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‘Zodiac’ de Mary Lou Williams en Santa Cruz

La Orquesta Sinfónica Juvenil y el pianista cubano Elio Villafranca rindieron Homenaje a la autora

/ 14 de septiembre de 2014 / 04:00

En su versión 2014, el Festijazz se extiende a varias ciudades del país, entre ellas Santa Cruz. Allí, la Orquesta Sinfónica Juvenil de Santa Cruz de la Sierra y el pianista cubano Elio Villafranca rindieron homenaje a una de las grandes figuras del jazz, Mary Lou Williams. El jueves 11, el viernes 12 y ayer sábado, en el teatro de la Casa de la Cultura Raúl Otero Reiche, reestrenaron la suite Zodiac de la compositora estadounidense.

El elenco sinfónico juvenil Villafranca —uno de los grandes exponentes de la nueva vanguardia de compositores y directores de orquesta, ganador reciente de dos premios Grammy— actuó bajo la dirección de Kenneth Sarch, creador y primer director de la orquesta cruceña.

En 1945 Mary Lou Williams triunfó espectacularmente con la suite Zodiac, una pieza en 12 movimientos inspirada en los signos zodiacales. La obra fue compuesta para trío de jazz y posteriormente adaptada para orquesta sinfónica. Sin embargo, dada su extrema complejidad, después de su estreno con la propia Mary Luo Williams al piano, la obra no volvió a ser interpretada. Por ello, la reposición de tres movimientos de Zodiac esta semana en Santa Cruz de la Sierra puede considerarse su reestreno mundial.

Mary Lou Williams, nacida en 1910 en Atlanta, Georgia, fue una extraordinaria jazzista afroamericana. Fue niña prodigio, eximia pianista, compositora y arreglista, mentora y profesora de músicos de jazz de la talla de Thelonius Monk, Charlie Parker, Miles Davis, Tadd Dameron y Dizzy Gillespie, entre otras históricas figuras.

A lo largo de casi 60 años de carrera, Williams dejó un legado de centenares de composiciones que evidencian su talento vanguardista y que enriquecieron las vertientes musicales del jazz, bebop, swing y también del blues, y anticiparon las sonoridades del rock and roll y el free jazz.

Después del estreno de Zodiac, Williams compuso su History of Jazz para piano solo y, posteriormente, centró su producción en la música religiosa. Ausente de los escenarios durante unos años, regresó en 1968 con su segunda misa: Mess for the Lenten Season, que fue interpretada durante una larga temporada en New York. Su obra fue ejecutada también en Roma, en una de las basílicas mayores de esa capital. Poco después, el Vaticano le encargó expresamente la composición de una tercera misa conocida como Mary Lou’ Mess, estrenada en 1970 en la Universidad de Columbia, Nueva York, y representada más tarde por un coro de niños en la catedral de Saint Patrick.

En los últimos años de su vida, Williams se dedicó a la docencia musical en Carolina del Norte. También reanudó su actividad discográfica y tuvo una exitosa presentación en el Festival de Montreux en 1978. En 1981, con algo más de 70 años, murió a consecuencia de un cáncer. A inicios del siglo XXI, su legado fue recuperado por el Instituto de Estudios de Jazz y la Fundación Mary Lou Williams, creada para la educación en esta disciplina musical.

Actualmente su legado está a disposición del público gracias al trabajo  de los mismos especialistas que organizaron el archivo de Duke Ellington. Este gran músico decía precisamente que Mary Lou Williams era perpetuamente contemporánea y que su música conservaba un estándar de calidad atemporal.

Los organizadores del homenaje a Mary Lou Willams invitaron al virtuoso del piano Elio Villafranca. Este pianista cubano irrumpió en el mundo del jazz en los años 90, enriqueciendo la vanguardia de pianistas, compositores y directores de orquesta que en las últimas décadas ha dotado de nuevas vertientes creativas al desarrollo internacional de jazz moderno.

Desde 1995 Villafranca radica en Estados Unidos. Su talento, virtuosismo y peculiar estilo lo llevaron a ser nominado dos veces para los premios Grammy para el mejor disco. En 2008 la publicación The Jazz Corner lo nombró el pianista del año. También ese año fue galardonado con el premio BMI Jazz Guaranty Award por su Concierto para mariachi, percusión afrocubana y orquesta sinfónica. El año pasado fue seleccionado por Chick Corea para presentarse en el primer Chick Corea Jazz Festival, organizado en el Lincoln Center de Nueva York. A lo largo de los años, Villafranca ha grabado y se ha presentado en Estados Unidos y el extranjero como líder de banda, tocando junto a maestros del jazz como Pat Martino, Terell Stafford, Billy Hart, Paquito D’Rivera, Eric Alexander y Lewis Nash, entre otros.

