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Pinceles y millones

El mercado del arte continuó su carrera desbocada en 2015

/ 28 de diciembre de 2015 / 04:00

El interés de la familia real de Catar, jeques árabes, oligarcas rusos, millonarios chinos y magnates de diversas nacionalidades en invertir en arte como valor refugio y como símbolo de estatus social sigue dando aires a una burbuja que parece no tener límite de récords y que se desbocó un año más en las exclusivas subastas de Londres, París o Nueva York. Lo que es evidente es que el negocio del arte es ajeno a la crisis, y la prueba está en que la lista de las diez obras más caras de la historia —al margen de la venta privada— la componen piezas subastadas a partir de 2004. Dos de ellas lo fueron este mismo año: las que ocupan la primera y segunda plaza del ranking.

La palma hasta la fecha en una venta privada, fuera del circuito de subastas, se la lleva Nafea faaa Ipoipo (¿Cuándo te casarás?, 1892), de la etapa tahitiana de Paul Gauguin, un óleo sobre lienzo vendido en febrero pasado por el coleccionista suizo Ruedi Staechelin por supuestamente 300 millones de dólares. Staechelin rehusó confirmar la cifra, pero sí concedió que “los precios se han vuelto locos” y recordó que su abuelo compró esa obra maestra de Gauguin por 18.000 francos suizos en 1917.

El récord en subasta, por ahora, lo tiene el lienzo Las mujeres de Argel (Versión ‘O’), (1955), de Pablo Picasso, adquirido en mayo de 2015 en Nueva York por 179,36 millones de dólares. Desbancaba así a Tres estudios de Lucian Freud, de Francis Bacon, tríptico que en 2013 se subastó por 142,4 millones de dólares, y que por ahora ocupa el tercer puesto.

En la segunda plaza se sitúa el óleo Desnudo acostado, firmado por el pintor italiano Amedeo Modigliani, vendido a principios de noviembre de este año por 170,4 millones de dólares en Nueva York al empresario chino Liu Yiqian, un antiguo taxista reconvertido en magnate gracias a sus inversiones en bolsa. Y el cuarto puesto lo tiene la escultura El hombre que señala (1947), de Alberto Giacometti, vendida por 141.28 millones de dólares en Nueva York el mismo día que Las mujeres de Argel, en una subasta considerada histórica. La escultura fue adquirida por el magnate estadounidense Steven Cohen, según el New York Post. Ese día Giacometti se superaba a sí mismo en el récord en escultura al situar El hombre que señala por delante de El hombre que camina I, que se vendió en 2010 por 104,3 millones de dólares.

Y si estratosféricas suenan las cifras que se mueven a ritmo de subasta pública no menos vertiginosas son las que circulan en las ventas privadas, donde se negoció el Nafea faaa Ipoipo de Gauguin, que al parecer fue a manos de la familia real de Catar. Un destino que siguió la segunda obra de arte más cara de la historia en venta privada: Los jugadores de cartas (1893), de Paul Cézanne, por la que el Gobierno catarí desembolsó 250 millones de dólares hace tres años.

Pero fue en este 2015 cuando se han comprado en venta privada las obras que ocupan ahora el tercer y cuarto puesto en este circuito. El bronce lo tiene la obra del expresionista abstracto estadounidense Mark Rothko No. 6 (Violeta, Verde y Rojo), de 1951, comprada por el multimillonario ruso Dmitry Rybolovlev por 186 millones de dólares en agosto pasado.

El cuarto puesto lo ocupa la obra de Rembrandt, Retratos de Maerten Soolmans y Oopjen Coppit (1634), que vendió Éric de Rothschild por 180 millones de dólares al museo Louvre de París y al Rijksmuseum de Amsterdam, que la van a compartir.

Esta efervescencia imparable del mercado del arte redunda en que las ferias compitan por notoriedad, galeristas y coleccionistas implicados. Las ferias de arte contemporáneo proliferan por todo el mundo, pero las más internacionales son Art Basel (Suiza) —que también ha abierto filial en Hong Kong y Miami (EEUU)—, TEFAL (Holanda), Art Cologne (Alemania), Frieze Art Fair de Londres, The Armony Show de Nueva York (EEUU), FIAC (Francia), Arte Fiera Art First de Bolonia (Italia) y ARCO (España), que el próximo año se celebrará en Lisboa.

