Wednesday 24 Apr 2024 | Actualizado a 03:11 AM

Congreso de cine y audiovisual

En Cochabamba se discutieron las propuestas para una nueva ley del cine

Entre el 12 y 14 de julio, en Cochabamba, se llevó a cabo el Congreso del Cine y el Audiovisual Boliviano, con el objetivo de tratar las propuestas para reemplazar la Ley de Cine Nº 1302 de 1991 con una nueva ley con visión de futuro acorde a los tiempos de cambio y grandes transformaciones que se dan en el país, el continente y el mundo.

Por primera vez en la historia del cine y audiovisual boliviano, se observó la presencia de jóvenes realizadores indígenas, representantes de escuelas de cine, circuitos alternativos de difusión, universidades y redes sociales, algo inédito que marcó un decisivo aporte al diseño y construcción de las bases fundamentales del nuevo marco legal, principal objetivo del evento.

Con el apoyo de TelArtes en la metodología, reflexionamos, dialogamos y discutimos sobre el futuro del cine boliviano más de 200 participantes, entre directores, guionistas, músicos, fotógrafos, realizadores, actores, actrices, productores y técnicos, mayoritariamente independientes, de asociaciones, escuelas de cine, cine clubes, estudiantes y empresarios del sector, en cuatro colectivos de trabajo y en un ambiente de respeto y cordialidad.

Los temas que nos convocaron al diálogo y discusión fueron principalmente la participación y responsabilidad del Estado en el proceso de refundación del sector cinematográfico y audiovisual, la preservación del patrimonio y archivo fílmico del cual el pueblo boliviano es único y legítimo propietario. Se destacaron en el debate conceptos como el de soberanía y control del Estado sobre las pantallas de cine, convocatorias públicas para institucionalizar el sector en los diferentes niveles de dirección y administración, acceso a los fondos de fomento por concurso, circuitos alternativos de difusión como los cine clubes en la cadena cinematográfica y audiovisual, nuevas tecnologías y cine digital.

Teniendo como eje la propuesta de las organizaciones indígenas, originarias y campesinas (CEFREC-CAIB), se llegaron a consensos importantes en capítulos correspondientes al objeto y finalidades de la nueva ley, la creación del Consejo Plurinacional del Cine y Audiovisual y Consejos Departamentales de Cine y Audiovisual, del Fondo de Fomento Cinematográfico y Audiovisual, del Archivo Fílmico Nacional (Cineteca Boliviana) y la distribución, exhibición y comercialización.

Para el cierre y con el apoyo decidido de todos los participantes, se conformó una Comisión de Seguimiento integrado por 13 personas, representantes de todos los sectores del ámbito cinematográfico y regional del país, cuya tarea principal será sistematizar y elaborar el documento final consensuado en el Congreso para su presentación en breve plazo a la Asamblea Legislativa Plurinacional por intermedio del Ministerio de Culturas y estar pendientes de la promulgación de la nueva Ley de la Cinematografía y Audiovisual Boliviano por parte del Órgano Ejecutivo.

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Congreso de cine y audiovisual

En Cochabamba se discutieron las propuestas para una nueva ley del cine

Entre el 12 y 14 de julio, en Cochabamba, se llevó a cabo el Congreso del Cine y el Audiovisual Boliviano, con el objetivo de tratar las propuestas para reemplazar la Ley de Cine Nº 1302 de 1991 con una nueva ley con visión de futuro acorde a los tiempos de cambio y grandes transformaciones que se dan en el país, el continente y el mundo.

Por primera vez en la historia del cine y audiovisual boliviano, se observó la presencia de jóvenes realizadores indígenas, representantes de escuelas de cine, circuitos alternativos de difusión, universidades y redes sociales, algo inédito que marcó un decisivo aporte al diseño y construcción de las bases fundamentales del nuevo marco legal, principal objetivo del evento.

