Thursday 25 Apr 2024 | Actualizado a 17:50 PM

7.500 km por el Gran Chaco

Artistas bolivianos, argentinos, paraguayos y españoles viajan por la región para retratar las culturas ancestrales y la naturaleza que las inspira.

/ 14 de junio de 2015 / 04:00

Chaco Ra’anga (“la figura del Chaco”, en guaraní) es una iniciativa de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y la Fundación Internacional para Iberoamérica de Administración y Políticas Públicas (FIIAPP) en el marco del programa ACERCA, cuyo objetivo es visibilizar la riqueza cultural y ambiental del Gran Chaco Americano, avanzando en la construcción de una ciudadanía global comprometida con el desarrollo sostenible, desde una perspectiva de justicia social, con equidad y derechos, en un escenario de paz y cooperación internacional.

Mediante una convocatoria pública los organizadores recibieron más de 400 propuestas de proyectos, de los cuales fuimos seleccionados 12 investigadores y artistas de Argentina, España, Paraguay y Bolivia: tres por cada país. De su creatividad y sus impresiones resultarán un videojuego histórico, un cómic de no ficción, una bitácora sonora, audiovisuales de historias cotidianas e investigaciones sobre meteoritos, límites históricos, biogeográficos y soberanía alimentaria.

Entre los viajeros bolivianos se encuentra Alejandra Delgado con su proyecto plástico, visual y sensorial Lo que persiste, que se acerca al territorio, su historia y habitantes de manera subjetiva y nunca superficial. Pamela Gómez trabaja desde sus sentidos la Cartografía imprecisa del territorio Gran Chaco Americano, para identificar las prácticas, costumbres y señalizaciones que, como el Chaco, sobrepasan las fronteras políticas. Con mi proyecto fotográfico Agua: Identidad social y tecnologías de cosecha y almacenamiento investigo cómo a partir del agua, un recurso escaso, las sociedades definen sus estrategias de vida, ajustan o fortalecen sus formas organizacionales y construyen sus identidades.

Nuestro viaje de 31 días se inició en Resistencia, Argentina, ingresamos a Bolivia por Yacuiba, para recorrer Villa Montes y Camiri, hasta el parque Kaa-Iya en Santa Cruz, para luego entrar en territorio paraguayo. Viajamos en vagonetas 4×4, navegamos por el río Paraguay durante 5 días y en bus el último tramo, sumando al final del viaje 7.532 kilómetros. En varias ocasiones acampamos a mitad del trayecto por el mal estado de los caminos, especialmente en Paraguay.

El Gran Chaco es un territorio extenso y fascinante, uno de los pulmones de nuestro planeta, presenta alta biodiversidad y climas extremos. Históricamente se hace más visible por la Guerra del Chaco y más recientemente por la explotación de hidrocarburos y el avance de la frontera agrícola. La característica común de toda esta vasta región es la diversidad y la superposición de culturas. Es un territorio abierto a muchas miradas, pero estando allá solo es posible abordarla a través de la del Chaco.

LEYENDAS. La situación de los pueblos indígenas es compleja y son demasiados los acontecimientos trágicos que afrontaron, fueron omitidos de las historias oficiales, convertidos en reductos y explotados como mano de obra barata. En Argentina visitamos a los indígenas moqoit, qom y wichi, estos últimos posiblemente próximos a los weenhayek de Bolivia. Conversamos con la asociación Mujeres Cuidadoras de la Cultura Qom, quienes desde hace años trabajan con niños y ancianos para recuperar su idioma, tradiciones, cultura y así resguardar su identidad. Otro grupo de mujeres, en Tartagal, sistematiza sus leyendas ancestrales, edita, publica libros y difunde su historia desde su radioemisora La Voz Indígena.

