Retorno
De tus manos emigra
una bandada de geranios
blancos
llenos de luz
como este día.

Y vuelo con ellos,
en esa formación
inventada por las alas
para cortar el viento
para no perderse
en el cielo
—donde no hay señales de tránsito—.

De súbito estoy
sentado en la banqueta
de una remota plaza
conversando,
riendo
con mis muertos.

Los geranios
abren las alas
“es la luz del regreso” —me digo—.
Y escucho debajo
de la tierra:

la muerte es una eterna primavera.

Estrella caminante
Tus pies llenos de caminos
se acercan
como una estrella ciega,
perdida,
llena de lodo
con sus
pies sangrantes
brillantes
y descalzos.

Mariposas de fuego
Yo he visto mariposas de fuego
cuando se incendian dos bocas,
cuando los pañuelos vuelan sobre los adioses,
cuando el viento las arrastra como pequeños soles,
cuando escribo estos versos
y por dentro me voy quemando
en cada palabra,
en cada silencio.

Llueve
Hoy llueve
sobre los andamios
de la tierra,
sobre las manos cerradas
como párpados dormidos
sobre un recuerdo ambiguo,
esa forma de darse que tiene
la tristeza.

Hoy llueve en estos versos
y es la lluvia
y son los pájaros
que invaden
los bosques descalzos
de mi infancia.

Pino en llamas
Y retorno
a tantas bocas:
uno se vuelve triste,
dicen los familiares.
Uno se vuelve solo,
dicen los amigos.
Pero todos afirman
que uno es tan extraño
que
de vez en cuando
te invitan a su mesa
para oírte,
para escuchar
el ruido seco
que producen las llamas
al quemarse el alma.