Novela negra a la carta
La novela policial vive un singular auge en Francia, con Fred Vargas a la cabeza
El género policiaco en Francia está de fiesta. Hace 152 años que Honoré de Balzac publicó Un asunto tenebroso, lo más próximo a una obra fundacional del género en el país, pero la literatura criminal no para de crecer más allá de los Pirineos y de extenderse por Europa rivalizando con nórdicos y anglosajones. Uno de cada cuatro libros vendidos en Francia es novela negra y casi todas las editoriales tienen su colección o sello policial. A la tradición del polar —nombre con el que se conoce popularmente en Francia al género negro— de los 60 y 70, con su carga social, se han unido voces jóvenes que han renovado el género sin perder su esencia.
El nombre de Fred Vargas aparece en cualquier conversación sobre el género en Francia. La creadora del comisario Adamsberg ha vendido 100.000 copias de La tercera virgen y destaca por su calidad. “Es la que más ha marcado esta época”, comenta el escritor Bernard Minier. “Es esencial por su fantasía, sus personajes, su punto de vista posmoderno y, sobre todo, su amor a la lengua”, asegura.
La nómina de autores de un género que ha inutilizado las etiquetas que trataban de clasificarlo es inabarcable. El thriller tiene en Francia una repercusión que no ha tenido fuera del mundo anglosajón y se nota en su proyección exterior. Franck Thilliez es el maestro de este subgénero. El autor de Gataca o Atomka constata la evolución en Francia: “Cuando era joven las librerías estaban copadas de literatura anglosajona. Ahora, la gente busca comprender la realidad en la que vive y hay muchos escritores capaces de divertir y explicar el mundo en que vivimos”.
“La tradición de señalar las zonas sombrías de la sociedad está muy viva”, asegura Olivier Truc, corresponsal de Le Monde para Escandinavia y exponente de la deslocalización del género con su primera novela, El último lapón. “Los autores de hoy han tenido recorridos menos politizados que sus predecesores de los 70, ligados a la extrema izquierda”, añade Truc rememorando a Jean-Pierre Manchette, Didier Daeninckx o Jean-Bernard Pouy.
Las voces femeninas destacan mucho y, algunas, precoces. Como Cécile Coulon, 23 años, seis novelas y un apoyo excepcional de crítica y público. Más ejemplos: Dominique Sylvain (autora de La ausencia del ogro) y Karine Giébel. “Son autores de entre 25 y 40 años, que no han conocido el Mayo del 68, que viven con las nuevas tecnologías”, resume Fernández.
La voracidad traductora completa un panorama difícil de igualar. Víctor del Árbol, Prix du polar Européen 2012 por La tristeza del samurari, o Carlos Salem han vivido un éxito de crítica y ventas y un reconocimiento en Francia que todavía se les niega en España. ¿Por qué triunfa tanto el género en Francia? Thilliez y Truc hablan de éxito mundial, de una oferta de evasión y de mucha calidad. Pero Minier lanza una alerta: “El peligro es que demasiado polar mate al polar”. Por ahora no ha ocurrido. La fiesta continúa.