Este año, la cuarta edición del Festival de Cine Pachamama-Cinema de la Fronteira se llevó a cabo en Río Branco, Brasil, del 18 al 24 de noviembre y abrió con Yvy Maraey-Tierra sin mal, del boliviano Juan Carlos Valdivia. Con sala repleta y muy buena recepción, la película fue un estreno en la Amazonía brasileña y contó con la participación de Elio Ortiz, protagonista del filme, como invitado especial de Pachamama.
El encuentro audiovisual se gestó, hace cuatro años gracias al esfuerzo del brasileño Sérgio de Carvalho y el boliviano Marcelo Cordero, ambos formados en cine y quienes se conocieron por casualidad en un festival de cortos en Atibaia, Brasil.
“Después de retornar de un viaje a Bolivia, donde visité el salar de Uyuni, Potosí, La Paz, Santa Cruz, Sucre y varios lugares más, me interesé por este país. No sabía ni un título de una película boliviana ni nombres de directores, entonces decidí explorar y el primer filme que vi fue Quién mató a la llamita blanca de Rodrigo Bellot”, rememoró Sérgio de Carvalho, director del Festival Pachamama.
La intención de integrar las fronteras, dar espacio al cine independiente y a producciones de pueblos indígenas fue uno de los motores que logró que el sueño despegara.
“Teníamos la necesidad de contar con un festival de relevancia en la región amazónica, que sirva como puente de conexión entre los países que comparten frontera: Bolivia, Brasil y Perú y que dé a conocer la cinematografía del continente y del mundo”, explicó Marcelo Cordero, quien llevó las riendas de la programación del festival en Río Branco.
En la muestra se proyectaron filmes como Soy mucho mejor que vos, del chileno Che Sandoval, Tanta agua, de la directora uruguaya Leticia Jorge, Á Meia Noite Levarei Sua Alma del director brasileño José Mojica, a quien se le hizo un reconocimiento por su trayectoria de más de 50 años dedicado al cine de terror que lo catapultó como uno de los máximos representantes de ese género en Brasil.
Otro protagonista de Pachamama fue Chico Mendes, el líder ecologista asesinado hace 25 años y quien luchó a favor de la conservación de la Amazonía. El cine comunitario e indígena también tuvo su espacio como una forma de romper murallas, hermanar y homenajear al desaparecido cineasta Stefan Kaspar, a quien se le dedicó la muestra competitiva.
“Perú tiene una presencia importante dentro del Pachamama desde varios actores, uno de ellos y el más importante es el Grupo Chaski, a la cabeza del ya fallecido Stefan Kaspar”, explicó Cordero.
A ellos se suma el grupo Nómadas de Perú —integrado por el tío y sobrino Aldo y Omar Callegari— quienes apoyan el festival con muestras itinerantes de cine en diferentes barrios de Río Branco como una forma de democratizar el audiovisual y buscar que llegue a más personas.
ENCUENTRO. Si bien el festival Pachamama fue un rotundo éxito con salas repletas, los organizadores no dejan de pensar en seguir fortaleciendo los lazos entre los tres países fronterizos y expandirse.
“Con el cine hay que romper fronteras económicas, culturales, y los preconceptos que hay entre pueblos y contra los indígenas”, dijo Carvallho, quien recalcó que sin el apoyo de Petrobras, la Fundación de Cultura y Comunicación Elias Mansour, la Universidad Federal del Acre, la Fundación Garibaldi, entre otras instituciones, el proyecto no podría haberse concretado.
“Creemos que el cine puede ser una herramienta de encuentro y diálogo porque obliga a ver al otro, a descubrir al otro, que el otro te mire a ti y se mire. En esencia, el cine es identidad y un reafirmador de cultura, pero a la vez es una ventana que te conecta al mundo”, acotó Cordero, quien afirmó además ser un boliviano enamorado de la Amazonía.
Carvalho hizo énfasis en que haber bautizado al festival con el nombre de Pachamama-Cinema de la Fronteira engloba a la Madre Tierra y cuestionar las fronteras.
“Para los indígenas de la Amazonía no hay fronteras geográficas; Brasil, Bolivia y Perú son un solo territorio; con el cine queremos que no haya fronteras para ninguno de nosotros y si bien el idioma puede ser una dificultad, el ‘portuñol’ se ha tornado el idioma oficial del Festival que nos permite comunicarnos. Cuestionamos la frontera y sus delimitaciones en lo contemporáneo”, dijo Carvalho.
En Río Branco, Carvalho —nacido en Sao Paulo— vio la posibilidad de hacer que la gente conozca la frontera desde lo cultural porque las fronteras siempre son sitios con muchos problemas sociales y usualmente lugares de intercambio.
La construcción de la carretera interoceánica que une a Brasil con el Pacífico, anunciada en 2002, fue otro factor que alimentó los deseos de que el cine sea la integración de los pueblos vecinos.
“En una megaobra obra, hay factores ambientales, sociales y económicos que impactan en los habitantes de las fronteras y pensamos el Festival Pachamama como forma de minimizar los impactos negativos y promover los intercambios culturales de los tres países”.
Karla Oliveira, productora del festival, señaló que lo que la motivó a ser parte de Pachamama es la energía y talento de las personas que gestaron el proyecto.
“Apostamos por la integración amazónica ”, señaló Karla, quien también es actriz. Uno de los aspectos más relevantes de Pachamama este año fue la programación que contó con filmes de exclusividad. “Tuvimos estrenos mundiales entre cortos y largometrajes, esto hace que el Festival sea a partir de esta edición una vitrina para el cine iberoamericano, ya que también hubo películas españolas, aunque poca participación de Bolivia”, resaltó Cordero.
“Otro de los logros significativos, pero que aún hay que trabajar, es la alianza con el Festival Internacional de Cine de Valdivia, Chile, y el acercamiento con el Ministerio de Culturas de Bolivia, quien nos visitó en esta edición”, contó Cordero.
En cuanto a la premiación del festival, en la categoría largometraje, el mejor filme fue para O Mestre e o Divino, del director brasileño Tiago Campos; el premio al mejor director recayó en Raúl Perrone, por el filme Pendejos; la mención especial del jurado fue para Ilusión, del español Daniel Castro. En cortometrajes, Bolivia brilló con el título de mejor dirección para Carlos Piñeiro por Plato paceño; la mención honrosa fue para el chileno José Luis Torres Leiva con El abrazo de Sandow, y el mejor cortometraje fue Otra noche en la tierra, del español David Muñoz. En la muestra Stefan Kaspar de cine comunitario, el premiado fue Mapuche gente de la Tierra, dirigido por Fábio Al Camino, Fernando Silva y Jamila Venturini.