Con el apoyo de TelArtes en la metodología, reflexionamos, dialogamos y discutimos sobre el futuro del cine boliviano más de 200 participantes, entre directores, guionistas, músicos, fotógrafos, realizadores, actores, actrices, productores y técnicos, mayoritariamente independientes, de asociaciones, escuelas de cine, cine clubes, estudiantes y empresarios del sector, en cuatro colectivos de trabajo y en un ambiente de respeto y cordialidad.

Los temas que nos convocaron al diálogo y discusión fueron principalmente la participación y responsabilidad del Estado en el proceso de refundación del sector cinematográfico y audiovisual, la preservación del patrimonio y archivo fílmico del cual el pueblo boliviano es único y legítimo propietario. Se destacaron en el debate conceptos como el de soberanía y control del Estado sobre las pantallas de cine, convocatorias públicas para institucionalizar el sector en los diferentes niveles de dirección y administración, acceso a los fondos de fomento por concurso, circuitos alternativos de difusión como los cine clubes en la cadena cinematográfica y audiovisual, nuevas tecnologías y cine digital.

Teniendo como eje la propuesta de las organizaciones indígenas, originarias y campesinas (CEFREC-CAIB), se llegaron a consensos importantes en capítulos correspondientes al objeto y finalidades de la nueva ley, la creación del Consejo Plurinacional del Cine y Audiovisual y Consejos Departamentales de Cine y Audiovisual, del Fondo de Fomento Cinematográfico y Audiovisual, del Archivo Fílmico Nacional (Cineteca Boliviana) y la distribución, exhibición y comercialización.

Para el cierre y con el apoyo decidido de todos los participantes, se conformó una Comisión de Seguimiento integrado por 13 personas, representantes de todos los sectores del ámbito cinematográfico y regional del país, cuya tarea principal será sistematizar y elaborar el documento final consensuado en el Congreso para su presentación en breve plazo a la Asamblea Legislativa Plurinacional por intermedio del Ministerio de Culturas y estar pendientes de la promulgación de la nueva Ley de la Cinematografía y Audiovisual Boliviano por parte del Órgano Ejecutivo.

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Jorge Sanjinés y el cine militante

Un repaso de la trayectoria del director boliviano en el contexto de la historia del llamado ‘cine junto al pueblo’

La Videoteca Barbarroja, espacio de discusión y reflexión dedicado a la promoción y difusión del Nuevo Cine Latinoamericano en Bolivia, al cumplir 13 años de actividades este 2013, en homenaje a la obra de Jorge Sanjinés proyectará en todo el país cuatro películas fundamentales de su filmografía: Yawar Mallku, El coraje del pueblo, El enemigo principal  e Insurgentes.

Con el convencimiento de encontrar en la trayectoria y obra de Jorge Sanjinés las claves de un cine político, urgente y combatiente, destacamos a continuación los hitos que se convierten en compromiso con la causa del pueblo.

“La verdad por intermedio de la belleza”, postulado irrenunciable de todo arte que pretenda ser revolucionario, es la idea-eje alrededor de la cual gira toda la obra de Sanjinés. Y la verdad sólo puede surgir a través de la penetración en el alma popular, en los ritmos internos del pueblo, en la captación de la cultura. Esta búsqueda —y el requerimiento de inventar un lenguaje afín a sus necesidades que permitan crear junto al pueblo el instrumento que al servir de medio expresivo contribuya a elevar su conciencia— es el mayor reto de una creatividad profunda y auténtica.

En un continente que lucha por su liberación, el cine revolucionario deberá ser antiimperialista por razones ideológicas y, en consecuencia, desempeñar una labor de denuncia, de clarificación y de rescate. Así contribuirá a la toma de conciencia de las culturas nacionales, a la par que éstas participen contribuyendo a su desarrollo.

REVOLUCIÓN. La teoría y práctica del cine revolucionario, en el caso boliviano, nacen de las reflexiones y experiencias acumuladas durante los primeros años de búsqueda y trabajo de Sanjinés y el Grupo Ukamau. Para situarnos en la perspectiva histórica, es importante referirnos a algunos antecedentes del cine al servicio del pueblo en muchos países del mundo.