En 2003, el director de orquesta norteamericano Kenneth Sarch llegó a Bolivia, creó la Orquesta Sinfónica Juvenil de Santa Cruz de la Sierra y fue su director hasta su consolidación. Sarch retornó a Santa Cruz en 2013 para dirigir los conciertos conmemorativos de la primera década de la orquesta. Ahora regresó para el homenaje a Mary Lou Willams. Sarch obtuvo su posgrado musical del prestigioso Julliard School of Music de Nueva York, ofreció conciertos y dio cátedra en varias universidades de Estados Unidos.

La Orquesta Sinfónica Juvenil de Santa Cruz de la Sierra actualmente está dirigida por Boris Vásquez, uno de los principales impulsores del Festijazz desde su creación. El elenco está conformado por jóvenes músicos provenientes principalmente del Plan Tres Mil y Villa 1° de Mayo, zonas emblemáticas de la migración andina de los años 80. Esta entidad artística desde sus orígenes se consolidó como una orquesta-escuela formando a cientos de adolescentes y jóvenes en las artes musicales.

La orquesta es administrada por la Asociación Filarmónica Sociedad Musical y cuenta con apoyo de empresas privadas. Ha actuado en distintos puntos del país y fuera de él. A lo largo de más de una década, la orquesta ha combinado en su repertorio obras nacionales y universales bajo la batuta de directores bolivianos y de otros países como Ramiro Soriano Arce, Charly Houmard, Eric Stark, Ronald Schlieder y Mauricio Otazo, actual director titular de la Orquesta Sinfónica Nacional.

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‘Zodiac’ de Mary Lou Williams en Santa Cruz

La Orquesta Sinfónica Juvenil y el pianista cubano Elio Villafranca rindieron Homenaje a la autora

/ 14 de septiembre de 2014 / 04:00

En su versión 2014, el Festijazz se extiende a varias ciudades del país, entre ellas Santa Cruz. Allí, la Orquesta Sinfónica Juvenil de Santa Cruz de la Sierra y el pianista cubano Elio Villafranca rindieron homenaje a una de las grandes figuras del jazz, Mary Lou Williams. El jueves 11, el viernes 12 y ayer sábado, en el teatro de la Casa de la Cultura Raúl Otero Reiche, reestrenaron la suite Zodiac de la compositora estadounidense.

El elenco sinfónico juvenil Villafranca —uno de los grandes exponentes de la nueva vanguardia de compositores y directores de orquesta, ganador reciente de dos premios Grammy— actuó bajo la dirección de Kenneth Sarch, creador y primer director de la orquesta cruceña.

En 1945 Mary Lou Williams triunfó espectacularmente con la suite Zodiac, una pieza en 12 movimientos inspirada en los signos zodiacales. La obra fue compuesta para trío de jazz y posteriormente adaptada para orquesta sinfónica. Sin embargo, dada su extrema complejidad, después de su estreno con la propia Mary Luo Williams al piano, la obra no volvió a ser interpretada. Por ello, la reposición de tres movimientos de Zodiac esta semana en Santa Cruz de la Sierra puede considerarse su reestreno mundial.

Mary Lou Williams, nacida en 1910 en Atlanta, Georgia, fue una extraordinaria jazzista afroamericana. Fue niña prodigio, eximia pianista, compositora y arreglista, mentora y profesora de músicos de jazz de la talla de Thelonius Monk, Charlie Parker, Miles Davis, Tadd Dameron y Dizzy Gillespie, entre otras históricas figuras.

A lo largo de casi 60 años de carrera, Williams dejó un legado de centenares de composiciones que evidencian su talento vanguardista y que enriquecieron las vertientes musicales del jazz, bebop, swing y también del blues, y anticiparon las sonoridades del rock and roll y el free jazz.

Después del estreno de Zodiac, Williams compuso su History of Jazz para piano solo y, posteriormente, centró su producción en la música religiosa. Ausente de los escenarios durante unos años, regresó en 1968 con su segunda misa: Mess for the Lenten Season, que fue interpretada durante una larga temporada en New York. Su obra fue ejecutada también en Roma, en una de las basílicas mayores de esa capital. Poco después, el Vaticano le encargó expresamente la composición de una tercera misa conocida como Mary Lou’ Mess, estrenada en 1970 en la Universidad de Columbia, Nueva York, y representada más tarde por un coro de niños en la catedral de Saint Patrick.

En los últimos años de su vida, Williams se dedicó a la docencia musical en Carolina del Norte. También reanudó su actividad discográfica y tuvo una exitosa presentación en el Festival de Montreux en 1978. En 1981, con algo más de 70 años, murió a consecuencia de un cáncer. A inicios del siglo XXI, su legado fue recuperado por el Instituto de Estudios de Jazz y la Fundación Mary Lou Williams, creada para la educación en esta disciplina musical.