En Villa Montes conocimos a los weenhayek, que nos hablaron de su organización y vida comunitaria. Para ellos el río Pilcomayo es determinante, ya que siempre vivieron de la pesca y la artesanía; participaron en la Guerra del Chaco y sus familias tuvieron que huir al norte argentino. Pero la única herencia que les dejó la guerra fue el alcoholismo y la prostitución.

UNIVERSIDAD. En Camiri nos recibió la Asamblea del Pueblo Guaraní (APG), una institución en constante crecimiento, protagonista de las reivindicaciones de este pueblo. Varios de sus miembros son destacados académicos que investigan su cultura, idioma y medios de vida. Tienen la Universidad Indígena Unibol Apiaguaiki Tüpa, y en sus aulas combinan las ciencias occidentales con los saberes ancestrales.

El vicerrector de la Unibol nos guió hasta La Trinchera, lugar simbólico para recordar la masacre que cometió el Ejército —con el apoyo de los hacendados y la Iglesia— al último levantamiento indígena en Kuruyuki, el 28 de enero de 1892. Murieron unos 2.700 indígenas ese día y más de 6.000 durante 17 años de lucha y, a pesar de la magnitud de la tragedia, es una historia muy poco conocida.

Los indígenas enlhet, ayoreo e yshir se encuentran en Paraguay y fueron despojados de su territorio, el bosque es cada vez más ausente y eso afecta su sobrevivencia. Existe una fuerte presencia de la Iglesia Evangélica que reconfigura sus formas de vida y pensamiento, la mayoría de ellos hablan solo su idioma originario. Conocimos a los chamanes yshir y sus rituales poderosos; con la ayuda de traductores escuchamos sus relatos tradicionales y sus cantos. Varios ayoreos fueron contactados recién el año 2004, quedando sus familias aún en el bosque.

En el Chaco existen dos grupos de menonitas: los que practican sus tradiciones centenarias y los que adoptaron formas de vida moderna. Ambos mantienen su idioma plautdistsch, un dialecto del bajo alemán; son colonias agropecuarias vinculadas a mercados dinámicos y de exportación. En este mismo territorio también existen familias mestizas —dedicadas a la ganadería y a cultivos agroindustriales— que tienen o tuvieron conflictos con el uso y tenencia de la tierra, especialmente en territorios indígenas. El asado a la parrilla y los ritmos de la chacarera, el chamamé o la cueca, son tradicionales para compartir en sociedad.

Dentro de poco volveremos a viajar con Chaco Ra’anga. En septiembre se celebrará un seminario internacional en Santa Cruz; en noviembre se iniciarán las exposiciones artísticas en Asunción, luego Buenos Aires y, poco después, en La Paz. Como productos duraderos se publicará un libro con todos los trabajos desarrollados y se consolidará una plataforma transmedia para que la ciudadanía de los países involucrados y de todo el mundo conozcan el Gran Chaco Americano.

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Artistas bolivianos, argentinos, paraguayos y españoles viajan por la región para retratar las culturas ancestrales y la naturaleza que las inspira.

/ 14 de junio de 2015 / 04:00

Chaco Ra’anga (“la figura del Chaco”, en guaraní) es una iniciativa de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y la Fundación Internacional para Iberoamérica de Administración y Políticas Públicas (FIIAPP) en el marco del programa ACERCA, cuyo objetivo es visibilizar la riqueza cultural y ambiental del Gran Chaco Americano, avanzando en la construcción de una ciudadanía global comprometida con el desarrollo sostenible, desde una perspectiva de justicia social, con equidad y derechos, en un escenario de paz y cooperación internacional.

Mediante una convocatoria pública los organizadores recibieron más de 400 propuestas de proyectos, de los cuales fuimos seleccionados 12 investigadores y artistas de Argentina, España, Paraguay y Bolivia: tres por cada país. De su creatividad y sus impresiones resultarán un videojuego histórico, un cómic de no ficción, una bitácora sonora, audiovisuales de historias cotidianas e investigaciones sobre meteoritos, límites históricos, biogeográficos y soberanía alimentaria.

