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‘Mi trabajo es traer la alegría…’

Inmerso en un personal viaje al lado más espiritual de la tradición norteamericana, el popular cantante Bobby McFerrin presenta su último disco, Spirityouall, en el que explora las relaciones entre la música, la fe y la esperanza.

“He crecido en la fe, de ahí es de donde vengo, y creo que de algún modo toda la música puede escucharse como si fuera un rezo”, asegura.
Poseedor de una voz única e inconfundible, llena de matices y con un amplísimo rango tonal, McFerrin (Nueva York, 1950) ha dedicado gran parte de su longeva carrera a rastrear los puntos en común entre la música clásica y popular, que también tienen un papel protagonista en Spirityouall.

“Folk, rock, blues y bluegrass están en mis oídos, de la misma manera que el jazz, la música clásica o la africana. Quería hacer un álbum que reconociera esas influencias”, explica el músico.

Pero más allá de sus canciones y de su singular estilo interpretativo, McFerrin siempre ha destacado por su humanidad, por su incansable optimismo y por una manera muy vitalista de entender la música, cualidades que se reflejan en los espirituales negros que casi monopolizan su último trabajo.

“Estas canciones hablan de la naturaleza humana, de la condición humana. Hablan de algo que es bastante universal: la necesidad de encontrar energía y fe para superar los problemas”, dice McFerrin.

El conjunto final entremezcla canciones tradicionales como Joshua, con composiciones originales de McFerrin y versiones como I shall be released de Bob Dylan, pero todas impregnadas de la esencia de los espirituales.

“Para mí los espirituales tratan sobre la alegría y la resistencia del espíritu humano. Incluso frente a los problemas, tenemos fe, esperanza y alegría por el hecho de estar vivos. Por ello intento invitar al público a conectar con ese sentimiento”, explica el autor de Don’t worry, be happy.

McFerrin contó con la colaboración de la contrabajista Esperanza Spalding para varias canciones de un álbum que también puede entenderse como un tributo a su padre.

Consciente de que su voz es su mayor privilegio, McFerrin trata de cuidarla lo máximo (“estoy muy tranquilo fuera del escenario, soy como un ermitaño”) pero sin perder de vista que sin inspiración y sin alma, sus habilidades vocales no sirven de nada.

  “Creo que es importante estar abierto a la inspiración en cualquier lugar. Yo miro en mi interior y trato de escuchar la música que hay en mi cabeza, pero también presto atención a lo que hay alrededor de mí”, detalla.

“El sonido de la brisa, de alguien riéndose o de un instrumento tradicional que nunca he escuchado; o ver una pintura, o una película o a un bailarín moviéndose. El mundo es un lugar muy inspirador”, añade.

Acompañado para esta gira por una banda espera trasladar su personal visión sobre la música y la vida al público. “Para mí esa es la conclusión: nuestro trabajo como artistas es traer la alegría”, finaliza.