Actualmente su legado está a disposición del público gracias al trabajo  de los mismos especialistas que organizaron el archivo de Duke Ellington. Este gran músico decía precisamente que Mary Lou Williams era perpetuamente contemporánea y que su música conservaba un estándar de calidad atemporal.

Los organizadores del homenaje a Mary Lou Willams invitaron al virtuoso del piano Elio Villafranca. Este pianista cubano irrumpió en el mundo del jazz en los años 90, enriqueciendo la vanguardia de pianistas, compositores y directores de orquesta que en las últimas décadas ha dotado de nuevas vertientes creativas al desarrollo internacional de jazz moderno.

Desde 1995 Villafranca radica en Estados Unidos. Su talento, virtuosismo y peculiar estilo lo llevaron a ser nominado dos veces para los premios Grammy para el mejor disco. En 2008 la publicación The Jazz Corner lo nombró el pianista del año. También ese año fue galardonado con el premio BMI Jazz Guaranty Award por su Concierto para mariachi, percusión afrocubana y orquesta sinfónica. El año pasado fue seleccionado por Chick Corea para presentarse en el primer Chick Corea Jazz Festival, organizado en el Lincoln Center de Nueva York. A lo largo de los años, Villafranca ha grabado y se ha presentado en Estados Unidos y el extranjero como líder de banda, tocando junto a maestros del jazz como Pat Martino, Terell Stafford, Billy Hart, Paquito D’Rivera, Eric Alexander y Lewis Nash, entre otros.

En 2003, el director de orquesta norteamericano Kenneth Sarch llegó a Bolivia, creó la Orquesta Sinfónica Juvenil de Santa Cruz de la Sierra y fue su director hasta su consolidación. Sarch retornó a Santa Cruz en 2013 para dirigir los conciertos conmemorativos de la primera década de la orquesta. Ahora regresó para el homenaje a Mary Lou Willams. Sarch obtuvo su posgrado musical del prestigioso Julliard School of Music de Nueva York, ofreció conciertos y dio cátedra en varias universidades de Estados Unidos.

La Orquesta Sinfónica Juvenil de Santa Cruz de la Sierra actualmente está dirigida por Boris Vásquez, uno de los principales impulsores del Festijazz desde su creación. El elenco está conformado por jóvenes músicos provenientes principalmente del Plan Tres Mil y Villa 1° de Mayo, zonas emblemáticas de la migración andina de los años 80. Esta entidad artística desde sus orígenes se consolidó como una orquesta-escuela formando a cientos de adolescentes y jóvenes en las artes musicales.

La orquesta es administrada por la Asociación Filarmónica Sociedad Musical y cuenta con apoyo de empresas privadas. Ha actuado en distintos puntos del país y fuera de él. A lo largo de más de una década, la orquesta ha combinado en su repertorio obras nacionales y universales bajo la batuta de directores bolivianos y de otros países como Ramiro Soriano Arce, Charly Houmard, Eric Stark, Ronald Schlieder y Mauricio Otazo, actual director titular de la Orquesta Sinfónica Nacional.

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‘Zodiac’ de Mary Lou Williams en Santa Cruz

La Orquesta Sinfónica Juvenil y el pianista cubano Elio Villafranca rindieron Homenaje a la autora

/ 14 de septiembre de 2014 / 04:00

En su versión 2014, el Festijazz se extiende a varias ciudades del país, entre ellas Santa Cruz. Allí, la Orquesta Sinfónica Juvenil de Santa Cruz de la Sierra y el pianista cubano Elio Villafranca rindieron homenaje a una de las grandes figuras del jazz, Mary Lou Williams. El jueves 11, el viernes 12 y ayer sábado, en el teatro de la Casa de la Cultura Raúl Otero Reiche, reestrenaron la suite Zodiac de la compositora estadounidense.

El elenco sinfónico juvenil Villafranca —uno de los grandes exponentes de la nueva vanguardia de compositores y directores de orquesta, ganador reciente de dos premios Grammy— actuó bajo la dirección de Kenneth Sarch, creador y primer director de la orquesta cruceña.

En 1945 Mary Lou Williams triunfó espectacularmente con la suite Zodiac, una pieza en 12 movimientos inspirada en los signos zodiacales. La obra fue compuesta para trío de jazz y posteriormente adaptada para orquesta sinfónica. Sin embargo, dada su extrema complejidad, después de su estreno con la propia Mary Luo Williams al piano, la obra no volvió a ser interpretada. Por ello, la reposición de tres movimientos de Zodiac esta semana en Santa Cruz de la Sierra puede considerarse su reestreno mundial.

