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Dora Maar, más allá de Picasso

Fue la compañera de Pablo Picasso durante diez años, experiencia que marcó su vida

/ 4 de agosto de 2013 / 04:00

Atractiva, seductora, pasional, culta, fotógrafa, pintora, amiga de Paul Eluard, André Breton, Yves Tanguy, Georges Bataille y amante de Pablo Picasso. Dora Maar (1907-1997) ha pasado a la historia como una de las mujeres que más amó al pintor, pero también como la víctima de sus muchas conquistas, de su abandono. Es la mujer del llanto, incapaz de superar el verse apartada por una nueva amante, Françoise Gilot, después de compartir su mundo a partir de 1936, durante diez años. Victoria Combalía ha buceado en su vida y el resultado es Dora Maar. Más allá de Picasso (Circe, 2013), una biografía en la que ha trabajado en los últimos 20 años.

“Tras descubrir que no estaba ni muerta ni loca, pensé en entrevistarla. Me dijeron que no contestaría y que no respondería jamás preguntas sobre el pintor, del cual hacía 50 años que se había separado. Pero sí lo hizo”, explica la crítica. Las conversaciones con ella, su conocimiento de la vida y la obra de Picasso y el poder acceder a las fotografías, cuadros, libros, documentos, objetos varios que pertenecieron a Maar antes de ser subastados entre 1998 y 1999 en París, además de consultar en 2010 otros 2.000 documentos puestos a su disposición por los herederos de la fotógrafa, le han permitido elaborar “como una detective” la “biografía definitiva de Dora Maar”, asegura. En ella, aparte de su relación con Picasso, recorre toda la vida de la fotógrafa, desde su nacimiento hasta la subasta de sus pertenencias una vez fallecida, el 16 de julio de 1997.

Que Dora Maar tuvo una vida más allá de Picasso queda muy claro con el libro de Combalía. De hecho, el encuentro de 1936 entre Dora Maar y Picasso se produce a partir de la mitad de la biografía. Antes, la autora se recrea en la infancia de Maar en Argentina, aportando su partida de nacimiento, inédita, en la que consta que no era judía, explicando con detalle sus estudios, su relación con la familia, mucho más cordial que lo que se había explicado, tal y como reflejan las cartas cruzadas entre los padres y Dora. También se detalla su vinculación con el surrealismo o con grupos de la ultraizquierda de los años treinta en Francia, como Contre-Attaque, que animaba Bataille, con el que vivió un triángulo amoroso, según la autora, del que formaba parte Colette Peignot.

Según Combalía, el conocido episodio de 1936 en el que Maar se lastimó la mano con su navaja para llamar la atención del pintor, denota un comportamiento masoquista y marcó la relación de la pareja, en la que ella era la víctima que aguantaba las infidelidades de Picasso que aparece en el libro como un sádico machista. “Según Picasso, todas las mujeres eran máquinas de sufrir”, explica. Y esta relación es la que nos cautiva, según la autora. “Se trata de un combate entre dos personalidades fuertes. Maar se entregó de forma absoluta, fue un amour fou que la marcó para el resto de sus días”. De hecho, no se le conoció un amante con posterioridad a Picasso.

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Dora Maar, más allá de Picasso

Fue la compañera de Pablo Picasso durante diez años, experiencia que marcó su vida

/ 4 de agosto de 2013 / 04:00

Atractiva, seductora, pasional, culta, fotógrafa, pintora, amiga de Paul Eluard, André Breton, Yves Tanguy, Georges Bataille y amante de Pablo Picasso. Dora Maar (1907-1997) ha pasado a la historia como una de las mujeres que más amó al pintor, pero también como la víctima de sus muchas conquistas, de su abandono. Es la mujer del llanto, incapaz de superar el verse apartada por una nueva amante, Françoise Gilot, después de compartir su mundo a partir de 1936, durante diez años. Victoria Combalía ha buceado en su vida y el resultado es Dora Maar. Más allá de Picasso (Circe, 2013), una biografía en la que ha trabajado en los últimos 20 años.

“Tras descubrir que no estaba ni muerta ni loca, pensé en entrevistarla. Me dijeron que no contestaría y que no respondería jamás preguntas sobre el pintor, del cual hacía 50 años que se había separado. Pero sí lo hizo”, explica la crítica. Las conversaciones con ella, su conocimiento de la vida y la obra de Picasso y el poder acceder a las fotografías, cuadros, libros, documentos, objetos varios que pertenecieron a Maar antes de ser subastados entre 1998 y 1999 en París, además de consultar en 2010 otros 2.000 documentos puestos a su disposición por los herederos de la fotógrafa, le han permitido elaborar “como una detective” la “biografía definitiva de Dora Maar”, asegura. En ella, aparte de su relación con Picasso, recorre toda la vida de la fotógrafa, desde su nacimiento hasta la subasta de sus pertenencias una vez fallecida, el 16 de julio de 1997.

Que Dora Maar tuvo una vida más allá de Picasso queda muy claro con el libro de Combalía. De hecho, el encuentro de 1936 entre Dora Maar y Picasso se produce a partir de la mitad de la biografía. Antes, la autora se recrea en la infancia de Maar en Argentina, aportando su partida de nacimiento, inédita, en la que consta que no era judía, explicando con detalle sus estudios, su relación con la familia, mucho más cordial que lo que se había explicado, tal y como reflejan las cartas cruzadas entre los padres y Dora. También se detalla su vinculación con el surrealismo o con grupos de la ultraizquierda de los años treinta en Francia, como Contre-Attaque, que animaba Bataille, con el que vivió un triángulo amoroso, según la autora, del que formaba parte Colette Peignot.

Según Combalía, el conocido episodio de 1936 en el que Maar se lastimó la mano con su navaja para llamar la atención del pintor, denota un comportamiento masoquista y marcó la relación de la pareja, en la que ella era la víctima que aguantaba las infidelidades de Picasso que aparece en el libro como un sádico machista. “Según Picasso, todas las mujeres eran máquinas de sufrir”, explica. Y esta relación es la que nos cautiva, según la autora. “Se trata de un combate entre dos personalidades fuertes. Maar se entregó de forma absoluta, fue un amour fou que la marcó para el resto de sus días”. De hecho, no se le conoció un amante con posterioridad a Picasso.

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