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‘Alas de libertad’ para Poveda

A sus 42 años, Miguel Poveda se ha tatuado por primera vez. Ha elegido dos alas “de libertad” y el nombre de Ángel, “su” Ángel “y todos los ángeles”, porque está en un momento de su vida tan “libertario”, auténtico y centrado como su nuevo disco, un viaje emocionante por la piel y el alma de la poesía.

Poemas y sonetos para la libertad son 15 composiciones de Lope de Vega, Quevedo y Góngora, de Miguel Hernández y Rafael de León, de Borges y Neruda, de Jorge Antonio Muñoz Rojas, Jaime Gil de Biedma y Luis García Montero, de Luis Eduardo Aute, Joaquín Sabina y Pedro Guerra, con producción de Joan Albert Amargos.

Poveda (Barcelona, 1973) es el primer flamenco ganador de todos los grandes premios del prestigioso Festival del cante de las Minas de La Unión, incluida la Lámpara Minera.

No es la primera vez que se mete en veredas de rimas, porque en 2000 hizo un disco dedicado a poetas catalanes y otro con Enric Palomar, pero éste abarca un universo al que ha sido posible llegar gracias a Pedro Guerra, autor de la música, y Luis García Montero, que ha hecho cantable lo que solo era “leíble y declamable”. “En todos mis espectáculos —dice— ha habido poesía, pero cada vez ha tenido más presencia. Ahora la reivindico de forma más contundente, porque estamos en tiempos que se necesita”.

Pero, matiza, este disco, en el que tiene duetos con Miguel Ríos, Ana Belén y Sabina, no es “ni político, ni reivindicativo ni de posiciones”, aunque, precisa, es una denuncia “contra la violencia de cualquier tipo”.

“Defiendo mi libertad a cantar lo que me gusta cantar, a cantar al amor desde el lado que yo quiera, a cantarle a un hombre, a un pájaro o a un perro. A cantar a poetas indistintamente de sus creencias políticas. Canto a Lorca, porque encuentro belleza en su poesía, y a mí me da igual si es de derechas o de izquierdas”, sostiene.

España vive un momento, dice, de “gran desconfianza” y por eso pronostica que en las próximas elecciones “habrá un cambio”. “Se nota que la gente necesita renovación, que las aguas se han estancado y están medio podridas y hay que limpiarlas. Me gustaría que el cambio fuera real y radical”, apunta.

Cuando empezó a trabajar en el nuevo disco, para el que Pedro Guerra le proponía sonetos y poemas, se asombró de lo que algunos versos decían.

“Desmayarse, atreverse, estar furioso…”, dice Lope de Vega y así se siente él, confiesa el artista, que pone todo su desgarro en Hielo abrasador.

“El amor es atemporal, y esta es una oportunidad de ponerse en el romanticismo, pero sin ser cursi o ñoño. Es la parte más intensa, dura y desgarrada, porque el azúcar, a cucharadas, engorda”, se ríe de nuevo.

Lo que le preocupa ahora es la intolerancia y “la deshumanización” que propician las redes sociales: “Tengo cuentas en todas, pero, cuando estoy con gente, estoy con ella. No puedo con esa falta de comunicación real”, se queja.