La situación de los artistas en Bolivia, en cuanto a empleo digno se refiere, es penosa, y mucho más si se trata de los jóvenes. “Nadie te da pelota”, señala Lev Mendoza, artista plástico de 27 años. “Búscate un trabajo de verdad, te dicen”. La escritora Lourdes Reynaga, de 32 años, señala: “En Bolivia hay poco empleo para artistas jóvenes. Si no lo hay para los jóvenes en general, mucho menos para los artistas. Y eso que definen como empleo digno, con aportes para la jubilación y seguro de salud, desde mi experiencia, puedo decir que no se da”.

El caso de David Santalla, actor con amplia trayectoria en el país, muestra esta cruda realidad. Hace unos meses Santalla sufrió un derrame cerebral. No contaba con un seguro de salud, situación que obligó a su familia y amigos a organizar varias actividades para recaudar fondos que costeasen los gastos hospitalarios. Si esto pasa con un artista reconocido, ¿qué es lo que pasa con artistas jóvenes? El 27 de diciembre de 2013 falleció el director de cine Fernando Martínez, a los 38 años, tras sufrir un accidente doméstico. Sus familiares peregrinaron con él por hospitales de la ciudad de La Paz buscando que lo atendieran de emergencia. No lo lograron, pues Fernando no tenía un seguro. Muchas horas después, al fin pudieron ingresarlo a una clínica en la que falleció días más tarde.

“Una tiene que trabajar en lo que pueda, incluso como profesora. Tengo 300 estudiantes y me da pena no poder dedicarle más tiempo a lo que realmente quiero, leer y escribir”. Reynaga es licenciada en Literatura, tiene un posgrado en Educación Superior y una maestría en Literatura Boliviana y Latinoamericana, cuenta con varias publicaciones y reconocimientos y, pese a ello, nunca ha podido encontrar un empleo relacionado con la escritura: “Fui operadora de call center de servicio al cliente y también trabajé en ventas por teléfono. No es que en Bolivia no hayan talentos, lo que pasa es que acá la sociedad te obliga a trabajar de otras cosas para poder llevarte el pan a la boca”, afirma Mendoza.

Bolivia no ha logrado un desarrollo pleno de sus industrias culturales; con excepciones, por supuesto. Los artistas y sus producciones enfrentan demasiados problemas como para terminar de consolidarse profesionalmente y luego consolidar sus productos para el público. Sí existe un fuerte movimiento de música y danza folklóricas en occidente y música barroca en oriente, entre otros, pero se trata de expresiones que cuentan con una fuerte y arraigada tradición que las consolida e impulsa constantemente. No ocurre lo mismo con la literatura, el cine, la pintura, escultura y el teatro. Guillermo Camacho, doctor en Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Salamanca, afirma: “Mientras en los últimos 50 años en Argentina aparecía Cortázar, García Márquez en Colombia, Carlos Fuentes en México y Vargas Llosa en Perú, en Bolivia no aparecía, ni apareció hasta ahora, un escritor de real valía”.

El antropólogo y escritor Pablo Soto afirma que el papel del arte en la formación de construcciones sociales es de suma importancia, porque son las expresiones culturales y artísticas quienes conforman la identidad de una nación, son los mitos y leyendas, prácticas sociales y religiosas las que configuran a un pueblo. “Ahí está el desafío, en generar industrias culturales y artísticas fuertes, pensadas desde nuestra diversidad, industrias pluriculturales, intra e interculturales que generen productos atractivos para los bolivianos y para el mundo. Pero primero, debemos visibilizar, conocer y apreciar lo que tenemos”.
“Es una tarea catalogada mínimamente como de largo plazo”, dice Soto, comentando el abandono en el que permanecieron las culturas de las 36 naciones indígenas reconocidas por el Estado. El trabajo es titánico, mucho más si se toma en cuenta que algunas de estas naciones están constituidas por menos de 100 personas. Pero es bueno saber qué instituciones están trabajando: el Ministerio de Educación creó los institutos lingüísticos para la recuperación de los 36 idiomas de las naciones; el Ministerio de Culturas y Turismo promueve el proyecto de rescate y recuperación de mitos y leyendas orales, y ya se trabaja en el proyecto Ley Marco de Culturas.

Este proyecto, impulsado por el ministerio, colectivos y actores culturales, busca rescatar del olvido la diversidad cultural boliviana y fomentar la producción artística en general incentivando el trabajo conjunto entre los diferentes niveles del Estado, organizaciones y personas de la sociedad civil propiciando que los diferentes niveles del Estado promuevan el fomento a la actividad cultural, desarrollo de industrias culturales y economías creativas en sus distintas fases.

El proyecto fue discutido y complementado por artistas en el Congreso de Culturas en Movimiento, celebrado en la ciudad de Sucre en noviembre. En el mismo se plantea asignar el 1% del Presupuesto General del Estado al fomento artístico y cultural (300 millones de bolivianos). Otro de punto central es que artistas puedan acceder a un seguro de salud regulado por el Estado. Si este proyecto llega a ser aprobado y promulgado, muchos de los artistas y profesionales vinculados podrán mejorar sus condiciones laborales a medio plazo.