Martha Cajías La vida es tránsito
El martes 8 de abril, a las 19.00, en el Espacio Simón I. Patiño se inaugurará la exposición retrospectiva en homenaje a la artista Martha Cajías (1956-2012); en el acto, Juan Carlos Orihuela presentará un libro de poemas
La vida es tránsito se llama la exposición retrospectiva de homenaje a Martha Cajías (La Paz, 1956-2012). Sin embargo, los dibujos, las pinturas, las cerámicas, los tejidos que la integran dicen con claridad, a través de imágenes y símbolos recurrentes, cuán enraizada está su obra —y seguramente también lo estuvo su vida— en la tierra. Sí, la vida es tránsito (su propia muerte lo dice) pero el hacer de las manos —tejer, modelar, pintar…— es una forma de permanencia.
Martha Cajías murió el 8 de octubre de 2012, después de una larga enfermedad. El título de la exposición de homenaje organizada por Espacio Simón I. Patiño que se inaugurará este martes 8 a las 19.00, es el mismo que utilizó para una muestra de 15 dibujos en 1998, en la galería El Salar. Cajías recordaba haber leído esa inscripción —“La vida es tránsito”— en un bus de pasajeros en Panamá. Le parecía un emblema de la sabiduría y del humor popular.
En febrero de 2012, diez meses antes de morir, presentó su última exposición: Rituales cotidianos: atar, moler, guardar. La levedad de lo terrenal. Fue, sobre todo, una exposición de objetos: atados, escobas, batanes… una gramática poética de los actos cotidianos ligados a la reproducción de la vida, actos femeninos por excelencia.
Para seleccionar y montar las obras de la exposición de homenaje fueron invitadas Carmen Bilbao, Katterina López y María Eugenia Prudencio. No se reconocen como “curadoras” de arte, sino más bien como amigas de la artista que compartieron su arte, pero también facetas de su vida.
“Me parece una artista representativa porque es una paceña enamorada de su sitio, conectada con su geografía”, dice Bilbao. “Me parece, además, una mujer que se ha conectado con muchos lenguajes, lenguajes nuestros, del país, de la cultura”.
Cajías estudió en la carrera de Arte de la Universidad Mayor de San Andrés, pero gran parte de su formación la adquirió en cursos y talleres. A principios de los años 80, con Silvia Arze y bajo la dirección de Teresa Gisbert, participó de una investigación de largo aliento sobre los textiles en Bolivia. Este trabajo dio lugar al libro Arte textil y mundo andino (1987). Después de esta experiencia, Cajías siguió investigando aspectos más técnicos del arte textil, como la elaboración de los tintes naturales y el teñido de lanas.
“Martha manejó el lenguaje de la arcilla —continúa Bilbao—, también el de la cera, y el lenguaje del lápiz y del pincel, de los tintes, y las hierbas medicinales. Martha manejó saberes profundos y ancestrales. Pero creo que el lenguaje que más la representa —a ella, que era un tanto misteriosa y secreta— es el lenguaje de los textiles. Por esencia es un oficio misterioso, lleno de símbolos, relacionado con los secretos de las mujeres, con los secretos de las culturas y de los mitos fundadores”.
A Michaela Pentimalli —directora de Espacio Simón I. Patiño y autora de un estudio académico sobre la obra de Cajías— en el trabajo de la artista paceña le parece notable “la presencia de una concepción del ser femenino, de la mujer”. Esa concepción —dice— “está muy ligada a lo andino, a lo mítico, a las tradiciones, locales. En sus obras hay una visión esencialista de la mujer, es una mujer compenetrada con la naturaleza. Es una visión de la fecundidad, del hecho de dar la vida. Pero en su obra también hay una parte oscura de lo femenino, que se conecta con la muerte o, en todo caso, con la muerte como condición de la renovación de la vida”.
En una entrevista con Ligia Siles Crespo recogida en Conversaciones con artistas plásticas (2005), Martha Cajías decía: “Los mitos son para las comunidades humanas, lo que son los sueños en nuestra vida personal. Nos revelan lo más profundo, lo oculto, lo que subyace a nuestra vida cotidiana consciente. Los mitos guardan, aún más que la historia el verdadero sentimiento y el alma de los pueblos”.
“El sueño y el mito están ligados a nuestra vida subconsciente —continuaba la artista en la entrevista—, por eso afloran no a través del intelecto, sino de memorias, de miedos, de anhelos, de nuestros terrores más antiguos como seres humanos. El lenguaje de los sueños y el de los mitos se dan a través de los símbolos y lo aprehendemos de una sola mirada. No pasa por la reflexión ni el tamiz intelectual. Es un lenguaje directo que llega sin intermediarios. Hay mitos colectivos y hay mitos personales, pero al fin están hechos de la misma materia”.
En la inauguración de la exposición retrospectiva se presentará el libro Fragmentos nómadas, poemas de Juan Carlos Orihuela escritos a la memoria de su esposa, Martha Cajías. En esta misma edición de Tendencias se adelantan algunos textos de este libro. Orihuela, también conocido cantautor, es considerado uno de los autores más significativos de la poesía boliviana de las últimas décadas.
Para la exposición La vida es tránsito se ha reunido un considerable número de obras de Cajías, algunas pertenecientes a colecciones particulares, que dan cuenta de las múltiples disciplinas que cultivó a lo largo de su vida. Están sus dibujos y sus telas pintadas con la técnica batik, sus cuadros al óleo, piezas de cerámica, tejidos y objetos. Entre éstos últimos, por primera vez se expondrán los pájaros que construyó, bajo inspiración de los dibujos jalkas, para la película de Jorge Sanjinés Para recibir el canto de los pájaros.
“Hemos tratado de mostrar los distintos espacios de Martha, más allá de la artista—dice Katterina López—, queremos verla también como la mujer tejedora, la curandera, la practicante del budismo zen”.
“Sí —finaliza María Eugenia Prudencio— queremos que se vea a Martha tanto en el tejido de su arte como en el de sus relaciones. Ella era una persona muy especial”.
Los textiles guardan una parte esencial de la memoria
Martha Cajías
Así como existe una historia oral y una historia escrita, existe también una historia tejida. Los textiles guardan una parte esencial de la memoria andina, de su memoria histórica, cultural y mítica.
Para los pueblos andinos, la desaparición de su arte textil equivaldría al hombre que padece profundas lagunas en su memoria.
Orden donde nada se opone y todo se complementa, el tejido andino obedece a un lenguaje imperecedero y unitario. Transgredirlo pondría en riesgo la armonía y el orden universales donde todo forma parte de la totalidad: lo sagrado y lo profano, lo masculino y lo femenino, el día y la noche, la pampa y el cerro. Lo que es hoy, será mañana y habrá sido así desde el principio de los tiempos.
A partir de un mundo ya fragmentado, intuimos que solo una memoria colectiva nos permitirá el acceso a la totalidad de nuestro destino y de nuestra identidad.
Solo así la historia dejará de ser para nosotros la nostalgia de un universo parcialmente recordado.
Julio de 1987