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Marcos Jiménez, bailaor: ‘Lo que hace el flamenco es sacar todo de ti y de una manera muy potente’

El coreógrafo andaluz, que basa su arte en la autenticidad, enseña y aprende en sus talleres en La Paz

/ 14 de junio de 2015 / 04:00

Con una melena suelta y ligera, la mirada franca y transparente y una postura elegante y resuelta, Marcos Jiménez se dispone a dialogar sobre su pasión, profesión y forma de vida: el flamenco. A pocos minutos de iniciar una de sus clases magistrales, este joven bailaor andaluz confiesa, de entrada, que este arte es para él como el aire que respira.

Jiménez, joven bailaor, coreógrafo y maestro, cuenta con una amplia experiencia y una importante trayectoria en la formación y difusión del flamenco en países como Suiza, Grecia, Italia, Japón y Estados Unidos. Y en Sudamérica, desde hace diez años, realiza giras anuales por Perú, Chile y Argentina. Llega a Bolivia por tercer año consecutivo para brindar talleres de formación y montar coreografías, con estudiantes y bailarinas profesionales de A ComPás, centro de formación que promueve el flamenco y las danzas españolas en sus diferentes estilos, bajo la dirección de Yadir Vázquez y Farah Arze.

Este artista pertenece a una generación de jóvenes bailaores que, impulsados por la nominación que hiciera la Unesco del flamenco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, viajan por el mundo encantando con su arte que crece en popularidad y continúa nutriéndose con el encuentro y el reconocimiento de rasgos de otras culturas populares. El flamenco es propio de las regiones españolas de Andalucía, Extremadura y Murcia. Producto del mestizaje, hoy día se alimenta de la fusión y la experimentación de los artistas de las nuevas generaciones. Se caracterizan por integrar el cante, el toque y el baile, como parte esencial e imprescindible de su naturaleza.

En la conversación con Marcos Jiménez, que imparte un taller en La Paz, indagamos sobre sus sentires, visiones y proyectos.

¿Qué representa el flamenco para ti?

Forma parte de mi vida, del día a día. Creció conmigo, porque mi padre se dedicaba a cantar. Además de que uno lo haga como profesión, es una cultura del día a día de la gente de Andalucía. Está incrustada en todo, en nuestra manera de hablar, y de movernos. Es natural para la gente de allí. El flamenco no se puede reducir a una sola sensación. Saca de ti todo de una manera muy potente. Es pasional, es extremo, es abierto. Pero también tiene un significado social, como todas las artes populares. Un arte que nace del pueblo está asociado con lo que se vive.

¿Cómo se expresa el flamenco en las nuevas generaciones?

Hoy existe todo un movimiento vinculado al flamenco, desde que se nombró Patrimonio de la Humanidad. Esto le ha dado ese peldaño que le faltaba a nivel externo. Ahora la gente joven del flamenco se dedica a mostrarlo por todas partes. Estamos en la labor de avanzar, de crear, de experimentar, respetando y partiendo de las tradiciones pero para actualizarlas. El flamenco se ha abierto mucho a compartir con otras músicas, aunque en sí es una fusión de muchas cosas. A mí no me gusta hablar de lo puro, sino de lo tradicional, pues lo puro es algo que no se ha tocado, y el flamenco es todo lo contrario, es una fusión de muchas cosas.

¿Cuáles es la ruta que sigues tú?

La tendencia actual es investigar dentro de nosotros, qué es lo que queremos contar a través de este lenguaje. Es una búsqueda personal. Para mí la única búsqueda —y por eso quizá la más difícil— es conocerte a ti mismo y ser lo más auténtico posible. En el flamenco lo único que se puede hacer es ser tú mismo, porque tenemos tantos referentes que no podemos caer en la imitación, sino buscar la autenticidad, eso que te hace especial y único, y trasladarlo al arte. La finalidad salir al escenario y reconocerte en lo que estás haciendo.

¿Cómo te percibes como artista?

Creo que soy un artista integral. Aunque no sé si me atreva a llamarme artista. Soy profesional en lo que hago. Considero que lo que me puede hacer un poco especial entre los que estamos en este trabajo es buscar esa autenticidad, que ya no tiene que ver con lo técnico o con lo buen profesional que puedas llegar a ser. Un verdadero artista no es solo alguien que baila, es quien concibe las cosas de otra manera, más allá de lo técnico. La técnica es lo que me da la riqueza de lenguaje. Lo que queda es lo otro, el arte.

¿Qué opinas sobre el desarrollo del flamenco en La Paz?

R: Yo creo que en Bolivia están intentando darle fuerza al flamenco y al arte en general. Hay gente con talento, que realmente si siquiera dedicarse tendría más cosas que hacer y decir dentro del flamenco. Pero parece que aquí no es fácil hacer del arte tu profesión. Creo que faltan políticas que promuevan el arte profesional.