Mary Lou Williams, nacida en 1910 en Atlanta, Georgia, fue una extraordinaria jazzista afroamericana. Fue niña prodigio, eximia pianista, compositora y arreglista, mentora y profesora de músicos de jazz de la talla de Thelonius Monk, Charlie Parker, Miles Davis, Tadd Dameron y Dizzy Gillespie, entre otras históricas figuras.

A lo largo de casi 60 años de carrera, Williams dejó un legado de centenares de composiciones que evidencian su talento vanguardista y que enriquecieron las vertientes musicales del jazz, bebop, swing y también del blues, y anticiparon las sonoridades del rock and roll y el free jazz.

Después del estreno de Zodiac, Williams compuso su History of Jazz para piano solo y, posteriormente, centró su producción en la música religiosa. Ausente de los escenarios durante unos años, regresó en 1968 con su segunda misa: Mess for the Lenten Season, que fue interpretada durante una larga temporada en New York. Su obra fue ejecutada también en Roma, en una de las basílicas mayores de esa capital. Poco después, el Vaticano le encargó expresamente la composición de una tercera misa conocida como Mary Lou’ Mess, estrenada en 1970 en la Universidad de Columbia, Nueva York, y representada más tarde por un coro de niños en la catedral de Saint Patrick.

En los últimos años de su vida, Williams se dedicó a la docencia musical en Carolina del Norte. También reanudó su actividad discográfica y tuvo una exitosa presentación en el Festival de Montreux en 1978. En 1981, con algo más de 70 años, murió a consecuencia de un cáncer. A inicios del siglo XXI, su legado fue recuperado por el Instituto de Estudios de Jazz y la Fundación Mary Lou Williams, creada para la educación en esta disciplina musical.

Actualmente su legado está a disposición del público gracias al trabajo  de los mismos especialistas que organizaron el archivo de Duke Ellington. Este gran músico decía precisamente que Mary Lou Williams era perpetuamente contemporánea y que su música conservaba un estándar de calidad atemporal.

Los organizadores del homenaje a Mary Lou Willams invitaron al virtuoso del piano Elio Villafranca. Este pianista cubano irrumpió en el mundo del jazz en los años 90, enriqueciendo la vanguardia de pianistas, compositores y directores de orquesta que en las últimas décadas ha dotado de nuevas vertientes creativas al desarrollo internacional de jazz moderno.

Desde 1995 Villafranca radica en Estados Unidos. Su talento, virtuosismo y peculiar estilo lo llevaron a ser nominado dos veces para los premios Grammy para el mejor disco. En 2008 la publicación The Jazz Corner lo nombró el pianista del año. También ese año fue galardonado con el premio BMI Jazz Guaranty Award por su Concierto para mariachi, percusión afrocubana y orquesta sinfónica. El año pasado fue seleccionado por Chick Corea para presentarse en el primer Chick Corea Jazz Festival, organizado en el Lincoln Center de Nueva York. A lo largo de los años, Villafranca ha grabado y se ha presentado en Estados Unidos y el extranjero como líder de banda, tocando junto a maestros del jazz como Pat Martino, Terell Stafford, Billy Hart, Paquito D’Rivera, Eric Alexander y Lewis Nash, entre otros.

En 2003, el director de orquesta norteamericano Kenneth Sarch llegó a Bolivia, creó la Orquesta Sinfónica Juvenil de Santa Cruz de la Sierra y fue su director hasta su consolidación. Sarch retornó a Santa Cruz en 2013 para dirigir los conciertos conmemorativos de la primera década de la orquesta. Ahora regresó para el homenaje a Mary Lou Willams. Sarch obtuvo su posgrado musical del prestigioso Julliard School of Music de Nueva York, ofreció conciertos y dio cátedra en varias universidades de Estados Unidos.

La Orquesta Sinfónica Juvenil de Santa Cruz de la Sierra actualmente está dirigida por Boris Vásquez, uno de los principales impulsores del Festijazz desde su creación. El elenco está conformado por jóvenes músicos provenientes principalmente del Plan Tres Mil y Villa 1° de Mayo, zonas emblemáticas de la migración andina de los años 80. Esta entidad artística desde sus orígenes se consolidó como una orquesta-escuela formando a cientos de adolescentes y jóvenes en las artes musicales.

La orquesta es administrada por la Asociación Filarmónica Sociedad Musical y cuenta con apoyo de empresas privadas. Ha actuado en distintos puntos del país y fuera de él. A lo largo de más de una década, la orquesta ha combinado en su repertorio obras nacionales y universales bajo la batuta de directores bolivianos y de otros países como Ramiro Soriano Arce, Charly Houmard, Eric Stark, Ronald Schlieder y Mauricio Otazo, actual director titular de la Orquesta Sinfónica Nacional.

