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Sebastiao Salgado, retratado

Dirigido por Win Wenders, acaba de estrenarse   un documental sobre el gran fotógrafo

/ 2 de noviembre de 2014 / 04:00

Testigo del horror y la belleza del mundo contemporáneo, el fotógrafo brasileño Sebastiao Salgado ocupa el lugar del retratado en el documental La sal de la tierra, dirigido conjuntamente por Wim Wenders y Juliano Ribeiro Salgado.

Premiada en los festivales de Cannes y San Sebastián, la película ofrece una “doble puerta de entrada” al universo de Salgado, según explicó su hijo y codirector del filme. “Por un lado está Wim, el adivinador, el hombre que quería encontrar a Sebastián el artista. Y, por otro lado, yo, buscando acercarme algo más a mi padre y ofreciendo lo que he vivido con él”, resumió el cineasta, de 38 años.

Además de un compendio de sus mejores fotografías realizadas a lo largo de cuatro décadas en sus viajes por los cinco continentes, La sal de la tierra permite ver y escuchar a un gran aventurero y entender por qué hubo un momento en que casi pierde la esperanza en el ser humano.

Fue después de haber documentado las condiciones infernales de trabajo en las minas de Indonesia o el drama de la pesca tradicional en Sicilia en su serie Trabajadores (1993), y después de haber golpeado en el estómago al espectador con su visión del drama de los refugiados en Éxodos (2000).

Pero fue su propio estómago el que no pudo asimilar más miserias humanas después de presenciar el genocidio de Ruanda, hasta el punto que abandonó durante un tiempo la fotografía y se refugió en su residencia familiar, en un valle del Amazonas.

Durante ese reposo, el fotógrafo,  junto a su esposa, Lelia Deluiz, comenzó a plantar árboles para paliar la deforestación de la selva amazónica y acabó fundando el Instituto Terra, un recinto de 17.000 acres que repobló con más de 2,5 millones de árboles.

“El artista Sebastiao Salgado son dos personas: Sebastiao y Lelia. Ella nunca aparece, pero es importantísima en la carrera de Sebastiao. Han pensado juntos los conceptos de sus trabajos, le ayuda a escoger fotografías, reseña los libros y las exposiciones. Los dos juntos hacen un fuerza increíble, nada los para”, dice Ribeiro.

Fue así como el fotógrafo recuperó su inspiración. Su siguiente gran proyecto, Génesis, el último hasta la fecha, fue una carta de amor a la naturaleza y a los territorios que aún permanecen vírgenes. La idea del propio Salgado de hacer un documental con esas imágenes fue uno de los orígenes de La sal de la tierra. “Le pidió consejo a Wenders, a quien conocía por amigos en común y que llevaba tiempo queriendo hacer una película sobre Sebastiao. Así empezó la relación”, cuenta Ribeiro.

“Al mismo tiempo, yo me fui con mi padre, en nuestro primer viaje juntos, a visitar a la tribu brasileña de los zoe, que viven de forma reservada”, prosigue. “Filmé a Sebastiao allí y, cuando él vio las imágenes, se emocionó mucho”. De modo que la película acabó siendo también la historia del acercamiento del hijo al padre, tras una infancia y adolescencia marcada por sus largas ausencias.

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El intelectual contra la barbarie

María Schrader reivindica en su película ‘Stefan Zweig: Adiós a Europa’ el sueño pacifista y humanista de una de las figuras más importantes de la cultura del siglo XX.

/ 11 de junio de 2017 / 04:00

La actual crisis que sufre la Unión Europea (UE) y el ascenso de lo que muchos analistas llaman populismos en el continente invitan a una lectura contemporánea de un autor de referencia. Stefan Zweig: Adiós a Europa, es tercer filme como directora de María Schrader y en él la alemana reconstruye los últimos años de vida del escritor austriaco, uno de los grandes autores europeos del siglo XX. “Hemos vivido el periodo pacífico más largo en la historia del continente, el sueño de Zweig, y ahora no podemos rendirnos y dejar de luchar por él”, señaló la directora, quien también es una actriz conocida gracias a sus papeles en películas como Aimée y Jaguar (dirigida por Max Färberböck en 1999) y que debutó detrás de las cámaras con La jirafa (1998).

