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Historia fotográfica del FITAZ

Todavía recuerda ese día de invierno a fines de los 60 en Nueva York —entre Navidad y Año Nuevo— cuando su madre lo llevó al teatro a ver a  Barbra Streisand en Funny Girl. Quizás ese día nació el gusto que tiene Antonio Tony Suárez por el teatro.

En La Paz, en 1999, Maritza Wilde —actriz, directora, dramaturga— lanzó el Festival Internacional de Teatro (FITAZ). Ayer, en el Teatro Municipal cayó el telón de la novena versión del evento teatral con la presentación de Señor Jodorowsky, una obra del actor boliviano David Mondacca sobre textos del escritor de origen chileno.       

En los 15 años transcurridos desde su creación, el evento teatral paceño se ha convertido en un referente nacional e internacional. Desde el principio, Tony Suárez acompañó al festival documentando fotográficamente la mayoría de sus representaciones.

Ese trabajo, que revive lo que el público vio todos estos años en el escenario, puede apreciarse en la exposición El FITAZ en fotos que se presenta en el Centro Cultural de España (avenida Camacho 1484) hasta el 5 de mayo.

 Para la exposición, Tony Suárez seleccionó, editó e imprimió en gran formato imágenes de su archivo de casi todas las versiones del FITAZ. “Soy gatillo rápido”, dice el fotógrafo bromeando. “Mi filosofía siempre ha sido que es mejor sacar muchas fotografías y después editarlas que necesitar una imagen y no tener la foto”. Las únicas versiones del FITAZ ausentes en la muestra son las primeras porque se registraron en película y su tratamiento para incorporarlas a la muestra presentaba algunas dificultades de orden técnico.

El recorrido de la exposición, en los muros del patio del Centro Cultural de España, muestra cronológicamente a los elencos y las obras que se presentaron en el festival teatral. Es, de alguna manera, su historia gráfica, su memoria.

“Cuando Maritza (Wilde) me pidió que haga fotos para el FITAZ —recuerda Suárez— la oportunidad me pareció genial. Desde ese momento traté de estar presente en la mayor parte de las obras”.

¿Qué exigencias particulares demanda la fotografía de obras teatrales? Suárez afirma que lo primero es saber ubicarse en una buena posición con respecto al escenario. “Cuando fotografías teatro, se trata de ver las imágenes —dice—, por eso muchas veces no se puede seguir los diálogos. Uno está  tratando de captar las formas, los momentos intensos en que parece que todos los elementos se suman”.

También le interesan los efectos de la distancia. “El público —afirma—, en general, está a cierta distancia de los actores  y del escenario, por ello ve todo de determinado tamaño. La fotografía te permite acercarte más a la expresión de los actores. Me gusta hacer eso, tratar de captar sus personalidades”.

Suárez es un fotógrafo que siempre encuentra un nuevo objeto para su trabajo fotográfico y se entusiasma con él. Los techos de La Paz, por ejemplo, ocuparon a su ojo y su cámara durante un tiempo. “La Paz es una ciudad magnífica, mágica —afirma—. Casi todos los que vivimos aquí tenemos esa sensación. Yo he fotografiado la ciudad siempre subiendo o bajando, como es ella misma. Pero un día me levante (vivo en un piso alto) y me puse a mirar los techos por la ventana. La ciudad apareció desde otra perspectiva. Y así, donde iba, siempre encontraba techos que valía la pena fotografiar”.

 Pero, La Paz no es la única ciudad que lo apasiona y le interesa desde el punto de vista de su trabajo. Suárez vivió en Nueva York durante 30 años.

“Nueva York, como La Paz, se ha vuelto parte mía; donde vas encuentras algo que fotografiar”, dice. En esa gran ciudad se inició en la fotografía, aprendió el oficio y trabajó profesionalmente. En los años 70, en la época de oro del fotoperiodismo norteamericano, trabajó en la revista Time. “En ese tiempo yo vivía fotografiando las 24 horas del día”, recuerda. A Nueva York le dedicó un libro de fotos.

En estos días Suárez estuvo ocupado, como cada dos años, fotografiando las obras del FITAZ en diversos escenarios de La Paz. En esta oportunidad, la cartelera del festival se nutrió con las obras de 36 elencos, diez extranjeros y 26 nacionales. Y, por primera vez en su historia, el festival se extenderá a Tarija, en el mes de su aniversario.

Pero Suárez no sólo presta atención a los escenarios teatrales, su mirada no puede dejar de elevarse y mirar a la montaña tutelar de la ciudad de La Paz: el Illimani.

“Los últimos cuatro años —cuenta— me he interesado mucho en el Illimani. Viendo un reportaje sobre las grandes montañas del mundo, pensé que el Illimani debería estar entre ellas. Hay grandes montañas en todas partes. El Fuji en Japón, el Chimborazo en Ecuador, el Kilimanjaro en África. Todas estas montañas son cónicas. Yo creo que el Illimani les gana porque tiene tres puntas”.

“Al Illimani lo vemos todos los días —continúa—, y he comprobado que mucha gente le tiene amor a la montaña. Pero hasta el momento no hay un lindo libro de fotos sobre el Illimani”.

Esa ausencia la ha resuelto el propio Suárez. Tiene listo un libro titulado Illimani santo. Es un volumen de grandes dimensiones, 50 por 36 centímetros, probablemente el libro de fotografía más grande que se ha hecho en Bolivia. Juan Carlos Orihuela ha escrito poemas especialmente para esta publicación. Illimani santo estará en circulación en julio, el mes de La Paz.