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Teodora, la primera feminista, hecha canción

La emperatriz de Bizancio, esposa de Justiniano, fue una precursora de la defensa de los derechos de la mujer en el siglo sexto de nuestra era

/ 28 de octubre de 2012 / 04:00

Teodora es quizás la primera feminista de la historia, y la mujer más importante del Imperio Romano de Oriente, conocido luego como el Imperio Bizantino.  Fue pionera del feminismo y de la defensa de los derechos de las mujeres a través de la aprobación de leyes adelantadas para su época.

Escritos del siglo VI afirman que Teodora intervino directamente en asuntos legislativos para mejorar la calidad de vida de las mujeres del Imperio Bizantino. Ejerció una gran influencia sobre su esposo Justiniano, el emperador de Bizancio, para que éste codificara el derecho romano en el Corpus Juris Civilis.

En este cuerpo legal, gracias a ella, se incluyeron normas que defendían la igualdad de la mujer, como el derecho al divorcio, la prohibición de castigos por adulterio, el reconocimiento de los hijos nacidos fuera del matrimonio, la defensa de los derechos a la  herencia de la tierra, propiedades y otros bienes, la imposición de penas para los violadores, la posibilidad de abortar y la prohibición de la prostitución forzosa. En el acápite destinado a la familia y la propiedad privada se instituyó la posibilidad de la unión de personas de clases sociales distintas.

Teodora se empeñó en que ese cuerpo jurídico tuviese suficiente fuerza para proteger a los hijos e hijas nacidos dentro o fuera del matrimonio. Se instituyó, por ejemplo, que tenían los mismos derechos de herencia. Estas medidas le granjearon el odio de los patriarcas. Guiados por ese odio, algunos historiadores y cronistas de la época la retrataron como una emperatriz perversa, enfatizando en su origen pobre, su condición de madre soltera y, sobre todo, su pasado de actriz y prostituta que sedujo al futuro emperador del Imperio Romano de Oriente.

Muchos de los mandatos de Teodora se adelantaron en cientos de años a su época. Sin embargo, los poderes religiosos, patriarcales y políticos que la sucedieron se encargaron de cambiarlos o borrarlos de la memoria.

Por ejemplo, la persecución y penalización del proxenetismo y la declaración de la prostitución como “un agravio a la dignidad de las mujeres” fueron olvidadas. Estos mandatos violentaron las legislaciones vigentes y arremetieron contra las prácticas y costumbres masculinas que las asumían como naturales.

Teodora nació el año 502 en la isla de Creta en un hogar humilde. Su padre, Acacio, trabajaba en el hipódromo de Constantinopla y en un circo. La historia registra que siendo adolescente, Teodora trabajaba junto a su padre montando briosos corceles. Así aprendió a dominar el miedo, rasgo que luego, durante el mandato de Justiniano, la encumbraría como una notable estratega política. En su época del circo, alcanzó fama por su representación del mito de Leda y el Cisne gracias a su belleza, erotismo y talento.

Los cronistas de la época  registran que a los 15 años fue madre soltera y que en 523, siendo ya una destacada actriz, se casó con Justiniano, heredero al trono del Imperio de Bizancio. Entronizada como emperatriz después de su boda, como ya se dijo, una de las luchas de Teodora fue la erradicación de la prostitución. Se dice que conocía mejor que nadie el sufrimiento de la prostitución, las violaciones y las vejaciones masculinas. Por ello desplegó una intensa, persistente y eficaz campaña que, sin duda, afectó las prácticas de los patriarcas de los poderes políticos y religiosos.

La prohibición de la prostitución forzosa y el cierre de los burdeles que incumplían esa ordenanza se complementaron con la creación de conventos de arrepentimiento, llamados Metanoia, donde las exprostitutas podían mantenerse a sí mismas. Los documentos de la época afirman que Teodora también instituyó la pena de muerte por el delito de violación, prohibió que los bebés no deseados fueran expuestos, dando así a las madres derechos sobre sus hijos, y prohibió el asesinato de las mujeres acusadas de adulterio. El historiador Procopio escribió que Teodora estaba naturalmente inclinada a ayudar a las mujeres desafortunadas.

Los registros historiográficos afirman que cuando las mujeres recluidas en los conventos de arrepentimiento optaban por el casamiento, la emperatriz personalmente se encargaba de concederles una generosa dote, acorde con costumbres de la época. Esto garantizaba a las mujeres un mejor futuro y minimizaba el abuso de los hombres. Las prácticas comunes de la época eran los golpes, el engaño y el repudio. En el reinado de Teodora éstas  fueron penalizadas.

La Emperatriz instaló en su palacio un gabinete para recibir denuncias y quejas contra maridos, padres o hermanos que ejercían violencia contra las mujeres. Éstas tenían la seguridad de que serían escuchadas y que los agravios de los que eran víctimas no quedarían en la impunidad, a diferencia de lo que ocurre hoy más de 1.500 años después.