El austriaco Stefan Zweig (1861-1942) soñó con una Europa sin fronteras y pacífica mucho antes de que la UE fuera una posibilidad, tal y como contó en sus memorias, El mundo de ayer, que se publicaron tras su muerte y se ha convertido en herramienta fundamental para comprender la historia del siglo XX. También ofreció una apasionada visión del pasado en Momentos estelares de la humanidad, donde selecciona y explica los que él considera los 14 puntos más decisivos de la historia. Zweig además cultivó la biografía de personajes importantes, especialmente mujeres. Su obra se completa con la publicación de varias novelas de gran éxito, en especial Carta de una mujer desconocida, que fueron llevadas al cine.
Como intelectual judío no religioso y pacifista se vio obligado al exilio a raíz del ascenso del nazismo al poder y es en ese periodo final de su vida que vivió viajando por el continente americano pero sobre todo por Brasil, en el que se centra la película. Procedía de Londres, donde vivía y trabajaba, y había obtenido la nacionalidad británica. Sus libros habían sido prohibidos en Alemania.

Ya antes, durante la I Guerra Mundial, había abandonado el ejército austriaco —en el que ocupaba un puesto administrativo— y se trasladó a Suiza, país neutral. En el periodo entre guerras viajó mucho y su renombre como intelectual aumentó exponencialmente, lo que le aseguró la amistad de personalidades como el científico Albert Einstein, los escritores Máximo Gorki, Rainer Maria Rilke y Joseph Roth, el escultor Auguste Rodin o el músico Arturo Toscanini.

 La casa de Zweig en Petrópolis (Brasil).

En la película Schrader elige una narrativa especial, semidocumental, para lograr la máxima verosimilitud y la mínima manipulación emocional. Selecciona seis episodios del exilio de Zweig y los cuenta en tiempo real. La película arranca con una recepción de bienvenida en Río de Janeiro en 1936, en un solo plano general con cámara fija, de nueve minutos, toda una declaración de intenciones. “Es difícil capturar una vida tan compleja y rica como la de Zweig en una película, incluso si solo te concentras en los últimos años”, señala la directora. “La estructura melodramática clásica no es fiel a la verdad; por eso he preferido construir un mosaico de momentos”.

Las dos siguientes escenas, claves para comprender el pensamiento del autor, suceden en el congreso de escritores en Buenos Aires ese mismo año. Schrader muestra cómo Zweig, interpretado por el actor austriaco Josef Hader, se resiste a condenar explícitamente el nazismo ante la prensa. “Cada gesto de resistencia carente de riesgo o impacto no es más que afán de protagonismo”, les responde. Acto seguido acaba convertido en héroe involuntario del congreso por su condición de exiliado.

“Mucha gente pensó que era un cobarde por no hacer una gran declaración política, pero yo no estoy de acuerdo”, dice Schrader. “Requiere una gran fortaleza resistir como lo hizo él e insistir en que el mundo no es blanco y negro; él pintó, a través de su escritura, pero también con su compromiso y empatía, toda la escala de grises”. La directora y guionista plantea los paralelos entre la escena del congreso de escritores, en la que el auditorio se pone en pie para aplaudir a un abochornado Zweig, con las reacciones mundiales al atentado de 2015 contra la sede de la revista francesa Charlie Hebdo, organizadas en torno al eslogan de Je suis Charlie. “Resulta muy interesante comparar la atmósfera de esa época y la actual, e inquietante comprobar las similitudes”, señala. “Cuando el mundo se vuelve demasiado complejo, la gente busca respuestas simples, y ese es el comienzo del triunfo del radicalismo”, advierte.

La película continúa con un encuentro con su primera esposa en Nueva York que pone de manifiesto en Zweig “el sentimiento de culpa” que deriva de su condición de exiliado. Una incursión con su última esposa, Lotte, en el norte de Brasil, y sus últimos días juntos en Petrópolis componen el resto de la narración.

