Aleteos de una metamorfosis
Si bien desde sus inicios la escultura tuvo una orientación conservadora y humanista, en el siglo XX protagonizó una ruptura con su pasado clásico. En la actualidad la escultura se abre hacia nuevos horizontes, rompiendo límites y haciendo obsoletas las etiquetas que limitan su evolución. La escultura contemporánea comienza con Augusto Rodín, que fue el primero en romper los cánones académicos de su época. Con él se pierden las tradicionales técnicas clásicas y se empieza a incluir materiales y temas impensables hasta ese momento.
Liliana Zapata es una de las artistas emergentes más importantes de su generación; ganadora de renombrados premios dentro y fuera del país, posee una gran proyección internacional. En un país donde impera la brillantez de un colorido casi primario, Zapata se instala en los bordes blancos de las montañas que rodean su ciudad de origen, La Paz.
Su trabajo se enfoca en los desafíos técnicos y poéticos de una transacción cultural que ella misma experimenta diariamente, sin escapar a dualidades, incógnitas y simultaneidades. Una ensoñación poética de formas simples teñidas de un blanco puro abarca la totalidad de su obra, así como la fascinación por lo efímero y lo frágil. Las propuestas visuales surgen de una especial atención a las cualidades sensibles de los materiales que luego adapta y transforma.
Desde el inicio de su carrera artística, el cuerpo de obra de Zapata ha girado en torno al cuestionamiento de la práctica escultórica. De hecho, la escultura sigue siendo su medio preferido para tomar una estrecha y a la vez distante mirada sobre la realidad, aunque también se mueve dentro del dibujo, la instalación, la performance, el video y el objeto. Zapata empezó utilizando materiales naturales como la arcilla, cuya fragilidad es de hecho una de las señas de identidad de los estados de ánimo que expresa. Detrás de la naturaleza ambigua de sus objetos existen ambiciones estéticas que involucran formas que se sustraen de la realidad para recordarnos que existen otros mundos. La obra de Zapata es objetual y conceptual a la vez, y es a través de ella que se relaciona con el mundo y cuestiona la esencia misma de las cosas.
La obra de Zapata se compone de cuerpos escultóricos cuya materialidad es atravesada por finísimas incisiones y su apariencia pura y mínima se abre hacia espacios sin tiempo. Sus pliegos de papel se ondulan para escapar del suelo en un silencio leve y blanco, sus estructuras desafían la gravedad y se contornean en un espacio sin tiempo, como animadas por un soplo.
La economía formal y cromática de este cuerpo de obra de poderosa presencia da paso a meditaciones poéticas. Como atravesadas por el viento —que les da corporalidad mediante movimientos geométricos y ejercicios topológicos— estas piezas activan el vacío y crean el espacio.
Zapata ha trabajado con la arcilla y la madera; ha ido del papel al metal; ha encapsulado rastros de la existencia humana como trazos de los primeros aleteos de una metamorfosis silenciosa para conquistar y sobrevolar nuevos universos hasta el límite del no límite de formas sin fin. Liliana Zapata busca esculpir la mente del espectador contemporáneo a través de una observación de grano fino de la realidad. Su arte muestra una evolución continua e impulsa un aire fresco al arte contemporáneo local.
PROYECTO. Museo de papel es una plataforma de difusión que visibiliza a jóvenes creadores bolivianos de diferentes disciplinas artísticas, que, más allá del dominio de la técnica, ofrecen una reflexión poética sobre la creación artística. Este museo no exhibe en un espacio físico, ni atesora, consagra o jerarquiza obras; es un dispositivo que amplía la mirada hacia un horizonte mestizo donde conviven lenguas, temporalidades y culturas. Museo de Papel es un proyecto de la Fundación Cinenómada para las Artes. Cuenta con el apoyo del Centro Cultural de España en La Paz, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el De- sarrollo y el periódico La Razón.
Liliana Zapata
El proceso y lo pasado por alto
Es importante para mí el valor intangible de lo que la naturaleza proporciona y el trabajo artesanal.
Reflexiono en torno a lo micro y a lo macro, a cómo el soporte en la obra se convierte en el fin y en la obra misma.
En cada proyecto es tan importante el final como el propio proceso que exige la materia, siendo la contemplación final necesariamente más detenida para poder captar todo lo que se esconde.
Considero que las pequeñas cosas a menudo pasadas por alto, tienen el potencial de cambiar nuestra forma de ver el mundo.