos ni idealizaciones. “Ellos son falibles, como cualquier ser humano; por eso, en el guión Cayetana hacía una cosa buena y yo hacía que haga dos malas para balancear y siempre hacerla más real, sin desligarla de lo que sucede en su nación”.

Bolivia. El próximo estreno del filme en su país es gratificante para García-Moreno, aunque “no podré estar allí y, definitivamente, tengo una deuda con Bolivia porque tampoco pude acudir al Fenavid, que me dio el premio principal. Me emociona muchísimo que se proyecte para los bolivianos”
La película llega a las pantallas  gracias a las gestiones de Marcelo Cordero, cabeza de la distribuidora de cine independiente Yaneramai. “Marcelo y yo nos conocimos en un festival de cine en Río Branco (Brasil) y allí sentamos las bases para el estreno oficial en Bolivia”.
Las malas intenciones se proyectará desde el 4 de julio en la Cinemateca, el Multicine y el MegaCenter.

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‘Hay que revolucionar la forma de mirar a las cholas’

Valeria Salinas, ganadora del concurso Miradas Jóvenes, habla de su investigación sobre la alta moda chola

/ 5 de enero de 2014 / 04:00

Lo que en realidad hace chola a una chola es su vestir”, explica Valeria Salinas Maceda, ganadora del XII Concurso Municipal de Investigación Cultural Nuestra Historia Desde Miradas Jóvenes, convocado por la Oficialía Mayor de Culturas del Gobierno Municipal de La Paz.

Salinas realizó la investigación: Chola paceña, ícono de la moda, próxima a publicarse. En ella muestra a la chola moderna insertada en la sociedad de consumo, preocupada por lo que lleva puesto e incluso víctima del fashionismo (estar a la moda y cuidar los detalles y estilos de la ropa).

“La vestimenta es un factor sumamente importante y condiciona la personalidad de la chola; desde inicios del siglo XXI en La Paz empieza a existir una industria de la moda de la chola, que va en crecimiento”, dice la investigadora, quien estudió en España un posgrado en Desarrollo Rural.

Salinas, durante el trabajo de campo que desarrolló para su investigación, encontró un mundo fashion donde la coquetería y glamour sobrepasan lo pensado. “Quizá mucha gente no conozca y no tenga conciencia de que tenemos una industria de la alta moda y fashionismo que gira en torno la chola y su elegancia”.

Salinas señala que hizo un recorrido histórico desde el origen de la vestimenta de las cholas. “En el siglo XVIII hubo una revuelta indígena contra los españoles orquestada por un inca, para refrenar estos aires subversivos los españoles decidieron imponer el atuendo —de los chulos y chulas, ayudantes de los toreros— con la intención de quebrar cualquier ligazón de los indígenas con el imperio incaico”.

Pero nadie sospechó que la imposición de la falda larga, la mantilla y los zapatos planos tendría una evolución al grado de entrar en los parámetros del fashionismo.

“La chola fue y es muy inteligente porque pudo cargar el pesar de vestir con algo que no le gustaba; pero, en realidad, se empoderó del atuendo y lo moldeó a su gusto”.

El bordado, los adornos y los colores son esenciales. Valeria cita ejemplos de lo más in (de moda) en la ropa que se usa para los acontecimientos sociales: bautizos, matrimonios, prestes, donde este tipo de galas son sinónimo de poder económico y triunfo.

“El año pasado estuvo de moda la figura del conejito de Play Boy y el encaje en las blusas, el segundo elemento ha sido una constante en la alta pasarela internacional con diseñadores de la talla de Dior e Yves Saint Laurent”, sostiene.

Y es que la globalización no pasa desaperciba por el olfato fashionista de las mujeres de pollera.

 “No hay mujer como ella, que al mirarla encanta, no le gusta pasar desapercibida. Hay que revolucionar la forma de mirar a la chola”.
La investigación de Salinas se enfoca en el análisis de la vestimenta de la chola. Detecta en ella vanguardia, estilo, buen gusto y una industria de ropa que necesita reconocimiento y que mueve mucho dinero.

“El bordado, los adornos y los colores son esenciales en la moda, así como los accesorios, zapatos, sombreros, joyas, maquillaje y la peluquería”, dice la investigadora de 25 años.

