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Shakespeare, tragedia española

Una ese perdida en palabras como darkness (oscuridad) y spotless (inmaculado). Poner “luego” donde debía poner “que”. Y oes donde no venían a cuento. A William Shakespeare se le caza por sus erratas. Al menos eso opina Douglas Bruster, investigador y profesor de la Universidad de Austin, que afirma haber probado que el escritor corrigió y añadió texto a la obra La tragedia española, de Thomas Kyd.

El maremoto en las tranquilas aguas del mundo shakespeariano se desató a raíz de un artículo en The New York Times. La clave parece estar en cinco modificaciones realizadas en el texto de Kyd, 325 líneas añadidas en 1602, una década después de la primera versión de la obra.

“No ha sobrevivido ninguna versión manuscrita”, afirma Bruster. “Sin embargo, una lectura detallada atendiendo a los errores del texto y la forma de deletrear determinadas palabras coinciden absolutamente con la escritura de Shakespeare”.

Aunque hasta el poeta Samuel Coleridge ya dijo en 1833 que los retoques sonaban a Shakespeare, en España, escenario de la trama, se recomienda prudencia para valorar este análisis. Clara Calvo y Jesús Tronch, responsables de la edición crítica de cabecera de La tragedia española, tienen cautela si se les pide una afirmación tajante.

“Será más una cuestión de fe, de que uno quiera pensar que estos añadidos son de Shakespeare o no”, afirma Tronch, profesor de la Universidad de Valencia.  

La trama de La tragedia española es salvaje. Hierónimo, un corregidor del imperio español, ve cómo su hijo, Horacio, es asesinado por el vástago del rey, Lorenzo, por ser el favorito de Andrea, la mujer que ama el sucesor del trono. Traicionado por el Gobierno al que sirve, Hierónimo decide emprender una brutal venganza contra toda la cúpula del poder. “La elección de España, hoy en día, no parece tener mayor importancia”, indica Jesús Tronch. “Sin embargo, si se lee pensando en la época, hay que tener en cuenta que España era una gran superpotencia. Para entendernos con una comparación algo burda, sería como si un autor actual escribiese una novela en la que un funcionario de la Casa Blanca asesina al Presidente.

Las razones para que el texto se cambiara pueden obedecer, según indica Clara Calvo, a una estrategia comercial. La tragedia española había sido “un blockbuster de la época”, en su primera versión de 1592.

Dos compañías rivales, The Chamberlain’s Men, donde trabajaba William Shakespeare, y The Admiral’s Men, del empresario Philip Henslowe, se hicieron con el texto. Ambas contaban con los dos actores más famosos de la época, que interpretaron el papel principal. “Esta situación era poco usual, porque la mayoría de los derechos de las obras pertenecían a una sola compañía”, asevera Calvo. “Es posible que estos cambios fueran fruto del intento de ofrecer algo distinto a la competencia”