Al acecho de la presa
La escritura con luz ha existido por siglos. La cámara oscura fue usada por Leonardo da Vinci, pero la fotografía ha llegado a un grado de complejidad y refinamiento tal que requiere de muchos años de estudio y, sobre todo, de práctica. La fotografía ha trazado un poderoso camino propio y no puede considerarse más un mero adorno o un frío documento, sino parte integral de todo un concepto que envuelve y da personalidad a cada mirada del creador.
“Si vas a emprender el viaje hacia Ítaca, pide que tu camino sea largo, rico en experiencias, en conocimiento…” Así canta el primer verso de Ítaca, del poeta griego Constantino Kavafis, que resulta muy apropiado para iniciar un viaje por estos dos caminos que traza el cuerpo de obra de Marcelo Pérez del Carpio. Por una parte, fotografía formas y objetos donde el equilibrio y la simetría son fundamentales y, por otra, entra en las profundidades de lo humano, donde enfoca una narrativa íntima. Transita entre comunidades rurales y grandes urbes, remirando los espacios que habitamos y dibujando abstracciones únicas.
Más allá de lo técnico, Pérez del Carpio se enfoca en el comportamiento humano documentando todo tipo de acciones o instancias. Sus imágenes activan esa cualidad de un evento registrado objetivamente y que encierra una potencialidad para testimoniar, instruir e informar sobre lo que observa. Además, busca la verdad mediante la testificación de la realidad, despertando el interés en el espectador por el simple paso del tiempo que surge de una comparación entre el mundo que le ha tocado vivir y el tiempo representado en la imagen.
A la par que Del Carpio se instala en los pliegues del interior de la realidad humana, se escapa en las líneas y formas abstractas de la arquitectura. Su interés va mucho más allá de la consigna “la forma es determinada por la función” del diseño industrial y resalta la importancia de los detalles. Y quizás, con una cierta influencia gráfica, resalta el lado abstracto donde se enfatiza más la idea de lo gráfico y estético que de lo funcional. Sus imágenes urbanas tienen un fuerte componente gráfico, donde la importancia reside en los detalles de las líneas, en la composición de los colores y en sus formas casi de un tinte minimalista.
El artista fotografía las formas geométricas de la arquitectura, resaltando la sencillez del edificio con una composición impecable, centrándose en los detalles y descontextualizando el edificio, dotando a sus fotografías de una imagen gráfica y no tanto de una fotografía arquitectónica. Freddy Mamani Silvestre es el creador de la Arquitectura Andina de El Alto. El esplendor de esta arquitectura está en relación directa con el éxito financiero de las élites aymaras. Hay un momento en la construcción que se detiene en la arquitectura blanca, como una pausa en el proceso para dar paso al color.
Para la exposición Blanco (El Alto 215 ), Marcelo Pérez del Carpio detiene este único momento de silencio. Es un momento de estar frente a un lienzo en blanco, antes de que el edificio quede sumergido en un colorido mundo inspirado en los tejidos andinos y en la musicalidad de sus fiestas.
En Más allá de la hoja de coca (Yungas 2013), Pérez del Carpio vuelve a un lugar donde deambulaba de niño y se encuentra con un pueblo pujante donde los pobladores ya no se dedican a la agricultura tradicional, sino al cultivo de la coca. El artista recorre Challa después de muchos años, recordando su infancia y explorando un viaje íntimo que transita por senderos llenos de nuevos habitantes.
Un fotógrafo dispara verdades. Ser fotógrafo es estar al acecho de la presa, como el padre del fotoperiodismo moderno, Henri Cartier-Bresson. El obturador se convierte en el gatillo que no deja escapar el tiempo, los cambios o a la sociedad. Por eso una imagen vale más que mil palabras; ellas no engañan porque aprisionan y no dejan espacio para ocultar las verdades de la vida. En el fondo, lo que define al ser fotógrafo-artista no es el hecho de lograr imágenes más o menos elaboradas, sino aprender a mirar. Es algo que va mucho más allá de salvar el instante. La fotografía no es la visión rancia para ojos cansados, sino una investigación sobre lo que hace que algo sea una imagen. Con este cuerpo de obra Marcelo Pérez del Carpio afirma y acentúa que la fotografía es la tarea más esencial del arte.
PROYECTO. Museo de Papel es una plataforma de difusión que visibiliza a jóvenes creadores bolivianos de diferentes disciplinas artísticas que, más allá del dominio de la técnica, ofrecen una reflexión poética sobre la creación artística. Este museo no exhibe en un espacio físico, ni atesora, consagra o jerarquiza obras; es un dispositivo que amplía la mirada hacia un horizonte mestizo donde conviven lenguas, temporalidades y culturas. Museo de Papel es un proyecto de la Fundación Cinenómada para las Artes. Cuenta con el apoyo del Centro Cultural de España en La Paz, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo y el periódico La Razón.
Marcelo Péres del Carpio
Desde las raíces de la profesión mi mirada se ha forjado siempre en el diseño, composición, perspectiva y equilibrio de las formas y los objetos.
Me gusta la simetría, pero también el caos. Practico la fotografía de arquitectura y experimento a menudo con las formas, pero además tengo una fuerte vocación hacia lo periodístico. Me interesa la vida de las personas dentro de sus contextos y realidades. Para hallar diferencias o similitudes, abordo una historia o proyecto de lo macro a lo micro dentro de una línea de tiempo y/o dentro de un marco histórico, situándome en esas dos vertientes: lo artístico y la información. En lo plástico me adentro en las formas, la luz y el dominio de la técnica. En lo documental, más allá de lo técnico me enfoco en el comportamiento humano desde una narrativa objetiva e íntima para responder las interrogantes más básicas como: el qué, cómo, cuándo, para qué y por qué ocurren las cosas. Mi tarea es la de generar preguntas en los medios, no respuestas. Arte, técnica y contenido. La fotografía debe tener contenido. Si no, es solo arte. Una cosa es complementaria a la otra. Es como mi propio Arts & Crafts periodístico.