Salinas menciona que la entrada del Gran Poder es la pasarela más importante de las galas cholas. “Es un escenario para ver lo ostentoso y la alta moda de este género”.

“Ellas no repiten ropa; lo que se usa una vez se descarta. Invierten mucho dinero en exclusividad”.

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El cantante histriónico y atrevido

Adán Jodorowsky conjuga en sus discos y shows sonidos, voz y la creación de personajes

/ 22 de diciembre de 2013 / 04:00

Bajo el pseudónimo de Adanowsky, Adán Jodorowsky sigue la línea multifacética de su padre, el chileno psicomago, artista y cineasta Alejandro Jodorowsky; pero no es de aquellos que deja que la sombra de su afamado progenitor pese sobre él.

Músico, intérprete, compositor, comediante y actor a sus 34 años, el hijo menor de Alejandro y protagonista frecuente de sus diversos filmes, ya tiene tres discos como solista: Étoile Éternelle, El ídolo y Amador.

Su historia empezó cuando era un niño fanático de Elvis Presley y de Little Richard, escuchaba los vinilos de su madre y también admiraba el surrealismo y las películas mudas.

Adán comenzó siendo bajista en una banda de Punk (The Hellboys), tenía 16 años y vivía en París sin saber que su sueño se haría realidad y unos años más tarde sería cantante .

Su voz es encantadora, pero a la hora de articular tiene un acento indefinido, como de algún lugar a medio camino entre México y España, aunque nació en Francia.

Quizá esto tenga que ver con que radica en México y por parte de su padre tiene raíces judio-ucranianas.

Pero las actuaciones y el performance en el escenario de Adán no son los convencionales y en ellos se impregnan lo teatral, lo atrevido y lo simbólico. Para dar por terminado el ciclo del disco El ídolo y aquel personaje que encarnó, el músico realizó un concierto en Ciudad de México, donde además de interpretar sus canciones llevó adelante un acto simbólico que fue la muerte del personaje.

Quitándose la ropa, pintando de color azul a sus bailarinas semidesnudas, con corazones gigantes penetrados por un falo y un verdugo que matará al ídolo, Adanowsky pudo concluir en escena con su personaje frívolo, oscuro y egoísta que terminó en un ataúd cargado por romanos para dar paso a un nuevo personaje: Amador.

Amador está lleno de amor, es un obsesionado por el amor y un eterno enamorado aunque oscuro y es parte de una trilogía que lleva adelante el artista. Tres discos con tres personajes diferentes, aunque del tercero no se sabe nada y aún es un misterio.

Amador, para Adán, implica otra forma de vida porque es emocional, un ámbito poco explorado por él, pero ya se acerca a su fin con un concierto que próximamente ejecutará.

Dentro de sus canciones figuran: Niña roja, Estoy mal, Je t’aime tes genoux, Las ratas, entre otras.

Si bien, el primer disco que circuló en Francia en 2006 tuvo una especie de éxito underground. Entre sus fans destacan la protagonista del filme Amelie, Audrey

Tautou, Adanowsky quiso trascender y hacerse conocer por todo el mundo, lo que lo llevó a mudarse a Los Ángeles y luego a México.

Las giras que ha realizado alrededor del mundo le han sido útiles para difundir su música y realizar show histriónicos, lo que le ha generado muchos seguidores.

En cuanto al cine, su última participación fue en el reciente filme de su padre La danza de la realidad.

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/ 22 de diciembre de 2013 / 04:00

Bajo el pseudónimo de Adanowsky, Adán Jodorowsky sigue la línea multifacética de su padre, el chileno psicomago, artista y cineasta Alejandro Jodorowsky; pero no es de aquellos que deja que la sombra de su afamado progenitor pese sobre él.

Músico, intérprete, compositor, comediante y actor a sus 34 años, el hijo menor de Alejandro y protagonista frecuente de sus diversos filmes, ya tiene tres discos como solista: Étoile Éternelle, El ídolo y Amador.

Su historia empezó cuando era un niño fanático de Elvis Presley y de Little Richard, escuchaba los vinilos de su madre y también admiraba el surrealismo y las películas mudas.

