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Bienal del cartel 2015. Un arte con las ideas muy claras

Un artista conceptual, cuando está creando, cuenta con que el espectador asistirá voluntariamente a una exposición, se parará un buen rato delante de su obra, reflexionará y extraerá de ella una conclusión propia que puede o no coincidir con la idea del autor. Por eso el artista ofrece diferentes estímulos que se pueden ir captando y ordenando sin demasiadas prisas. Un diseñador gráfico se enfrenta a su trabajo con un planteamiento opuesto: busca una obra clara, eléctrica, un prodigio de síntesis en un solo golpe. Su cartel tiene que ser capaz de transmitir instantáneamente una idea concreta, y no otra, a alguien que solo pasará un momento delante de una obra con la que quizá se tope por sorpresa al doblar una esquina.

Igual de eficaz y rápida a la hora de comunicar va a tener que ser la Bienal del Cartel de Bolivia (Bicebé), porque su agenda está muy apretada. Para seis días —del lunes 16 al sábado 21 de noviembre— se han programado 18 exposiciones, 12 talleres, 10 charlas y un congreso con intervenciones magistrales de 30 expertos y 550 asistentes. Tanta actividad convierte a este encuentro de cartelismo en uno de los tres o cuatro más importantes del mundo. Ahora es el doble de grande que en su primera edición, en 2009, lo que no asusta sino que anima a la coordinadora general del evento, Susana Machicao, quien sonríe al anunciar que “en La Paz se van a encontrar muchos de los mejores del mundo y los diseñadores locales. La idea es que se conozcan, se apoyen, y que los bolivianos tomen ideas de los veteranos. Aquí no hay diseñadores maestros de 60 o 70 años, como sí hay en otros países. Hasta hace poco estábamos fuera del mapa del diseño, y ahora ocupamos bastantes lugares”.

Los jóvenes diseñadores bolivianos de todo tipo van a aprender mucho, pero también van a competir entre ellos. Dentro de la bienal se celebra un concurso con cinco categorías, una de las cuales queda reservada a los creadores locales, y para la que se han seleccionado 14 trabajos que optarán a un solo premio. En los demás apartados —Político y social, Cultural, Publicitario e Inédito— participan obras de todo el mundo.

Las categorías ayudarán a avanzar algo en lo que Frank Arbelo, miembro de la organización de la bienal, llama “la discusión de siempre”: que si el diseño es o no arte. Porque las obras se agrupan según respondan más a la inspiración del creador —o artista— o se sujeten a las exigencias del cliente que encargó el cartel. La mano de quien paga normalmente se nota más en los culturales y publicitarios que en los de contenido político y social, porque el cartelista suele crear estos últimos por motivos ideológicos y no económicos. La creatividad pura queda reservada a la categoría de los inéditos, pues la mayoría de los diseños que participan han nacido a iniciativa del propio autor, quien “puede mostrar su visión íntima del tema que trata porque no rinde cuentas a nadie más que a sí mismo” dice Arbelo.

Machicao opina que, en mayor o menor medida, el arte se encuentra en todos los carteles. “Las obras más fuertes, más reflexivas, las que te dejan un ojo morado, son las que tratan temas como el sida, la violencia de género. Las más bellas son las culturales. Incluso las publicitarias tienen mucha carga artística, porque no son los carteles básicos que te dicen que lleves las tapitas para que te den un refresco gratis”, afirma.

Algunos carteles son tan elaborados y tan creativos que van un paso más allá: “dentro del diseño gráfico, el cartel es la única pieza comunicacional que ha dado el salto de las calles a los museos”, recuerda Arbelo. Aunque hay que mantenerse siempre pegado al suelo, porque los recursos artísticos que se utilicen a la hora de diseñar serán válidos “siempre que refuercen la idea que se quiere comunicar. Si no lo hacen, van contra el principio básico de un cartel, que tiene que ser informativo”.

Con las tecnologías ocurre algo parecido. Cuando se aplican al diseño son beneficiosas, siempre que no hagan perder el norte al creador. Muchos se dejaron arrastrar por lo digital cuando apareció la computadora, que llegó a copar todo el tiempo de los diseñadores. Ahora la tendencia es reducir su uso a lo imprescindible, normalmente al toque final de un proceso que empieza con un lápiz y una hoja en blanco. Un movimiento de vuelta a lo de siempre se hizo, en el que Isidro Ferrer es una referencia. En los talleres que impartirá en la bienal, este artista español va a mostrar cómo “mezclando elementos muy básicos, como una cajita y un carrete de hilo se pueden hacer maravillas”, dice Machicao.

Ferrer está considerado uno de los 10 mejores cartelistas del mundo ahora mismo y se ha especializado en carteles culturales, particularmente ligados al teatro. También llegará el francés Alain Le Quernec, un experto en cartel político que impartirá un taller que se titula Monstruos, porque retrata a los personajes de la política y de la vida pública, como el expresidente de su país, Nicolas Sarkozy, al que ha dedicado una serie de trabajos sarcásticos y bastante populares. Ambos serán jurados del concurso, junto a Felipe Taborda, un brasileño autor de un libro importantísimo de referencia imprescindible sobre el diseño gráfico latinoamericano.

Arbelo y Machicao están seguros de que estos y otros grandes personajes van a aportar mucho a la Bicebé. Entre otras formas, mostrando que “son iguales que nosotros a pesar de que los veamos como vacas sagradas que están más allá: son unos creadores que tienen muchos problemas y se desesperan buscando soluciones. Exactamente igual que los jóvenes cartelistas bolivianos”.