Entre los viajeros bolivianos se encuentra Alejandra Delgado con su proyecto plástico, visual y sensorial Lo que persiste, que se acerca al territorio, su historia y habitantes de manera subjetiva y nunca superficial. Pamela Gómez trabaja desde sus sentidos la Cartografía imprecisa del territorio Gran Chaco Americano, para identificar las prácticas, costumbres y señalizaciones que, como el Chaco, sobrepasan las fronteras políticas. Con mi proyecto fotográfico Agua: Identidad social y tecnologías de cosecha y almacenamiento investigo cómo a partir del agua, un recurso escaso, las sociedades definen sus estrategias de vida, ajustan o fortalecen sus formas organizacionales y construyen sus identidades.

Nuestro viaje de 31 días se inició en Resistencia, Argentina, ingresamos a Bolivia por Yacuiba, para recorrer Villa Montes y Camiri, hasta el parque Kaa-Iya en Santa Cruz, para luego entrar en territorio paraguayo. Viajamos en vagonetas 4×4, navegamos por el río Paraguay durante 5 días y en bus el último tramo, sumando al final del viaje 7.532 kilómetros. En varias ocasiones acampamos a mitad del trayecto por el mal estado de los caminos, especialmente en Paraguay.

El Gran Chaco es un territorio extenso y fascinante, uno de los pulmones de nuestro planeta, presenta alta biodiversidad y climas extremos. Históricamente se hace más visible por la Guerra del Chaco y más recientemente por la explotación de hidrocarburos y el avance de la frontera agrícola. La característica común de toda esta vasta región es la diversidad y la superposición de culturas. Es un territorio abierto a muchas miradas, pero estando allá solo es posible abordarla a través de la del Chaco.

LEYENDAS. La situación de los pueblos indígenas es compleja y son demasiados los acontecimientos trágicos que afrontaron, fueron omitidos de las historias oficiales, convertidos en reductos y explotados como mano de obra barata. En Argentina visitamos a los indígenas moqoit, qom y wichi, estos últimos posiblemente próximos a los weenhayek de Bolivia. Conversamos con la asociación Mujeres Cuidadoras de la Cultura Qom, quienes desde hace años trabajan con niños y ancianos para recuperar su idioma, tradiciones, cultura y así resguardar su identidad. Otro grupo de mujeres, en Tartagal, sistematiza sus leyendas ancestrales, edita, publica libros y difunde su historia desde su radioemisora La Voz Indígena.

En Villa Montes conocimos a los weenhayek, que nos hablaron de su organización y vida comunitaria. Para ellos el río Pilcomayo es determinante, ya que siempre vivieron de la pesca y la artesanía; participaron en la Guerra del Chaco y sus familias tuvieron que huir al norte argentino. Pero la única herencia que les dejó la guerra fue el alcoholismo y la prostitución.

UNIVERSIDAD. En Camiri nos recibió la Asamblea del Pueblo Guaraní (APG), una institución en constante crecimiento, protagonista de las reivindicaciones de este pueblo. Varios de sus miembros son destacados académicos que investigan su cultura, idioma y medios de vida. Tienen la Universidad Indígena Unibol Apiaguaiki Tüpa, y en sus aulas combinan las ciencias occidentales con los saberes ancestrales.

El vicerrector de la Unibol nos guió hasta La Trinchera, lugar simbólico para recordar la masacre que cometió el Ejército —con el apoyo de los hacendados y la Iglesia— al último levantamiento indígena en Kuruyuki, el 28 de enero de 1892. Murieron unos 2.700 indígenas ese día y más de 6.000 durante 17 años de lucha y, a pesar de la magnitud de la tragedia, es una historia muy poco conocida.