Adán comenzó siendo bajista en una banda de Punk (The Hellboys), tenía 16 años y vivía en París sin saber que su sueño se haría realidad y unos años más tarde sería cantante .

Su voz es encantadora, pero a la hora de articular tiene un acento indefinido, como de algún lugar a medio camino entre México y España, aunque nació en Francia.

Quizá esto tenga que ver con que radica en México y por parte de su padre tiene raíces judio-ucranianas.

Pero las actuaciones y el performance en el escenario de Adán no son los convencionales y en ellos se impregnan lo teatral, lo atrevido y lo simbólico. Para dar por terminado el ciclo del disco El ídolo y aquel personaje que encarnó, el músico realizó un concierto en Ciudad de México, donde además de interpretar sus canciones llevó adelante un acto simbólico que fue la muerte del personaje.

Quitándose la ropa, pintando de color azul a sus bailarinas semidesnudas, con corazones gigantes penetrados por un falo y un verdugo que matará al ídolo, Adanowsky pudo concluir en escena con su personaje frívolo, oscuro y egoísta que terminó en un ataúd cargado por romanos para dar paso a un nuevo personaje: Amador.

Amador está lleno de amor, es un obsesionado por el amor y un eterno enamorado aunque oscuro y es parte de una trilogía que lleva adelante el artista. Tres discos con tres personajes diferentes, aunque del tercero no se sabe nada y aún es un misterio.

Amador, para Adán, implica otra forma de vida porque es emocional, un ámbito poco explorado por él, pero ya se acerca a su fin con un concierto que próximamente ejecutará.

Dentro de sus canciones figuran: Niña roja, Estoy mal, Je t’aime tes genoux, Las ratas, entre otras.

Si bien, el primer disco que circuló en Francia en 2006 tuvo una especie de éxito underground. Entre sus fans destacan la protagonista del filme Amelie, Audrey

Tautou, Adanowsky quiso trascender y hacerse conocer por todo el mundo, lo que lo llevó a mudarse a Los Ángeles y luego a México.

Las giras que ha realizado alrededor del mundo le han sido útiles para difundir su música y realizar show histriónicos, lo que le ha generado muchos seguidores.

En cuanto al cine, su última participación fue en el reciente filme de su padre La danza de la realidad.

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El cineasta ‘maldito’

José Mojica Marins es el creador del oscuro y tétrico ‘’Drácula sudamericano’

/ 8 de diciembre de 2013 / 04:00

José Mojica Marins es uno de esos cineastas a los que califican de creadores malditos. El brasileño apostó por realizar películas de terror, lo que lo catapultó como uno de los exponentes más importantes de este género con el oscuro personaje Zé do Caixao.

Calificado como el anticristo del cine sudamericano, nació un viernes 13 de marzo de 1936 en Sao Paulo.

Pasó la mitad de su infancia dentro de una sala de cine, donde su padre fungía de gerente y su madre era la encargada de la tienda de dulces.

La labor de sus progenitores y su infancia ligada al séptimo arte, le hicieron concebir su futuro profesional como director de cine.

Vestido siempre de negro, con una capa larga, sombrero de copa y las uñas de las manos muy largas, —similar al personaje de cómics Mandraque— Mojica creó y encarnó a Zé do Caixao en todos sus filmes.

La formación tradicional nunca le cuadró del todo, por ello optó por filmar de manera empírica y crear mundos surrealistas del terror.

En principio su arte no era bien recibido por sectores tradicionales del cine, pero su constancia y talento lo hicieron despegar a la fama.

Fiel admirador de Luis Buñuel y declarado apasionado de lo oscuro, tétrico y del gore —tipo de cine centrado en la violencia gráfica— Mojica filmó películas en formato 8 milímetros con recursos bastante limitados, pero con mucho entusiasmo.

Una vida austera, aunque prolífica fue la que llevó Mojica Marins porque los recursos que generaba con la exposición de una película, eran inmediatamente reinvertidos en un siguiente proyecto cinematográfico.

La sangre, la violencia, el suspenso, la oscuridad, el placer y la locura son algunos elementos que adornan los guiones de este cineasta, que por su contenido fueron censuradas y hoy son obras de culto.