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/ 28 de diciembre de 2015 / 04:00

El interés de la familia real de Catar, jeques árabes, oligarcas rusos, millonarios chinos y magnates de diversas nacionalidades en invertir en arte como valor refugio y como símbolo de estatus social sigue dando aires a una burbuja que parece no tener límite de récords y que se desbocó un año más en las exclusivas subastas de Londres, París o Nueva York. Lo que es evidente es que el negocio del arte es ajeno a la crisis, y la prueba está en que la lista de las diez obras más caras de la historia —al margen de la venta privada— la componen piezas subastadas a partir de 2004. Dos de ellas lo fueron este mismo año: las que ocupan la primera y segunda plaza del ranking.

La palma hasta la fecha en una venta privada, fuera del circuito de subastas, se la lleva Nafea faaa Ipoipo (¿Cuándo te casarás?, 1892), de la etapa tahitiana de Paul Gauguin, un óleo sobre lienzo vendido en febrero pasado por el coleccionista suizo Ruedi Staechelin por supuestamente 300 millones de dólares. Staechelin rehusó confirmar la cifra, pero sí concedió que “los precios se han vuelto locos” y recordó que su abuelo compró esa obra maestra de Gauguin por 18.000 francos suizos en 1917.

El récord en subasta, por ahora, lo tiene el lienzo Las mujeres de Argel (Versión ‘O’), (1955), de Pablo Picasso, adquirido en mayo de 2015 en Nueva York por 179,36 millones de dólares. Desbancaba así a Tres estudios de Lucian Freud, de Francis Bacon, tríptico que en 2013 se subastó por 142,4 millones de dólares, y que por ahora ocupa el tercer puesto.

En la segunda plaza se sitúa el óleo Desnudo acostado, firmado por el pintor italiano Amedeo Modigliani, vendido a principios de noviembre de este año por 170,4 millones de dólares en Nueva York al empresario chino Liu Yiqian, un antiguo taxista reconvertido en magnate gracias a sus inversiones en bolsa. Y el cuarto puesto lo tiene la escultura El hombre que señala (1947), de Alberto Giacometti, vendida por 141.28 millones de dólares en Nueva York el mismo día que Las mujeres de Argel, en una subasta considerada histórica. La escultura fue adquirida por el magnate estadounidense Steven Cohen, según el New York Post. Ese día Giacometti se superaba a sí mismo en el récord en escultura al situar El hombre que señala por delante de El hombre que camina I, que se vendió en 2010 por 104,3 millones de dólares.

Y si estratosféricas suenan las cifras que se mueven a ritmo de subasta pública no menos vertiginosas son las que circulan en las ventas privadas, donde se negoció el Nafea faaa Ipoipo de Gauguin, que al parecer fue a manos de la familia real de Catar. Un destino que siguió la segunda obra de arte más cara de la historia en venta privada: Los jugadores de cartas (1893), de Paul Cézanne, por la que el Gobierno catarí desembolsó 250 millones de dólares hace tres años.

Pero fue en este 2015 cuando se han comprado en venta privada las obras que ocupan ahora el tercer y cuarto puesto en este circuito. El bronce lo tiene la obra del expresionista abstracto estadounidense Mark Rothko No. 6 (Violeta, Verde y Rojo), de 1951, comprada por el multimillonario ruso Dmitry Rybolovlev por 186 millones de dólares en agosto pasado.

El cuarto puesto lo ocupa la obra de Rembrandt, Retratos de Maerten Soolmans y Oopjen Coppit (1634), que vendió Éric de Rothschild por 180 millones de dólares al museo Louvre de París y al Rijksmuseum de Amsterdam, que la van a compartir.

Esta efervescencia imparable del mercado del arte redunda en que las ferias compitan por notoriedad, galeristas y coleccionistas implicados. Las ferias de arte contemporáneo proliferan por todo el mundo, pero las más internacionales son Art Basel (Suiza) —que también ha abierto filial en Hong Kong y Miami (EEUU)—, TEFAL (Holanda), Art Cologne (Alemania), Frieze Art Fair de Londres, The Armony Show de Nueva York (EEUU), FIAC (Francia), Arte Fiera Art First de Bolonia (Italia) y ARCO (España), que el próximo año se celebrará en Lisboa.

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