Teodora y su esposo Justiniano son considerados santos por la Iglesia Cristiana Ortodoxa por la popularidad y poder que alcanzó el cristianismo durante su reinado y por el esplendor de Constantinopla.  El 14 de noviembre es la fecha consagrada a su memoria.

Su prestigio hizo que la ciudad de Cirenaica sea bautizada como Theodorías para honrar a la emperatriz. Esta ciudad, en el siglo sexto, fue adornada con espectaculares mosaicos, hoy conservados celosamente como patrimonio de la Región Autónoma de Libia.

El 28 de junio de 548, a la edad de 46 años, Teodora murió de un cáncer de mama. Justiniano lloró amargamente en su funeral y no logró superar su partida. Su cuerpo fue enterrado en la iglesia de los Santos Apóstoles en Constantinopla. Hoy, su memoria sigue viva. El cantautor Pedro Guerra la homenajeó con una hermosa composición titulada Teodora.

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Mary Lou Williams

El alma en el alma

/ 12 de agosto de 2012 / 04:00

Mary Lou Williams (1910-1981) fue una extraordinaria jazzista afroamericana nacida a  principios del siglo XX. Niña prodigio, eximia pianista, compositora y arreglista, mentora y profesora de músicos de jazz de la talla de Thelonious Monk, Charlie Parker, Miles Davis, Tadd Dameron y Dizzy Gillespie, entre otras históricas figuras. A lo largo de casi 60 años de carrera, Williams dejó un legado de centenares de composiciones que evidencian su talento vanguardista y que enriquecieron las vertientes musicales del jazz, bebop, swing o blues y anticiparon el rock & roll y el free jazz.

Conocí a Mary Lou de la mano del reverendo Miguel Guillgannon, cuando éste dejó La Paz hace algunas semanas, después de casi cuatro décadas dedicadas a la pastoral social y universitaria, principalmente en zonas periurbanas, cautivado por la calidez de su gente. El padre Miguel generosamente nos legó algunas de sus joyas musicales. Compartió con Mary Lou las sonoridades de Saint Louis, Missouri, por lo que su música y el jazz de entonces nunca dejaron de sonar en su modesta cotidianidad.

Antes de partir, el reverendo nos recordó que Mary Lou Williams nació casi con el siglo XX, en 1910, y tuvo un gran talento para el piano. A sus tempranos seis años ya ayudaba  a sus padres a mantener a sus diez hermanos y hermanas animando fiestas. A los siete, actuaba públicamente deslumbrando a quienes la escuchaban. Sus padres, en vista de su gran talento, contribuyeron a su formación musical clásica europea. Pero su formación luego se concentraría en el jazz. Tenía sólo 15 años cuando debutó junto a Duke Ellington. Un año después contrajo matrimonio con otro músico, el saxofonista John Williams, de quien tomó el apellido.

CONJUNTO. A los 19 años, Mary Lou y su esposo ingresaron a la banda de otro eximio músico de jazz: Andy Kirk. Con este conjunto, Mary Lou pudo desplegar su virtuosismo y consolidarse  como extraordinaria arreglista y alma máter de la orquesta. Dotó a sus arreglos de una concepción modernista, anticipándose a las corrientes que surgirían décadas después. La historia destaca que durante los 12 años que estuvo junto a Andy Kirk, Mary Lou Williams fue el mayor talento instrumentista femenino del jazz, y su estilo contribuyó a tender puentes con el swing y el jazz moderno, y al advenimiento del bebop.

Simultáneamente, Mary Luo compuso obras para músicos que ya brillaban en la escena jazzística, como Jimie Lunceford, Louis Armstrong, Earl Hines, Tommy Dorsey y Benny Goodman. Más adelante, en 1942, fundó su propio grupo junto con su segundo marido, el trompetista Harold Baker.  Posteriormente, integraría nuevamente la  orquesta de Duke Ellington, para quien escribió arreglos, entre ellos la famosa adaptación de Blues Skies: Trumpet no End, un clásico del género.  

En 1944, Williams afianzó al bebop con una serie de grabaciones en trío con Bill Coleman y Al Hall. Un año después resplandecería espectacularmente con la suite titulada Zodiac, obra conformada por doce movimientos, inspirada en los signos zodiacales y en sus amigos e influencias musicales entrañables. La obra inicialmente fue grabada para trío y posteriormente adaptada para orquesta sinfónica.

En 1946, gracias a su éxito como solista formó un grupo exclusivamente de mujeres instrumentistas para desplegar su genio creativo en diversos escenarios de Norteamérica y Europa deslumbrando a sus audiencias, sin dejar empero de componer y escribir arreglos para músicos de su país.

