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‘Siempre fuimos familia’ o la reinvención de la picaresca

Con Siempre fuimos familia, Gonzalo Lema (1959) ganó la primera versión del Premio Internacional de Novela Kipus, convocado por la editorial boliviana del mismo nombre.

Lema es un escritor prolífico, ha publicado anteriormente once novelas y siete libros de cuentos y ha ganado algunos de los premios nacionales de novela más importantes: el Erich Guttentag en 1984, el Nacional de Novela en 1998 y el Marcelo Quiroga Santa Cruz en 2012. En 1993, una de sus novelas fue finalista del Premio Casa de las Américas de Cuba.

Todo lo anotado sirve para decir que Siempre fuimos familia es la obra de un narrador experimentado, es decir, de un escritor que conoce sus recursos y puede manejar con solvencia sus historias.  

La historia, en este caso, es como se anuncia desde el título, una historia familiar, de los avatares de sus integrantes —los padres y tres hijos— en el contexto de una ciudad y una sociedad —la cochabambina— jalonada entre sus afanes de modernidad y su incurable provincianismo.

Ahí se desa-rrollan los personajes, en una trama que no excede las medianas tragedias de una familia recientemente enriquecida. Hasta ahí, podría parecer una novela  costumbrista, si bien renovada y enriquecida. Sin embargo, trasciende ese destino gracias al tratamiento de los personajes: Lema los lleva a los límites de la parodia, a una suerte de ‘picaresca contemporánea’ que da como resultado una visión crítica y humorística (Rubén Vargas).