La vida de Zweig terminó abruptamente en 1942. Él y su esposa se suicidaron, espantados por el envilecimiento moral y cultural de una Europa por la que él había trabajado tanto. Y así lo retrata Schrader quien, sin cargar las tintas, sumerge a los espectadores en la desesperanza del escritor ante el triunfo de la barbarie y la destrucción de la civilización.

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‘Batman v Superman’, diez claves de su primer cara a cara cinematográfico

Es una de las grandes superproducciones de 2016 y uno de los estrenos más esperados. Ben Affleck debuta como Batman en el primer cara a cara cinematográfico con el otro mítico superhéroe de DC, Supermán (Henry Cavill).

/ 22 de marzo de 2016 / 20:49

Estas son las claves de «Dawn of Justice», que se estrena esta semana en todo el mundo:

1.- WARNER SE UNE AL MODELO «UNIVERSO INTERCONECTADO»

Disney descubrió la gallina de los huevos de oro con la fórmula del universo interconectado de Marvel («The Avengers»). Warner le va a la zaga, pero «Dawn of Justice» es solo el comienzo.

Ya están en marcha dos entregas de «The Justice League», que también dirigirá Zach Snyder y reunirá a todos los héroes de DC.
Wonder Woman, Aquaman y The Flash tendrán además sus propias películas. Por otro lado, los villanos se agruparán en «Suicide Squad», que se estrena el próximo verano, dirigida por David Ayer.

2.- SUPERMÁN BAJA DE LOS ALTARES

El Supermán de Snyder, que debutó en 2013 con «Man of Steel» y un entonces desconocido Henry Cavill como protagonista, ya no es aquel héroe intachable e intocable de las películas antiguas. Ahora, la sociedad lo cuestiona, y entre ellos, Bruce Wayne/Batman.

3.- BEN AFFLECK, UN BATMAN DISCUTIDO

Cuando se filtró la noticia de que Ben Affleck tomaría el relevo a Christian Bale como Batman hubo una oleada de rechazo en las redes sociales. El ganador de dos Óscar -como guionista de «Good Will Hunting» y como productor de «Argo»- no lo tendrá fácil tras el éxito de la trilogía de Christopher Nolan, pero ya ha firmado para una entrega en solitario, y también estará en «The Justice League».

4.- EL ORIGEN DEL CONFLICTO

El conflicto entre Batman y Superman en «Daw of Justice» deriva de la batalla final con el General Zod al final de «Man of Steel», cuando uno de los edificios de Wayne Enterprises es destruido, y mueren docenas de empleados de la compañía.

5.- INSPIRADO EN LOS CÓMIC

Aunque muchos puedan pensar que el enfrentamiento entre Batman y Superman es un invento de los estudios para hacer caja, el vigilante de Gotham y el héroe de Metropolis han aparecido juntos con frecuencia en los cómics. La primera vez, en 1952, en el número 76 de Superman. Aunque al principio colaboraban, sus métodos opuestos de encarar el crimen les hicieron chocar.

6.- CON WONDER WOMAN, LA TRINIDAD COMPLETA

Es uno de los personajes más esperados de «Dawn of Justice», ya que nunca hasta ahora Wonder Woman había saltado al cine. La elegida para el papel -no sin cierta polémica- ha sido la modelo israelí Gal Gadot. Antes de decidirse, el estudio barajó nombres como Olga Kurylenko o Jamie Alexander.

7.- DOOMSDAY, UN ENEMIGO COMÚN

Batman y Supermán, con la ayuda de Wonder Woman, tendrán que plantearse dejar a un lado sus diferencias cuando aparece Doomsday. Aunque en los cómics Doomsday era una criatura creada en Krypton que se dirigía a la Tierra a luchar contra Supermán, en el filme de Snyder este monstruo es el resultado de los experimentos de Lex Luthor con el cuerpo de Zod.

8.- DE AMY ADAMS A JESSE EISENBERG, UN REPARTO ESTELAR

Amy Adams repite en el papel de Lois Lane y Jesse Eisenberg promete sorprender en la piel del malvado Lex Luthor. Junto a ellos, actores de la vieja guardia como Jeremy Irons, Holly Hunter, Diane Lane o Laurence Fishburne.

