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Gilberto Gil y Caetano Veloso, el yin y el yang del sonido brasileño

Uno es zen y el otro, angustiado. Uno adora dormir, el otro lo detesta. A uno se le quedan las manos heladas cuando sube al escenario, el otro lo hace tan tranquilo. Ambos tienen 72 años y son dos monstruos sagrados de la música popular brasileña. Lideraron el movimiento tropicalista en 1968 y se exiliaron varios años en Londres durante la dictadura militar. Gilberto Gil y Caetano Veloso arrancan este mes una gira conjunta por diez países de Europa con la que van a conmemorar medio siglo de amistad.

Pregunta: ¿Aún sienten ansiedad antes de subir al escenario?

Gilberto Gil (GG): Yo me pongo más nervioso hoy que antes, puedo asegurarlo. Mis manos se enfrían, y a veces en algunos casos hasta tengo un poco de taquicardia. Pero es más fácil con él al lado. De todos los músicos, con quien me siento más tranquilo en escena es con Caetano.
Caetano Veloso (CV): Me hace reír porque para mí es todo lo contrario. La verdad, no me siento para nada nervioso.

P: Se les considera casi hermanos. ¿En qué son más parecidos y en qué son más diferentes?

GG: Somos realmente muy diferentes. Él es leo y yo soy cáncer. Pero nuestros gustos son parecidos, tenemos una idea musical marcada por influencias similares. La bossa nova nos aproximó.

CV: [Risas]. Creo que somos más diferentes que parecidos. Yo no hago yoga, no creo en la astrología… Pero estamos muy unidos por la vida y por la música. Nos conocimos en 1963, la primera vez que lo vi él cantaba en la televisión en Bahía y un amigo en común nos presentó.

P: Ustedes son de la generación sexo, drogas y rock’n roll, ¿extrañan todo eso?

CV: Soy una persona, y las personas atraviesan la infancia, la adolescencia, la madurez, la vejez. Aún siento una gran curiosidad por todo, pero extraño la juventud. Ser joven es una ventaja inmediata. Es la alegría del cuerpo joven…

GG: …que el viejo ya no tiene más [risas]. La edad avanzada me ha dado la posibilidad de no seguir dependiendo de expectativas y voluntades, cosas marcadas por el futuro, por el horizonte. Yo estoy tranquilo aquí.

CV: Pero yo, al contrario que tú (hablando a Gil), tengo ansiedad en relación al futuro, aún quiero hacer mi vida. Yo no soy como tú.

GG: Ya, lo entiendo, lo entiendo. Pero yo, no. Yo soy la conformidad conforme a la edad.

P: ¿Qué no han hecho hasta ahora que les gustaría mucho hacer?

CV: Gil ha realizado cosas musicales maravillosas, yo no. Quiero hacer más cosas, algo que encuentre realmente genial. Tengo ganas de hacer películas, pero para eso se necesita más la juventud que para hacer canciones. Gracias a Dios existen esas cosas inútiles como son los productos de la creación artística.

GG: Adoro la pintura, la literatura, el cine, pero no podría hacer nada de eso si no fuese músico. Tal vez poesía o filosofía. Podría dedicarme a pensar, en el sentido filosófico.

P: Gil, usted fue Ministro de Cultura del expresidente Lula da Silva durante cinco años. ¿Es más fácil ser músico o ministro?

GG: La música es fácil, es realmente fácil. Es solo quererlo y listo. Sale. Otras cosas son más difíciles.

P: ¿Cuáles son las tres cosas que más les gusta en la vida? ¿Cuándo se sienten realmente felices?

CV: Creo que con el sexo, conversando y cantando.

GG: A mí también me gustan esas tres cosas, pero yo diría que acostarme a dormir es para mí lo mejor del mundo. Cuando me levanto, ya estoy pensando en cuándo llegará la hora de volver a dormir.

CV: Ya ves, ¡para mí eso es el infierno! Yo me duermo tardísimo, vivo luchando contra ese momento en que me acuesto y apago la luz, no lo soporto. Hago un esfuerzo, me quedo leyendo, mirando televisión: comedias americanas antiguas, solo me gusta eso. Apago, vuelvo a leer, me acuesto en la oscuridad y no lo consigo. No hablo con nadie, no salgo del cuarto. Vivo solo, con mi hijo del medio, pero duermo solo hace años.

P: Caetano, ¿sigue haciendo psicoanálisis?

CV: Sí, lo hago. Regresé a ello.

GG: Yo nunca lo hice, nunca pensé que debía hacerlo.

P: ¿No tiene nada que reparar?

GG: ¡No! Estoy muy conforme con lo que tengo torcido.

CV: Yo soy muy occidental. El psicoanálisis es más una necesidad de conocimiento y de tolerarme, no de reparar. De hacerme capaz de admitir lo que soy, lo que tengo. Me parecía que estaba llegando a lo intolerable. Y también siempre tuve una gran curiosidad por el pensamiento de Freud, porque durante la infancia viví una intuición de eso. Era preadolescente, tenía unos diez años, estaba angustiado y no tenía con quién hablar. Había en Santo Amaro (su ciudad natal, en el estado de Bahía) un médico que cuidaba de mi garganta, que me gustaba mucho, confiaba en él. Y yo pensaba que debería existir un médico también para cuando la gente está con miedo, con angustia. Cuando supe que existía…

GG: … ¡Te entró la curiosidad!

CV: Sí, yo había imaginado que sí habría.

P: ¿Cuál sería su consejo para un joven hoy?

CV: Ya estoy en edad de repetir el consejo del gran dramaturgo brasileño Nelson Rodrigues. ¡Envejezcan! (risas).