El triunfo de la Revolución de Octubre en la Rusia zarista y los contenidos humanos más profundos de ese proceso trascendental influyeron de manera determinante en este cine. La participación activa del pueblo, el aliento revolucionario y popular están presentes en la maravillosa película de Serguéi Einsenstein El acorazado Potemkin (1925), realizada con la población de Odesa.

Los trabajos de Joris Ivens, notable cineasta holandés y uno de los pioneros del cine documental y revolucionario, son de importancia capital. Los filmes Borinage (1935) sobre la situación de los mineros belgas, Tierra de España (1937) sobre la guerra civil española, Larga marcha sobre la Revolución China, Paralelo 17 sobre Vietnam y El pueblo y sus fusiles sobre Laos son los filmes más representativos de cine revolucionario.

Cineastas cubanos como Santiago Álvarez, Julio García Espinosa y José Massip filmaron en Vietnam y Laos Hanoi, Martes 13 y Tercer mundo, Tercera Guerra Mundial, notables películas que a tiempo de exaltar el valor del pueblo denuncian al enemigo imperialista y lo explican.

En África, durante esos años, aparecieron importantes filmes anticolonialistas. En Sudáfrica se efectuaron  clandestinamente películas reveladoras del inhumano régimen del apartheid. La última tumba de Dimbaza (1973) y El fin del diálogo (1969) son ejemplos elocuentes del cine de denuncia.

En los países árabes se destacan los trabajos de Youssef Chahine, egipcio, autor de La tierra (1968), notable película por su calidad humana y lucidez. Existe una numerosa filmografía sobre Palestina que enfoca los diferentes problemas del pueblo palestino despojado de su tierra y enfrentado al sionismo y al imperialismo. Entre las principales están: Ellos no existen (1974), un canto al pueblo y a su voluntad de vivir y de luchar por su derechos, y Revolución hasta la victoria, sobre la cuestión palestino-israelí, producida por norteamericanos de origen judío, es un llamado a la creación de una Palestina laica y democrática. Las últimas imágenes dan la palabra a Yasser Arafat.

En la América Latina contemporánea surgió y se desarrolló un cine revolucionario de forma paralela al proceso de agudización de las condiciones sociopolíticas de las naciones latinoamericanas. En 1957, Fernando Birri organizó en la Argentina la Escuela Documental de Santa Fe y propuso “un cine que afirme los valores del pueblo, que enjuicie y denuncie la realidad montada por la opresión”.

Desde fines de 1961, año del estreno de Los inundados de Fernando Birri hasta octubre de 1968, fecha de la Primera Muestra de Cine Documental Latinoamericano, efectuada en Mérida, Venezuela, se pueden encontrar resultados cuantitativos y cualitativos en el cine revolucionario de América Latina.

En Mérida se vieron los trabajos documentales políticos,  de Mario Handler; el breve pero eficaz film de montaje Now, de Santiago Álvarez (Cuba); La hora de los hornos, de Fernando Solanas (Argentina); el primer cortometraje, de Miguel Littín (Chile); los filmes sobre cultura popular, de Sergio Muniz; Vidas secas, de Nelson Pereira dos Santos, y el documental Mayoría absoluta, de León Hirszman del Brasil, los filmes etnográficos de Raymundo Gleyzer y los trabajos indigenistas de Manuel Chambi del Perú, La ciudad que nos mira de Jesús Guedes y Pozo muerto de Carlos Rebolledo y Edmundo Aray que presentan problemas candentes de la realidad social y económica de Venezuela. Y por Bolivia, llevando la voz del Grupo Ukamau, Jorge Sanjinés presentó Revolución, Aysa! y Ukamau.

FILMES. Además del encuentro en Mérida, obras de la envergadura de Tierra en trance, de Glauber Rocha; Los fusiles, de Ruy Guerra; El profeta del hambre, de Capovilla, y una buena parte de los filmes del Cinema Novo brasileño y del Nuevo Cine Latinoamericano hasta la experiencia de México Insurgente, de Paul Leduc, serán determinantes en la obra de Sanjinés.