Con la llegada de los años 50 concentró su  vida a la religión y se dedicó a causas benéficas. Pese a la trayectoria descrita, su legado, con una velocidad pasmosa, se invisibilizó en los anales de la historia. Las referencias a sus avances estéticos en el jazz, su trabajo como arreglista o sus propuestas de evolución e innovación quedaron oscurecidas. Algunos especialistas aseguran que esto se debe a su protagonismo en las estructuras musicales  y no detrás de un micrófono, como divas del jazz: Bessie Smith, Billy Holliday, Sarah Vaughan o Ella Fitzgerald.

Sin embargo, al relativo olvido, los músicos de jazz transitarían por las sendas abiertas por el genio creativo y vanguardista de Mary Lou Williams, aunque sin reconocer su maternidad. Para entonces,  Williams abrió una fundación para ayudar a los músicos necesitados, afrodescendientes en su mayoría, pobres y niños desamparados.

En 1963, Dizzy Gillespie, con la ayuda de otros grandes del jazz, la convenció para que retorne a la música. Ese año compuso Black Christ of the Andes (El Cristo Negro de los Andes), obra inspirada en la vida de San Martín de Porres. En esta obra, la compositora imprime sus convicciones religiosas teniendo como telón de fondo al gospel ensamblado a conmovedoras propuestas de jazz y blues. Esta composición hoy está disponible en la red.

HISTORIA. Posteriormente, en la misma línea, continuó escribiendo y orquestando otras obras. También hizo su History of Jazz para piano solo. En 1968 vio la luz su segunda misa: Mess for the Lenten Season que fue representada durante una larga temporada en New York. Ese éxito de la obra fue interpretada también en Roma, en una de las basílicas mayores de esa capital. El Vaticano le encargaría expresamente una tercera misa  conocida como Mary Lou’s Mess, estrenada en 1970 en la Universidad de Columbia, Nueva York, y representada más tarde por un coro de niños en la catedral de Saint Patrick.

En los últimos años de su vida, Mary Lou se dedicó a la docencia musical  en Carolina del Norte. También reanudó su actividad discográfica y tuvo una exitosa presentación en el Festival de Montreux en 1978.

Tres años después, con algo más de 70 años, murió por un cáncer.
A inicios del siglo XXI, su legado fue recuperado por el Instituto de Estudios de Jazz y la Fundación Mary Lou Williams, creada para la educación del jazz. A esta Fundación, la compositora donó más de 200 cajas de documentos personales, manuscritos musicales, grabaciones, fotografías, álbumes de recortes y otros recuerdos. Este material está a disposición del público, gracias al trabajo  de los mismos especialistas que organizaron el archivo de Duke Ellington. Este gran músico decía precisamente que Mary Lou Williams era perpetuamente contemporánea y que su música conservaba  un estándar de calidad atemporal. Gracias, Padre Miguel, por tu legado.

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Mary Lou Williams

El alma en el alma

/ 12 de agosto de 2012 / 04:00

Mary Lou Williams (1910-1981) fue una extraordinaria jazzista afroamericana nacida a  principios del siglo XX. Niña prodigio, eximia pianista, compositora y arreglista, mentora y profesora de músicos de jazz de la talla de Thelonious Monk, Charlie Parker, Miles Davis, Tadd Dameron y Dizzy Gillespie, entre otras históricas figuras. A lo largo de casi 60 años de carrera, Williams dejó un legado de centenares de composiciones que evidencian su talento vanguardista y que enriquecieron las vertientes musicales del jazz, bebop, swing o blues y anticiparon el rock & roll y el free jazz.

Conocí a Mary Lou de la mano del reverendo Miguel Guillgannon, cuando éste dejó La Paz hace algunas semanas, después de casi cuatro décadas dedicadas a la pastoral social y universitaria, principalmente en zonas periurbanas, cautivado por la calidez de su gente. El padre Miguel generosamente nos legó algunas de sus joyas musicales. Compartió con Mary Lou las sonoridades de Saint Louis, Missouri, por lo que su música y el jazz de entonces nunca dejaron de sonar en su modesta cotidianidad.

Antes de partir, el reverendo nos recordó que Mary Lou Williams nació casi con el siglo XX, en 1910, y tuvo un gran talento para el piano. A sus tempranos seis años ya ayudaba  a sus padres a mantener a sus diez hermanos y hermanas animando fiestas. A los siete, actuaba públicamente deslumbrando a quienes la escuchaban. Sus padres, en vista de su gran talento, contribuyeron a su formación musical clásica europea. Pero su formación luego se concentraría en el jazz. Tenía sólo 15 años cuando debutó junto a Duke Ellington. Un año después contrajo matrimonio con otro músico, el saxofonista John Williams, de quien tomó el apellido.