9.- ESTRENO MUNDIAL. RÉCORD DE PREVENTA

Tras el preestreno en Nueva York, la película aterrizará esta semana en cines de todo el mundo. Con un presupuesto de producción estimado de 250 millones de dólares, «Dawn of Justice» ha acumulado ya unos 25 millones de dólares en preventa, unas cifras que superan a éxitos recientes como «Deadpool», «Fast & Furious 7» y «The Avengers».

10.- EL CONTRAATAQUE DE DISNEY

Disney contraatacará en mayo enfrentando a Iron Man (Robert Downey Jr) con el Capitán América (Chris Evans) en «Civil War» en una lucha de seguridad frente a libertad que, temporalmente, se situará en el punto en que se quedó «Avengers: Age of Ultron». En ella se espera ver por primera vez a Tom Holland con el traje de Spiderman.

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Sebastiao Salgado, retratado

Dirigido por Win Wenders, acaba de estrenarse   un documental sobre el gran fotógrafo

/ 2 de noviembre de 2014 / 04:00

Testigo del horror y la belleza del mundo contemporáneo, el fotógrafo brasileño Sebastiao Salgado ocupa el lugar del retratado en el documental La sal de la tierra, dirigido conjuntamente por Wim Wenders y Juliano Ribeiro Salgado.

Premiada en los festivales de Cannes y San Sebastián, la película ofrece una “doble puerta de entrada” al universo de Salgado, según explicó su hijo y codirector del filme. “Por un lado está Wim, el adivinador, el hombre que quería encontrar a Sebastián el artista. Y, por otro lado, yo, buscando acercarme algo más a mi padre y ofreciendo lo que he vivido con él”, resumió el cineasta, de 38 años.

Además de un compendio de sus mejores fotografías realizadas a lo largo de cuatro décadas en sus viajes por los cinco continentes, La sal de la tierra permite ver y escuchar a un gran aventurero y entender por qué hubo un momento en que casi pierde la esperanza en el ser humano.

Fue después de haber documentado las condiciones infernales de trabajo en las minas de Indonesia o el drama de la pesca tradicional en Sicilia en su serie Trabajadores (1993), y después de haber golpeado en el estómago al espectador con su visión del drama de los refugiados en Éxodos (2000).

Pero fue su propio estómago el que no pudo asimilar más miserias humanas después de presenciar el genocidio de Ruanda, hasta el punto que abandonó durante un tiempo la fotografía y se refugió en su residencia familiar, en un valle del Amazonas.

Durante ese reposo, el fotógrafo,  junto a su esposa, Lelia Deluiz, comenzó a plantar árboles para paliar la deforestación de la selva amazónica y acabó fundando el Instituto Terra, un recinto de 17.000 acres que repobló con más de 2,5 millones de árboles.

“El artista Sebastiao Salgado son dos personas: Sebastiao y Lelia. Ella nunca aparece, pero es importantísima en la carrera de Sebastiao. Han pensado juntos los conceptos de sus trabajos, le ayuda a escoger fotografías, reseña los libros y las exposiciones. Los dos juntos hacen un fuerza increíble, nada los para”, dice Ribeiro.

Fue así como el fotógrafo recuperó su inspiración. Su siguiente gran proyecto, Génesis, el último hasta la fecha, fue una carta de amor a la naturaleza y a los territorios que aún permanecen vírgenes. La idea del propio Salgado de hacer un documental con esas imágenes fue uno de los orígenes de La sal de la tierra. “Le pidió consejo a Wenders, a quien conocía por amigos en común y que llevaba tiempo queriendo hacer una película sobre Sebastiao. Así empezó la relación”, cuenta Ribeiro.

“Al mismo tiempo, yo me fui con mi padre, en nuestro primer viaje juntos, a visitar a la tribu brasileña de los zoe, que viven de forma reservada”, prosigue. “Filmé a Sebastiao allí y, cuando él vio las imágenes, se emocionó mucho”. De modo que la película acabó siendo también la historia del acercamiento del hijo al padre, tras una infancia y adolescencia marcada por sus largas ausencias.