Los indígenas enlhet, ayoreo e yshir se encuentran en Paraguay y fueron despojados de su territorio, el bosque es cada vez más ausente y eso afecta su sobrevivencia. Existe una fuerte presencia de la Iglesia Evangélica que reconfigura sus formas de vida y pensamiento, la mayoría de ellos hablan solo su idioma originario. Conocimos a los chamanes yshir y sus rituales poderosos; con la ayuda de traductores escuchamos sus relatos tradicionales y sus cantos. Varios ayoreos fueron contactados recién el año 2004, quedando sus familias aún en el bosque.

En el Chaco existen dos grupos de menonitas: los que practican sus tradiciones centenarias y los que adoptaron formas de vida moderna. Ambos mantienen su idioma plautdistsch, un dialecto del bajo alemán; son colonias agropecuarias vinculadas a mercados dinámicos y de exportación. En este mismo territorio también existen familias mestizas —dedicadas a la ganadería y a cultivos agroindustriales— que tienen o tuvieron conflictos con el uso y tenencia de la tierra, especialmente en territorios indígenas. El asado a la parrilla y los ritmos de la chacarera, el chamamé o la cueca, son tradicionales para compartir en sociedad.

Dentro de poco volveremos a viajar con Chaco Ra’anga. En septiembre se celebrará un seminario internacional en Santa Cruz; en noviembre se iniciarán las exposiciones artísticas en Asunción, luego Buenos Aires y, poco después, en La Paz. Como productos duraderos se publicará un libro con todos los trabajos desarrollados y se consolidará una plataforma transmedia para que la ciudadanía de los países involucrados y de todo el mundo conozcan el Gran Chaco Americano.

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Chaco Ra’anga (“la figura del Chaco”, en guaraní) es una iniciativa de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y la Fundación Internacional para Iberoamérica de Administración y Políticas Públicas (FIIAPP) en el marco del programa ACERCA, cuyo objetivo es visibilizar la riqueza cultural y ambiental del Gran Chaco Americano, avanzando en la construcción de una ciudadanía global comprometida con el desarrollo sostenible, desde una perspectiva de justicia social, con equidad y derechos, en un escenario de paz y cooperación internacional.

Mediante una convocatoria pública los organizadores recibieron más de 400 propuestas de proyectos, de los cuales fuimos seleccionados 12 investigadores y artistas de Argentina, España, Paraguay y Bolivia: tres por cada país. De su creatividad y sus impresiones resultarán un videojuego histórico, un cómic de no ficción, una bitácora sonora, audiovisuales de historias cotidianas e investigaciones sobre meteoritos, límites históricos, biogeográficos y soberanía alimentaria.

Entre los viajeros bolivianos se encuentra Alejandra Delgado con su proyecto plástico, visual y sensorial Lo que persiste, que se acerca al territorio, su historia y habitantes de manera subjetiva y nunca superficial. Pamela Gómez trabaja desde sus sentidos la Cartografía imprecisa del territorio Gran Chaco Americano, para identificar las prácticas, costumbres y señalizaciones que, como el Chaco, sobrepasan las fronteras políticas. Con mi proyecto fotográfico Agua: Identidad social y tecnologías de cosecha y almacenamiento investigo cómo a partir del agua, un recurso escaso, las sociedades definen sus estrategias de vida, ajustan o fortalecen sus formas organizacionales y construyen sus identidades.

Nuestro viaje de 31 días se inició en Resistencia, Argentina, ingresamos a Bolivia por Yacuiba, para recorrer Villa Montes y Camiri, hasta el parque Kaa-Iya en Santa Cruz, para luego entrar en territorio paraguayo. Viajamos en vagonetas 4×4, navegamos por el río Paraguay durante 5 días y en bus el último tramo, sumando al final del viaje 7.532 kilómetros. En varias ocasiones acampamos a mitad del trayecto por el mal estado de los caminos, especialmente en Paraguay.