Los filmes de Sanjinés y sus reflexiones acerca de la experiencia acumulada constituyen importantes aportes para la consolidación de la teoría y práctica del cine revolucionario, por su dominio de la técnica, la poesía de la austeridad de la imagen, la limpieza y sobriedad del lenguaje y la autenticidad en los personajes que reviven un pedazo de su propia existencia.

Jorge Sanjinés ha realizado los cortometrajes Sueños y realidades (1961), Revolución (1962) y Aysa! (1965) y los largometrajes Ukamau (1966), Yawar mallku (1969), Viaje a la Independencia por el camino de la muerte (1970), El coraje del pueblo (1971), El enemigo principal (1974), Fuera de aquí (1977),  Banderas del amanecer (1983), La nación clandestina (1989), Para recibir el canto de los pájaros (1995), Los hijos del último jardín (2004) e Insurgentes (2012). La película Yawar mallku ha sido seleccionada por la Unesco como una de las mejores 100 películas de la historia del cine mundial.

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Jorge Sanjinés y el cine militante

Un repaso de la trayectoria del director boliviano en el contexto de la historia del llamado ‘cine junto al pueblo’

La Videoteca Barbarroja, espacio de discusión y reflexión dedicado a la promoción y difusión del Nuevo Cine Latinoamericano en Bolivia, al cumplir 13 años de actividades este 2013, en homenaje a la obra de Jorge Sanjinés proyectará en todo el país cuatro películas fundamentales de su filmografía: Yawar Mallku, El coraje del pueblo, El enemigo principal  e Insurgentes.

Con el convencimiento de encontrar en la trayectoria y obra de Jorge Sanjinés las claves de un cine político, urgente y combatiente, destacamos a continuación los hitos que se convierten en compromiso con la causa del pueblo.

“La verdad por intermedio de la belleza”, postulado irrenunciable de todo arte que pretenda ser revolucionario, es la idea-eje alrededor de la cual gira toda la obra de Sanjinés. Y la verdad sólo puede surgir a través de la penetración en el alma popular, en los ritmos internos del pueblo, en la captación de la cultura. Esta búsqueda —y el requerimiento de inventar un lenguaje afín a sus necesidades que permitan crear junto al pueblo el instrumento que al servir de medio expresivo contribuya a elevar su conciencia— es el mayor reto de una creatividad profunda y auténtica.

En un continente que lucha por su liberación, el cine revolucionario deberá ser antiimperialista por razones ideológicas y, en consecuencia, desempeñar una labor de denuncia, de clarificación y de rescate. Así contribuirá a la toma de conciencia de las culturas nacionales, a la par que éstas participen contribuyendo a su desarrollo.

REVOLUCIÓN. La teoría y práctica del cine revolucionario, en el caso boliviano, nacen de las reflexiones y experiencias acumuladas durante los primeros años de búsqueda y trabajo de Sanjinés y el Grupo Ukamau. Para situarnos en la perspectiva histórica, es importante referirnos a algunos antecedentes del cine al servicio del pueblo en muchos países del mundo.

El triunfo de la Revolución de Octubre en la Rusia zarista y los contenidos humanos más profundos de ese proceso trascendental influyeron de manera determinante en este cine. La participación activa del pueblo, el aliento revolucionario y popular están presentes en la maravillosa película de Serguéi Einsenstein El acorazado Potemkin (1925), realizada con la población de Odesa.

Los trabajos de Joris Ivens, notable cineasta holandés y uno de los pioneros del cine documental y revolucionario, son de importancia capital. Los filmes Borinage (1935) sobre la situación de los mineros belgas, Tierra de España (1937) sobre la guerra civil española, Larga marcha sobre la Revolución China, Paralelo 17 sobre Vietnam y El pueblo y sus fusiles sobre Laos son los filmes más representativos de cine revolucionario.

Cineastas cubanos como Santiago Álvarez, Julio García Espinosa y José Massip filmaron en Vietnam y Laos Hanoi, Martes 13 y Tercer mundo, Tercera Guerra Mundial, notables películas que a tiempo de exaltar el valor del pueblo denuncian al enemigo imperialista y lo explican.