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Shirley Temple, de niña prodigio de Hollywood a diplomática en la Casa Blanca

Los logros de Shirley Temple fueron más allá de lo cinematográfico, ya que se retiró cumplidos los 20 para reinventarse una nueva vida como diplomática.

/ 11 de febrero de 2014 / 13:12

Cantaba, bailaba, lucía unos tirabuzones perfectos y, sobre todo, atrajo enormes audiencias para la Fox en la América de después de la Gran Depresión. Shirley Temple, fallecida este lunes a los 85 años, fue una de las primeras niñas prodigio del cine y una mina de oro para Hollywood.

Sus maneras de adulta, su sonrisa ideal y también esa forma de fruncir el ceño conquistaron a legiones de admiradores -recibía una media de 16.000 cartas al mes- y salvaron al estudio de la bancarrota, llegando a hacer una caja de 1.250 dólares a la semana.

Pero los logros de Shirley Temple fueron más allá de lo cinematográfico, ya que se retiró cumplidos los 20 para reinventarse una nueva vida como diplomática. Y también ahí dejó huella al convertirse en la primera mujer jefa de protocolo de la Casa Blanca.

En el celuloide, la pequeña estrella nacida un 23 de abril de 1928 en Santa Mónica (California), hija de un banquero y una ama de casa, debutó con poco más de tres años.

Protagonizó más de 40 títulos hechos a su medida como «Poor little rich girl» (1936) o «The Little Princess» (1939), aunque también John Ford se fijó en ella y la fichó como hija de Henry Fonda para «Fort Apache» (1948).

Fue la hija de Gary Cooper y Carole Lombard en «Now and Forever» (1934), un préstamo a la Paramount; la niña huérfana que cantaba la canción de «Lollipop» en «Bright Eyes» (1934) o la pequeña que bailaba claqué subiendo una escalera junto a Bill Bojangles Robinson en «The Little Colonel» (1935).

Su éxito fue tal que hasta Salvador Dalí la transformó en bestia surrealista en uno de sus cuadros, y con sólo seis años la Academia de Hollywood le concedió un Óscar especial por sus «dotes extraordinarias».

Metro Goldwyn Myer la quiso para protagonizar «The Wizard of Oz» (1939), pero Darryl F. Zanuck, el fundador de Fox, se negó esta vez al arreglo, y el papel fue a parar a Judy Garland.

Lo cierto es que las ganancias del estudio con la pequeña estrella no se reducían a la taquilla, ya que sus canciones también se vendían como rosquillas, e incluso llegó a anunciar cereales, vestidos y hasta jabón. El contrato expiró en 1940, y Temple se retiraría nueve años más tarde.

Su carrera política y diplomática aún tardaría unos años en despegar. En la década de los sesenta empezó a colaborar con el Partido Republicano y, tras un fallido intento para convertirse en congresista en 1967 por California, Temple ocupó distintos puestos diplomáticos.

El presidente Nixon la nombró delegada de la misión norteamericana en la ONU en 1969 y fue embajadora en Ghana, entre 1974 y 1976, cuando se convirtió en jefa de protocolo de la Casa Blanca.

Como embajadora en Checoslovaquia (1989-1992), fue testigo de la Revolución de Terciopelo, un movimiento pacífico que forzó la caída del Partido Comunista y la transición hacia un sistema democrático.

También ha sido parte de los consejos directivos de diversas empresas y compañías sin ánimo de lucro, entre ellas Walt Disney, el Institute for Internacional Studies de la Universidad de Standford o la Comisión de Estados Unidos para la Unesco.

Casada a los 17 años con el soldado reconvertido en actor John Agar, con quien tuvo una hija, Susan, dos años más tarde se divorciaron y Temple conoció a su segundo marido, el empresario Charles Alden Black, con quien contrajo matrimonio ese mismo año.

En 1972 superó un cáncer de mama y sus últimos años los dedicó a colaborar en la lucha contra el cáncer y a revisar su legado cinematográfico, que contó en su autobiografía, «Child Star».

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Ben Affleck y el difícil reto de ser el octavo Batman

La noticia de que Affleck encarnará al hombre murciélago en la pantalla ha generado una ola de críticas en internet donde miles de fans han apoyado una iniciativa para pedir a Warner que rectifique su decisión.