El Gran Chaco es un territorio extenso y fascinante, uno de los pulmones de nuestro planeta, presenta alta biodiversidad y climas extremos. Históricamente se hace más visible por la Guerra del Chaco y más recientemente por la explotación de hidrocarburos y el avance de la frontera agrícola. La característica común de toda esta vasta región es la diversidad y la superposición de culturas. Es un territorio abierto a muchas miradas, pero estando allá solo es posible abordarla a través de la del Chaco.

LEYENDAS. La situación de los pueblos indígenas es compleja y son demasiados los acontecimientos trágicos que afrontaron, fueron omitidos de las historias oficiales, convertidos en reductos y explotados como mano de obra barata. En Argentina visitamos a los indígenas moqoit, qom y wichi, estos últimos posiblemente próximos a los weenhayek de Bolivia. Conversamos con la asociación Mujeres Cuidadoras de la Cultura Qom, quienes desde hace años trabajan con niños y ancianos para recuperar su idioma, tradiciones, cultura y así resguardar su identidad. Otro grupo de mujeres, en Tartagal, sistematiza sus leyendas ancestrales, edita, publica libros y difunde su historia desde su radioemisora La Voz Indígena.

En Villa Montes conocimos a los weenhayek, que nos hablaron de su organización y vida comunitaria. Para ellos el río Pilcomayo es determinante, ya que siempre vivieron de la pesca y la artesanía; participaron en la Guerra del Chaco y sus familias tuvieron que huir al norte argentino. Pero la única herencia que les dejó la guerra fue el alcoholismo y la prostitución.

UNIVERSIDAD. En Camiri nos recibió la Asamblea del Pueblo Guaraní (APG), una institución en constante crecimiento, protagonista de las reivindicaciones de este pueblo. Varios de sus miembros son destacados académicos que investigan su cultura, idioma y medios de vida. Tienen la Universidad Indígena Unibol Apiaguaiki Tüpa, y en sus aulas combinan las ciencias occidentales con los saberes ancestrales.

El vicerrector de la Unibol nos guió hasta La Trinchera, lugar simbólico para recordar la masacre que cometió el Ejército —con el apoyo de los hacendados y la Iglesia— al último levantamiento indígena en Kuruyuki, el 28 de enero de 1892. Murieron unos 2.700 indígenas ese día y más de 6.000 durante 17 años de lucha y, a pesar de la magnitud de la tragedia, es una historia muy poco conocida.

Los indígenas enlhet, ayoreo e yshir se encuentran en Paraguay y fueron despojados de su territorio, el bosque es cada vez más ausente y eso afecta su sobrevivencia. Existe una fuerte presencia de la Iglesia Evangélica que reconfigura sus formas de vida y pensamiento, la mayoría de ellos hablan solo su idioma originario. Conocimos a los chamanes yshir y sus rituales poderosos; con la ayuda de traductores escuchamos sus relatos tradicionales y sus cantos. Varios ayoreos fueron contactados recién el año 2004, quedando sus familias aún en el bosque.

En el Chaco existen dos grupos de menonitas: los que practican sus tradiciones centenarias y los que adoptaron formas de vida moderna. Ambos mantienen su idioma plautdistsch, un dialecto del bajo alemán; son colonias agropecuarias vinculadas a mercados dinámicos y de exportación. En este mismo territorio también existen familias mestizas —dedicadas a la ganadería y a cultivos agroindustriales— que tienen o tuvieron conflictos con el uso y tenencia de la tierra, especialmente en territorios indígenas. El asado a la parrilla y los ritmos de la chacarera, el chamamé o la cueca, son tradicionales para compartir en sociedad.

Dentro de poco volveremos a viajar con Chaco Ra’anga. En septiembre se celebrará un seminario internacional en Santa Cruz; en noviembre se iniciarán las exposiciones artísticas en Asunción, luego Buenos Aires y, poco después, en La Paz. Como productos duraderos se publicará un libro con todos los trabajos desarrollados y se consolidará una plataforma transmedia para que la ciudadanía de los países involucrados y de todo el mundo conozcan el Gran Chaco Americano.

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