En África, durante esos años, aparecieron importantes filmes anticolonialistas. En Sudáfrica se efectuaron  clandestinamente películas reveladoras del inhumano régimen del apartheid. La última tumba de Dimbaza (1973) y El fin del diálogo (1969) son ejemplos elocuentes del cine de denuncia.

En los países árabes se destacan los trabajos de Youssef Chahine, egipcio, autor de La tierra (1968), notable película por su calidad humana y lucidez. Existe una numerosa filmografía sobre Palestina que enfoca los diferentes problemas del pueblo palestino despojado de su tierra y enfrentado al sionismo y al imperialismo. Entre las principales están: Ellos no existen (1974), un canto al pueblo y a su voluntad de vivir y de luchar por su derechos, y Revolución hasta la victoria, sobre la cuestión palestino-israelí, producida por norteamericanos de origen judío, es un llamado a la creación de una Palestina laica y democrática. Las últimas imágenes dan la palabra a Yasser Arafat.

En la América Latina contemporánea surgió y se desarrolló un cine revolucionario de forma paralela al proceso de agudización de las condiciones sociopolíticas de las naciones latinoamericanas. En 1957, Fernando Birri organizó en la Argentina la Escuela Documental de Santa Fe y propuso “un cine que afirme los valores del pueblo, que enjuicie y denuncie la realidad montada por la opresión”.

Desde fines de 1961, año del estreno de Los inundados de Fernando Birri hasta octubre de 1968, fecha de la Primera Muestra de Cine Documental Latinoamericano, efectuada en Mérida, Venezuela, se pueden encontrar resultados cuantitativos y cualitativos en el cine revolucionario de América Latina.

En Mérida se vieron los trabajos documentales políticos,  de Mario Handler; el breve pero eficaz film de montaje Now, de Santiago Álvarez (Cuba); La hora de los hornos, de Fernando Solanas (Argentina); el primer cortometraje, de Miguel Littín (Chile); los filmes sobre cultura popular, de Sergio Muniz; Vidas secas, de Nelson Pereira dos Santos, y el documental Mayoría absoluta, de León Hirszman del Brasil, los filmes etnográficos de Raymundo Gleyzer y los trabajos indigenistas de Manuel Chambi del Perú, La ciudad que nos mira de Jesús Guedes y Pozo muerto de Carlos Rebolledo y Edmundo Aray que presentan problemas candentes de la realidad social y económica de Venezuela. Y por Bolivia, llevando la voz del Grupo Ukamau, Jorge Sanjinés presentó Revolución, Aysa! y Ukamau.

FILMES. Además del encuentro en Mérida, obras de la envergadura de Tierra en trance, de Glauber Rocha; Los fusiles, de Ruy Guerra; El profeta del hambre, de Capovilla, y una buena parte de los filmes del Cinema Novo brasileño y del Nuevo Cine Latinoamericano hasta la experiencia de México Insurgente, de Paul Leduc, serán determinantes en la obra de Sanjinés.

Los filmes de Sanjinés y sus reflexiones acerca de la experiencia acumulada constituyen importantes aportes para la consolidación de la teoría y práctica del cine revolucionario, por su dominio de la técnica, la poesía de la austeridad de la imagen, la limpieza y sobriedad del lenguaje y la autenticidad en los personajes que reviven un pedazo de su propia existencia.

Jorge Sanjinés ha realizado los cortometrajes Sueños y realidades (1961), Revolución (1962) y Aysa! (1965) y los largometrajes Ukamau (1966), Yawar mallku (1969), Viaje a la Independencia por el camino de la muerte (1970), El coraje del pueblo (1971), El enemigo principal (1974), Fuera de aquí (1977),  Banderas del amanecer (1983), La nación clandestina (1989), Para recibir el canto de los pájaros (1995), Los hijos del último jardín (2004) e Insurgentes (2012). La película Yawar mallku ha sido seleccionada por la Unesco como una de las mejores 100 películas de la historia del cine mundial.

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