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Un nuevo revoloteo de ‘La mariposa mundial’

El número 21 de la revista literaria La Mariposa Mundial —conocida también por su apelación zoológica local como El Taparacu Ecuménico— ha sido elaborado en un juego verdaderamente mundial a tres bandas. Mientras su director, Rodolfo Ortiz, operó desde Pittsburgh, Estados Unidos, Omar Rocha lo hizo desde Quito, Ecuador, y Benjamín Chávez y Rolando Costa desde La Paz, Bolivia. Así, la Mariposa voló de ida y voló de vuelta tantas veces como fue necesario para escribir, editar, diseñar, corregir e imprimir sus ochentaitantas páginas. Después de tanto mariposear, finalmente la publicación aterrizará esta semana en las librerías de La Paz.

Un reflejo —acaso casual— de este ecumenismo de La Mariposa Mundial es el tratamiento extenso y variado de uno de los grandes temas de la literatura: la traducción. “El dedicar una parte de este número de la revista a hablar del tema de la traducción —dice Omar Rocha— es parte de su mundialidad. La traducción es todo un mundo dentro de la literatura”.

“No de otra manera me apuro a entender que una constelación de palabras prefigura también la constelación de sus hablantes —dice por su parte Rodolfo Ortiz en la nota de presentación del número—. Alguien reescribe un poema, alguien lo transcribe, alguien lo glosa y lo replica, alguien lo desglosa o comenta o anota o rememora. Alguien traduce y se traduce. Y en ese aquí de las palabras, donde todo confluye hacia ese río último que celebra un borramiento de fronteras lingüísticas y culturales, descubrimos que un hecho histórico o un vocero callejero son imposibles de ser conocidos, a no ser por la intemperie que comienza en el trabajo de la lengua que lo narra, que trae ese pedazo de tiempo en la barca de su leyenda hecha de otras leyendas y que, a su vez, habrá que traducir.”

Y la discusión sobre la traducción tiene un pie en cada orilla. Así, en las páginas de La Mariposa Mundial Kent Johnson ofrece sus Notas sobre notas sobre traducción —una glosa a las notas de Eliot Weinberger, el traductor al inglés de Octavio Paz y Vicente Huidobro, entre otros—. Hace falta decir, por supuesto, que el artículo ha sido traducido del inglés por la poeta boliviana Emma Villazón, actualmente residenciada en Santiago de Chile. Rodolfo Ortiz publica su ensayo Borges, Benjamin y la traducción y Juan Cristóbal Mac Lean, el más constante de los traductores bolivianos de hoy, su texto De unas lenguas a las otras.

(Habrá que apuntar entre paréntesis que Kent Johnson y Forrest Gander obtuvieron en Estados Unidos el Premio PEN en Traducción de Poesía en 2002 por la obra Immanent Visitor: Selected Poems of Jaime Saenz.

El otro gran tema de este número de La Mariposa Mundial es, precisamente, Jaime Saenz. Para comenzar, se publica un texto inédito del poeta y narrador paceño. La historia parece ser la siguiente:  Saenz leyó las Añejerías paceñas de Ismael Sotomayor y Mogrovejo, por alguna razón no quedó muy contento, escribió una ‘añejería anexa’ sobre Mariano Melgarejo y la empastó en el mismo libro de Sotomayor. El texto fue descubierto por las herederas del escritor. Inicialmente se pensó incluirlo en su Prosa breve editada por Leonardo García Pabón, pero finalmente fue entregado a la revista dirigida por Ortiz.

A este hallazgo se suman dos poemas de Saenz no recogidos en libro y textos de Luis H. Antezana J., Claudio Cinti —el traductor de la novela de Saenz Felipe Delgado al italiano—, Marcelo Villena y Mauricio Souza. 

El número 18 de La Mariposa Mundial —una edición extraordinaria por sus materiales raros y por su gran cantidad de páginas— estuvo dedicado íntegramente a Jaime Saenz. “Algunos de los textos que publicamos en este número —explica Omar Rocha— quedaron por cuestiones de espacio fuera del número monográfico.

Aprovechamos que teníamos entre manos esa ‘joyita’ de Saenz [su ‘añejería anexa’] y en torno a ella armamos los otros materiales”.

El número 21 de La Mariposa Mundial ha sido editado en La Paz por Plural Editores y cuenta en esta oportunidad con el apoyo de la Universidad de  Pittsburgh, y del Bolivian Studies Journal, publicación académica dirigida por Elizabeth Monasterios y publicada por esa casa superior.

Un apunte final sobre Jaime Saenz. Alfonso Barrero Villanueva, uno de los amigos más queridos de Jaime Saenz (1921-1986) hace poco recibió de manos de Javier Molina unas fotografías tomadas el sábado 3 de marzo de 1979 en una fiesta de disfraces organizada por el propio Saenz con el nombre de Una noche en Montecarlo.

En la oportunidad Saenz oficio de anfitrión bajo la personalidad de El Castellano. Esa mítica fiesta está por fin documentada. Molina es el autor de las fotografías de Imágenes paceñas. Barrero publicó esas fotos en su página de internet de donde las tomamos.