/ 27 de agosto de 2013 / 14:06

Cuando Tim Burton eligió a Michael Keaton para ser Batman a finales de los ochenta, miles de fans del héroe de DC Comics enviaron cartas a la distribuidora Warner para expresar su rechazo, y sin embargo la película recaudó más de 250 millones de dólares sólo en Estados Unidos.

Claro que entonces no existían las redes sociales, que han propiciado la insólita oleada de rechazo a la decisión de que Ben Affleck sea el octavo hombre murciélago en «Man of Steel», de Zach Snyder, en la que se verá la cara con Supermán.

Un 71 por ciento de tuiteos en contra y una popular iniciativa en la red de recogida de firmas Change.org pidiendo que Warner retire a Affleck del proyecto han generado un gran revuelo en internet y los medios en general, pero no es la primera vez que un candidato a Batman desata el rechazo entre los seguidores del héroe.

Keaton al final convenció, a pesar de sus peleas con el traje, que le daba claustrofobia, según confesó en alguna entrevista, y la película de Burton dio al personaje ese aire oscuro en el que años más tarde incidiría Christopher Nolan.

Pero antes de llegar al cine, el personaje creado por Bob Kane y Bill Finger en 1939 tuvo otra vida en los seriales de televisión.
Lewis Wilson fue, en 1943, el primer actor en ponerse la capa para una serie de 15 capítulos en la se enfrentaba a un villano japonés que convertía a la gente en zombis.

Debido al éxito de audiencia, Columbia Pictures produjo una segunda parte, «Batman y Robin», en la que Robert Lowery hizo el papel principal, esta vez con menor impacto.

Más popularidad alcanzó Adam West en otra serie que la cadena estadounidense ABC tuvo en antena entre 1966 y 1968, con un tono cómico que se mantuvo en la adaptación a la gran pantalla que dirigió Leslie H. Martinson con prácticamente el mismo reparto.

Eso sí, ninguna de esas series, con un tratamiento más bien ligero, fue tenida en cuenta por Tim Burton ni en su primera entrega cinematográfica ni en la secuela que aceptó dirigir en 1992.

«Batman Returns», a la que Keaton dijo sí sólo tras conseguir un buen aumento de salario, logró unos nada despreciables 162 millones de dólares (121,4 millones de euros) en taquilla. Las críticas, sin embargo, hicieron hincapié en su desmesurado tono pesimista.

Así que ni Burton ni Keaton siguieron en el barco y Warner fichó a Joel Schumacher para ponerse detrás de la cámara en 1995 y a Val Kilmer como héroe, en una secuela más luminosa que fue bien en taquilla, aunque no puede decirse lo mismo de las relaciones entre director y protagonista, que no fluyeron demasiado.

Fue entonces cuando Schumacher reclutó a George Clooney para su «Batman & Robin» (1997), una decisión que el actor acabaría lamentando.

«Ha sido fácil interpretar a Batman porque ahora ya está establecido que no importa quien esté bajo de la máscara del murciélago: lo importante es la máscara», decía un Clooney en plena promoción de la cinta, años antes de reconocer el error.

Schumacher, por su parte, explicaba que entonces también rodaron bajo una presión muy fuerte. «Había grandes segmentos del público que querían que nos fuera mal y nos empezaron a criticar incluso antes de que finalizáramos el rodaje», aseguraba.

Tras el batacazo, Warner tardó ocho años en volver a poner en acción al súper héroe sin superpoderes.

El encargado de la resurrección fue Christopher Nolan que, con Christian Bale como protagonista, regresó a la oscuridad y a la introspección psicológica en un proyecto que acabó en trilogía y que tuvo un éxito de público y crítica sin precedentes.

Pero es precisamente esa buena acogida lo que también ha pesado en la presión a la que se está enfrentando desde ya Ben Affleck, que empezará a rodar el año que viene, con vistas a estrenar en 2015.

Tal vez, entre tantas descalificaciones, el también director de «Argo» haya leído algún tuit de aliento, como el que escribió hace unos días el propio Val Kilmer: «Denle una oportunidad a Ben».

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