En Brasil, el oscuro personaje Zé do Caixao fue tan relevante que Mojica aceptó que se hicieran canciones, homenajes y hasta historietas del llamado ‘Drácula sudamericano’.

Entre sus películas, desde que empezó a filmar en 1960, destacan: Encarnación del demonio, Adolescencia en trance, Exorcismo negro, Mundo-mercado de sexo, El hijo del sexo explícito, El vampiro de la cinemateca, Perversión, Esta noche yo poseeré tu cuerpo, El fin del hombre, entre otras más.

Mojica fue excomulgado por la  Iglesia Católica por el contenido de sus filmes, sin embargo esta situación no lo frenó para seguir haciendo cine.

El pasado noviembre, el cineasta fue el invitado especial y homenajeado del Festival de Cine Pachamama-Cinema de la Fronteira en Río Branco, Brasil, donde se exhibieron sus películas y compartió con sus seguidores.

Enfundado en su atuendo lúgubre de Zé do Caixao, con las uñas afiladas de los pulgares y acompañado de un escenario tétrico; el director brasileño fue reconocido como un de los exponentes más importantes de terror tanto en Brasil como en América Latina.

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/ 8 de diciembre de 2013 / 04:00

José Mojica Marins es uno de esos cineastas a los que califican de creadores malditos. El brasileño apostó por realizar películas de terror, lo que lo catapultó como uno de los exponentes más importantes de este género con el oscuro personaje Zé do Caixao.

Calificado como el anticristo del cine sudamericano, nació un viernes 13 de marzo de 1936 en Sao Paulo.

Pasó la mitad de su infancia dentro de una sala de cine, donde su padre fungía de gerente y su madre era la encargada de la tienda de dulces.

La labor de sus progenitores y su infancia ligada al séptimo arte, le hicieron concebir su futuro profesional como director de cine.

Vestido siempre de negro, con una capa larga, sombrero de copa y las uñas de las manos muy largas, —similar al personaje de cómics Mandraque— Mojica creó y encarnó a Zé do Caixao en todos sus filmes.

La formación tradicional nunca le cuadró del todo, por ello optó por filmar de manera empírica y crear mundos surrealistas del terror.

En principio su arte no era bien recibido por sectores tradicionales del cine, pero su constancia y talento lo hicieron despegar a la fama.

Fiel admirador de Luis Buñuel y declarado apasionado de lo oscuro, tétrico y del gore —tipo de cine centrado en la violencia gráfica— Mojica filmó películas en formato 8 milímetros con recursos bastante limitados, pero con mucho entusiasmo.

Una vida austera, aunque prolífica fue la que llevó Mojica Marins porque los recursos que generaba con la exposición de una película, eran inmediatamente reinvertidos en un siguiente proyecto cinematográfico.

La sangre, la violencia, el suspenso, la oscuridad, el placer y la locura son algunos elementos que adornan los guiones de este cineasta, que por su contenido fueron censuradas y hoy son obras de culto.

En Brasil, el oscuro personaje Zé do Caixao fue tan relevante que Mojica aceptó que se hicieran canciones, homenajes y hasta historietas del llamado ‘Drácula sudamericano’.

Entre sus películas, desde que empezó a filmar en 1960, destacan: Encarnación del demonio, Adolescencia en trance, Exorcismo negro, Mundo-mercado de sexo, El hijo del sexo explícito, El vampiro de la cinemateca, Perversión, Esta noche yo poseeré tu cuerpo, El fin del hombre, entre otras más.

Mojica fue excomulgado por la  Iglesia Católica por el contenido de sus filmes, sin embargo esta situación no lo frenó para seguir haciendo cine.

El pasado noviembre, el cineasta fue el invitado especial y homenajeado del Festival de Cine Pachamama-Cinema de la Fronteira en Río Branco, Brasil, donde se exhibieron sus películas y compartió con sus seguidores.

Enfundado en su atuendo lúgubre de Zé do Caixao, con las uñas afiladas de los pulgares y acompañado de un escenario tétrico; el director brasileño fue reconocido como un de los exponentes más importantes de terror tanto en Brasil como en América Latina.

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