Por otra parte, estoy contento con lo que está sucediendo, pues el flamenco tiene una cosa maravillosa: la riqueza de compartir. No hay unos más que otros. Nos retroalimentamos todos, alumnos y maestros. En Bolivia ya hay mucha gente que sabe qué es el flamenco. Mi deseo es que el gran público se acerque y pueda experimentarlo.

¿Tus futuros proyectos en Bolivia?

Estamos preparando coreografías para la compañía A ComPás, para los espectáculos de más adelante. Tenemos en mente, en un futuro no muy lejano, hacer una presentación conjunta, participar no solo como coreógrafo sino también como bailarín. Pero no tengo prisa para esas cosas, siempre quiero que se dé cuando las condiciones lo permitan, para presentar lo que queremos y a la altura de lo que deseo que la gente vea del flamenco.

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Marcos Jiménez, bailaor: ‘Lo que hace el flamenco es sacar todo de ti y de una manera muy potente’

El coreógrafo andaluz, que basa su arte en la autenticidad, enseña y aprende en sus talleres en La Paz

/ 14 de junio de 2015 / 04:00

Con una melena suelta y ligera, la mirada franca y transparente y una postura elegante y resuelta, Marcos Jiménez se dispone a dialogar sobre su pasión, profesión y forma de vida: el flamenco. A pocos minutos de iniciar una de sus clases magistrales, este joven bailaor andaluz confiesa, de entrada, que este arte es para él como el aire que respira.

Jiménez, joven bailaor, coreógrafo y maestro, cuenta con una amplia experiencia y una importante trayectoria en la formación y difusión del flamenco en países como Suiza, Grecia, Italia, Japón y Estados Unidos. Y en Sudamérica, desde hace diez años, realiza giras anuales por Perú, Chile y Argentina. Llega a Bolivia por tercer año consecutivo para brindar talleres de formación y montar coreografías, con estudiantes y bailarinas profesionales de A ComPás, centro de formación que promueve el flamenco y las danzas españolas en sus diferentes estilos, bajo la dirección de Yadir Vázquez y Farah Arze.

Este artista pertenece a una generación de jóvenes bailaores que, impulsados por la nominación que hiciera la Unesco del flamenco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, viajan por el mundo encantando con su arte que crece en popularidad y continúa nutriéndose con el encuentro y el reconocimiento de rasgos de otras culturas populares. El flamenco es propio de las regiones españolas de Andalucía, Extremadura y Murcia. Producto del mestizaje, hoy día se alimenta de la fusión y la experimentación de los artistas de las nuevas generaciones. Se caracterizan por integrar el cante, el toque y el baile, como parte esencial e imprescindible de su naturaleza.

En la conversación con Marcos Jiménez, que imparte un taller en La Paz, indagamos sobre sus sentires, visiones y proyectos.

¿Qué representa el flamenco para ti?

Forma parte de mi vida, del día a día. Creció conmigo, porque mi padre se dedicaba a cantar. Además de que uno lo haga como profesión, es una cultura del día a día de la gente de Andalucía. Está incrustada en todo, en nuestra manera de hablar, y de movernos. Es natural para la gente de allí. El flamenco no se puede reducir a una sola sensación. Saca de ti todo de una manera muy potente. Es pasional, es extremo, es abierto. Pero también tiene un significado social, como todas las artes populares. Un arte que nace del pueblo está asociado con lo que se vive.

¿Cómo se expresa el flamenco en las nuevas generaciones?

Hoy existe todo un movimiento vinculado al flamenco, desde que se nombró Patrimonio de la Humanidad. Esto le ha dado ese peldaño que le faltaba a nivel externo. Ahora la gente joven del flamenco se dedica a mostrarlo por todas partes. Estamos en la labor de avanzar, de crear, de experimentar, respetando y partiendo de las tradiciones pero para actualizarlas. El flamenco se ha abierto mucho a compartir con otras músicas, aunque en sí es una fusión de muchas cosas. A mí no me gusta hablar de lo puro, sino de lo tradicional, pues lo puro es algo que no se ha tocado, y el flamenco es todo lo contrario, es una fusión de muchas cosas.

¿Cuáles es la ruta que sigues tú?

La tendencia actual es investigar dentro de nosotros, qué es lo que queremos contar a través de este lenguaje. Es una búsqueda personal. Para mí la única búsqueda —y por eso quizá la más difícil— es conocerte a ti mismo y ser lo más auténtico posible. En el flamenco lo único que se puede hacer es ser tú mismo, porque tenemos tantos referentes que no podemos caer en la imitación, sino buscar la autenticidad, eso que te hace especial y único, y trasladarlo al arte. La finalidad salir al escenario y reconocerte en lo que estás haciendo.

¿Cómo te percibes como artista?