CONJUNTO. A los 19 años, Mary Lou y su esposo ingresaron a la banda de otro eximio músico de jazz: Andy Kirk. Con este conjunto, Mary Lou pudo desplegar su virtuosismo y consolidarse  como extraordinaria arreglista y alma máter de la orquesta. Dotó a sus arreglos de una concepción modernista, anticipándose a las corrientes que surgirían décadas después. La historia destaca que durante los 12 años que estuvo junto a Andy Kirk, Mary Lou Williams fue el mayor talento instrumentista femenino del jazz, y su estilo contribuyó a tender puentes con el swing y el jazz moderno, y al advenimiento del bebop.

Simultáneamente, Mary Luo compuso obras para músicos que ya brillaban en la escena jazzística, como Jimie Lunceford, Louis Armstrong, Earl Hines, Tommy Dorsey y Benny Goodman. Más adelante, en 1942, fundó su propio grupo junto con su segundo marido, el trompetista Harold Baker.  Posteriormente, integraría nuevamente la  orquesta de Duke Ellington, para quien escribió arreglos, entre ellos la famosa adaptación de Blues Skies: Trumpet no End, un clásico del género.  

En 1944, Williams afianzó al bebop con una serie de grabaciones en trío con Bill Coleman y Al Hall. Un año después resplandecería espectacularmente con la suite titulada Zodiac, obra conformada por doce movimientos, inspirada en los signos zodiacales y en sus amigos e influencias musicales entrañables. La obra inicialmente fue grabada para trío y posteriormente adaptada para orquesta sinfónica.

En 1946, gracias a su éxito como solista formó un grupo exclusivamente de mujeres instrumentistas para desplegar su genio creativo en diversos escenarios de Norteamérica y Europa deslumbrando a sus audiencias, sin dejar empero de componer y escribir arreglos para músicos de su país.

Con la llegada de los años 50 concentró su  vida a la religión y se dedicó a causas benéficas. Pese a la trayectoria descrita, su legado, con una velocidad pasmosa, se invisibilizó en los anales de la historia. Las referencias a sus avances estéticos en el jazz, su trabajo como arreglista o sus propuestas de evolución e innovación quedaron oscurecidas. Algunos especialistas aseguran que esto se debe a su protagonismo en las estructuras musicales  y no detrás de un micrófono, como divas del jazz: Bessie Smith, Billy Holliday, Sarah Vaughan o Ella Fitzgerald.

Sin embargo, al relativo olvido, los músicos de jazz transitarían por las sendas abiertas por el genio creativo y vanguardista de Mary Lou Williams, aunque sin reconocer su maternidad. Para entonces,  Williams abrió una fundación para ayudar a los músicos necesitados, afrodescendientes en su mayoría, pobres y niños desamparados.

En 1963, Dizzy Gillespie, con la ayuda de otros grandes del jazz, la convenció para que retorne a la música. Ese año compuso Black Christ of the Andes (El Cristo Negro de los Andes), obra inspirada en la vida de San Martín de Porres. En esta obra, la compositora imprime sus convicciones religiosas teniendo como telón de fondo al gospel ensamblado a conmovedoras propuestas de jazz y blues. Esta composición hoy está disponible en la red.

HISTORIA. Posteriormente, en la misma línea, continuó escribiendo y orquestando otras obras. También hizo su History of Jazz para piano solo. En 1968 vio la luz su segunda misa: Mess for the Lenten Season que fue representada durante una larga temporada en New York. Ese éxito de la obra fue interpretada también en Roma, en una de las basílicas mayores de esa capital. El Vaticano le encargaría expresamente una tercera misa  conocida como Mary Lou’s Mess, estrenada en 1970 en la Universidad de Columbia, Nueva York, y representada más tarde por un coro de niños en la catedral de Saint Patrick.

En los últimos años de su vida, Mary Lou se dedicó a la docencia musical  en Carolina del Norte. También reanudó su actividad discográfica y tuvo una exitosa presentación en el Festival de Montreux en 1978.

Tres años después, con algo más de 70 años, murió por un cáncer.
A inicios del siglo XXI, su legado fue recuperado por el Instituto de Estudios de Jazz y la Fundación Mary Lou Williams, creada para la educación del jazz. A esta Fundación, la compositora donó más de 200 cajas de documentos personales, manuscritos musicales, grabaciones, fotografías, álbumes de recortes y otros recuerdos. Este material está a disposición del público, gracias al trabajo  de los mismos especialistas que organizaron el archivo de Duke Ellington. Este gran músico decía precisamente que Mary Lou Williams era perpetuamente contemporánea y que su música conservaba  un estándar de calidad atemporal. Gracias, Padre Miguel, por tu legado.

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