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‘Ay la vida… Santi’

Murió el cantautor cubano Santiago Feliú; ésta es una sentida despedida

/ 16 de febrero de 2014 / 04:00

Hace 30 años, jugando con una radio de siete bandas, logré captar Radio Habana Cuba, con tal suerte que sonaba Silvio Rodríguez cantando una canción que no era suya, Cantaba Para Bárbara de Santiago Feliú. Ahí comienza mi vida con Santiago.

Como muchos trovadictos, empecé a buscarlo y seguirlo. Se tomaba mucho tiempo para sacar sus discos pero, en el Planeta Feliú, cada uno era más esperado que el anterior, 12 en total.

La primera vez que lo vi fue a finales de los 1990, en el Coliseo de la Universidad Católica de La Paz, junto al gran guitarrista cubano Elmer Ferrer y compartiendo con el maestro boliviano Álvaro Montenegro.

En 2001, apenas llegado a La Habana, recibí entradas para el concierto de Santi en el Teatro Astral. Lleno total, mucha juventud ansiosa de escucharlo. Fue un concierto de casi tres horas, casi no habló, solo cantaba. Ya sabíamos: lo suyo era el canto y la guitarra.

En 2007, en Vallegrande, con motivo de los 30 años de la muerte del Che, tuve la oportunidad de acercarme para regalarle un libro y un disco. Apenas me miró y curioseó los regalos. Tímidamente dijo: “Gracias”. Un cantautor boliviano, al verlo fumar, le recomendó: “No deberías hacerlo, te arruinará la voz”. Santi, lo miró y pasó de largo… lo suyo era el canto y la guitarra.

Yo trabajaba en la producción de conciertos, pero no imaginaba que cinco años después, en 2012, tendría la alegría de organizar su gira por Bolivia. Le asustaba la altura, pero no lo detenía.

En La Paz tuvo dos conciertos. Cuando me dio la lista de temas, lo miré algo sorprendido y le cuestioné: “Y Vida… no la cantarás? Seguro te la piden”. Me contestó sonriendo: “Chico, si ya no puedo cantarla al nivel del mar, imagínate aquí”. A la mitad del concierto se dio una escapada al camerino para tomar una gran bocanada de oxígeno. Al regresar alcanzó a decir: “Qué público más prendido, esto está lindo”. Y continuó cantando. Luego de despedirse y ante los aplausos, muy emocionado empezó a cantar: “Vida, traes entre las manos vivas / la esperanza y un motivo / para que tu sed resulte / para todos un camino”. Ya no la cantaba… pero lo hizo a 3.600 metros, desgarrando su voz y disparando la guitarra. Terminada su actuación, me confesó que ya no podría volver a La Paz, por la altura.

En Sucre cantó en el Parque Bolívar, en Cochabamba en el Teatro Achá. Al finalizar su último concierto, me acerqué, le di un abrazo y le expresé: “Sé que no podrás volver a La Paz, pero te agradezco haber aceptado venir a Bolivia, nos hiciste muy felices”. Respondió con una sonrisa: “No, chico, ya veremos cómo vuelvo a La Paz”. Lo suyo seguían siendo las canciones y la guitarra.

Habíamos vuelto a hablar para un eventual regreso a Bolivia, pero el miércoles 12 de febrero de 2014 desperté con la triste noticia de que se fue de gira eterna. Te extrañaremos… buen viaje Santi… no dejes de mandar tu luz.

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Murió el cantautor cubano Santiago Feliú; ésta es una sentida despedida

/ 16 de febrero de 2014 / 04:00

Hace 30 años, jugando con una radio de siete bandas, logré captar Radio Habana Cuba, con tal suerte que sonaba Silvio Rodríguez cantando una canción que no era suya, Cantaba Para Bárbara de Santiago Feliú. Ahí comienza mi vida con Santiago.

Como muchos trovadictos, empecé a buscarlo y seguirlo. Se tomaba mucho tiempo para sacar sus discos pero, en el Planeta Feliú, cada uno era más esperado que el anterior, 12 en total.

La primera vez que lo vi fue a finales de los 1990, en el Coliseo de la Universidad Católica de La Paz, junto al gran guitarrista cubano Elmer Ferrer y compartiendo con el maestro boliviano Álvaro Montenegro.

En 2001, apenas llegado a La Habana, recibí entradas para el concierto de Santi en el Teatro Astral. Lleno total, mucha juventud ansiosa de escucharlo. Fue un concierto de casi tres horas, casi no habló, solo cantaba. Ya sabíamos: lo suyo era el canto y la guitarra.

En 2007, en Vallegrande, con motivo de los 30 años de la muerte del Che, tuve la oportunidad de acercarme para regalarle un libro y un disco. Apenas me miró y curioseó los regalos. Tímidamente dijo: “Gracias”. Un cantautor boliviano, al verlo fumar, le recomendó: “No deberías hacerlo, te arruinará la voz”. Santi, lo miró y pasó de largo… lo suyo era el canto y la guitarra.

Yo trabajaba en la producción de conciertos, pero no imaginaba que cinco años después, en 2012, tendría la alegría de organizar su gira por Bolivia. Le asustaba la altura, pero no lo detenía.

En La Paz tuvo dos conciertos. Cuando me dio la lista de temas, lo miré algo sorprendido y le cuestioné: “Y Vida… no la cantarás? Seguro te la piden”. Me contestó sonriendo: “Chico, si ya no puedo cantarla al nivel del mar, imagínate aquí”. A la mitad del concierto se dio una escapada al camerino para tomar una gran bocanada de oxígeno. Al regresar alcanzó a decir: “Qué público más prendido, esto está lindo”. Y continuó cantando. Luego de despedirse y ante los aplausos, muy emocionado empezó a cantar: “Vida, traes entre las manos vivas / la esperanza y un motivo / para que tu sed resulte / para todos un camino”. Ya no la cantaba… pero lo hizo a 3.600 metros, desgarrando su voz y disparando la guitarra. Terminada su actuación, me confesó que ya no podría volver a La Paz, por la altura.

En Sucre cantó en el Parque Bolívar, en Cochabamba en el Teatro Achá. Al finalizar su último concierto, me acerqué, le di un abrazo y le expresé: “Sé que no podrás volver a La Paz, pero te agradezco haber aceptado venir a Bolivia, nos hiciste muy felices”. Respondió con una sonrisa: “No, chico, ya veremos cómo vuelvo a La Paz”. Lo suyo seguían siendo las canciones y la guitarra.

Habíamos vuelto a hablar para un eventual regreso a Bolivia, pero el miércoles 12 de febrero de 2014 desperté con la triste noticia de que se fue de gira eterna. Te extrañaremos… buen viaje Santi… no dejes de mandar tu luz.

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