Creo que soy un artista integral. Aunque no sé si me atreva a llamarme artista. Soy profesional en lo que hago. Considero que lo que me puede hacer un poco especial entre los que estamos en este trabajo es buscar esa autenticidad, que ya no tiene que ver con lo técnico o con lo buen profesional que puedas llegar a ser. Un verdadero artista no es solo alguien que baila, es quien concibe las cosas de otra manera, más allá de lo técnico. La técnica es lo que me da la riqueza de lenguaje. Lo que queda es lo otro, el arte.

¿Qué opinas sobre el desarrollo del flamenco en La Paz?

R: Yo creo que en Bolivia están intentando darle fuerza al flamenco y al arte en general. Hay gente con talento, que realmente si siquiera dedicarse tendría más cosas que hacer y decir dentro del flamenco. Pero parece que aquí no es fácil hacer del arte tu profesión. Creo que faltan políticas que promuevan el arte profesional.

Por otra parte, estoy contento con lo que está sucediendo, pues el flamenco tiene una cosa maravillosa: la riqueza de compartir. No hay unos más que otros. Nos retroalimentamos todos, alumnos y maestros. En Bolivia ya hay mucha gente que sabe qué es el flamenco. Mi deseo es que el gran público se acerque y pueda experimentarlo.

¿Tus futuros proyectos en Bolivia?

Estamos preparando coreografías para la compañía A ComPás, para los espectáculos de más adelante. Tenemos en mente, en un futuro no muy lejano, hacer una presentación conjunta, participar no solo como coreógrafo sino también como bailarín. Pero no tengo prisa para esas cosas, siempre quiero que se dé cuando las condiciones lo permitan, para presentar lo que queremos y a la altura de lo que deseo que la gente vea del flamenco.

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Música chilena con sabor lírico

José Quilapi, cantante lírico chileno de origen mapuche, ofreció un concierto de música popular

/ 30 de septiembre de 2012 / 04:00

Un concierto de gran calidad que incluyó una selección de música popular chilena y mapuche, interpretada por el tenor José Quilapi, acompañado por el pianista Gonzalo Pinedo, fue el cierre de la celebración de las fiestas patrias de Chile, el 22 de septiembre en el Consulado General de Chile en La Paz.

El público paceño recibió con mucho agrado esta iniciativa del consulado chileno, pues es la primera vez que Bolivia cuenta con la presencia de un destacado músico de origen mapuche. La interpretación de su acompañante, el pianista, compositor, arreglista y director Gonzalo Pinedo fue impecable. En conjunto lograron un resultado de gran calidad estética, que el público supo apreciar.

Ante la insistencia de los asistentes, la gala lírica fue cerrada con Gracias a la vida de Violeta Parra y Poema 15 de Pablo Neruda, que los músicos ofrecieron en retribución a la cálida acogida.

  José Quilapi se dedica al rescate y promoción de la música popular chilena y mapuche desde que retornó de Alemania, donde realizó sus estudios de licenciatura y posgrado en música. Se autodefine mapuche, pues en su camino como artista ese reconocimiento fue un proceso de aprendizaje que lo llevó a valorar, fuera de su país, la música y la cultura de su pueblo.

Durante una entrevista, el maestro Quilapi manifestó: “Soy mapuche, siempre lo fui desde niño”. Cuenta que desde su niñez tuvo el apoyo de las personas con las que su madre trabajaba realizando labores del hogar, pero no fue sino hasta entrada su juventud que decidió ser cantante. A pesar de que muchas personas le decían “usted puede ser mecánico”, su voz interior fue más fuerte y decidió ser cantante lírico.

“Y así fui avanzando, superando incluso las expectativas de mis maestros”, recuerda.

Fue entonces cuando decidió ir a Europa a perfeccionar su arte, con la idea de “ser alguien, de tener una profesión”. A la fecha, Quilapi atesora una carrera exitosa que empezó en Alemania, donde cantó bajo la batuta de destacados directores como Roland Bader, Pierre Boulez, Seigi Osawa, Claudio Abbado, Uwe Gronostay, Herbert von Karajan, Eric Ericson y Charles Ditout, entre otros.

El trabajo de rescate y promoción de la música popular chilena y mapuche que realiza José Quilapi es el resultado de uno de los aprendizajes más significativos durante su estadía en Europa. En una época en la que en América Latina la música popular era concebida como de menor rango, señala el músico, “aprendí a entender y aceptar mi folklore”.  En ese entonces, dice, “la música popular era vista como algo ‘no bello’ que estaba por debajo de la música clásica”.

El artista reconoce que en Chile la interpretación de música popular con estilo lírico “a algunos les gusta y a otros no”. “Como mapuches”, dice, “no esperamos que nos reconozcan todas las instituciones. Tenemos que seguir luchando por nuestro espacio. Yo hago mi aporte desde la música”.

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