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El poeta Jaime Saenz según él mismo

La obra poética de Jaime Saenz ha ejercido una tremenda influencia en la literatura boliviana contemporánea, pero hasta ahora resultaba difícil de encontrar en las librerías, incluso en las de viejo. Plural Editores se ha embarcado en una tarea larga y cuidadosa para paliar esta carencia y acaba de presentar Poesía reunida, una compilación de todos los poemarios que publicó en vida quien —junto a Óscar Cerruto— es considerado por muchos el autor más importante de la segunda mitad del siglo XX en Bolivia. En un solo volumen se pueden leer los 11 libros, desde el primero (El escalpelo, de 1955) hasta el último (La noche, de 1984). La edición es de mucha calidad e incluye las tapas y las ilustraciones originales, buena parte de ellas también obra de Saenz, además de otros poemas que aparecieron en diferentes revistas, nacionales y del extranjero: Vertical, que él dirigió en La Paz, Eco, de Bogotá, y Nuevo Mundo, de París.

Todos los poemas de este libro fueron publicados por el propio Saenz, lo cual significa que todos fueron seleccionados, ordenados y corregidos por él mismo, y por eso tienen un valor especial. “Hemos dejado para un próximo volumen los publicados de manera póstuma por amigos y familia y que no tuvieron la revisión y aprobación final que él solía hacer, porque se tomaba muy en serio ese trabajo”, dice José Antonio Quiroga, director de Plural. Como también se lo ha tomado muy en serio la editorial, que ha realizado cinco revisiones completas de los poemas cotejando la versión de la primera edición de cada uno de ellos con la de la edición conjunta que se publicó para celebrar el 150 aniversario de la República en 1975, y que fue preparada y corregida por el propio Saenz.

difusión. También ha invertido un buen tiempo en recuperar los derechos de las obras, que hasta el momento eran propiedad de la editorial Fondo de Cultura Económica (FCE) de México y que ahora pertenecen a los herederos del autor. FCE publicó una antología de los poemas de Saenz hace algunos años, pero no alcanzó el tiraje previsto y circuló poco, y a Bolivia casi ni llegaron los ejemplares. Ahora no solo se le leerá en su país sino también en Argentina y en España, donde se va a publicar Poesía reunida gracias a un acuerdo entre Plural y dos editoriales de esos países.

De esta forma se difundirá La Paz en el extranjero, o al menos una visión bastante particular de ella, pues la obra poética de Saenz encarna e interpreta el mundo y la simbología de la ciudad y del Altiplano. El frío y la noche son dos elementos dominantes en los versos, y en ellos se desenvuelven personajes simbólicos como el aparapita y algunos seres que pueblan zonas marginales, la muerte, las cantinas y los tugurios… todo lo que queda alejado y opuesto a los circuitos sociales y culturales.

Juegos. Por ese constante interés de retratar el lado oscuro del mundo cotidiano, Saenz dedica un poemario completo, La noche, a las experiencias y las mutaciones de la realidad que el consumo exagerado de alcohol producen en el espíritu y en el cuerpo. Pero no todo son excesos, también escribe varios poemas de amor y reflexiones metafísicas sobre la vida, la muerte, el ser humano y su destino en la tierra, normalmente tratados con una herramienta que destaca Quiroga: “los juegos de lenguaje, que son muy divertidos y muy propios de su estilo literario”.

El poeta Gabriel Chávez considera que “la voz de Saenz es completamente singular en el ámbito de la poesía escrita en nuestro idioma en el siglo XX. Desbordada e intensa, urdida con un lenguaje tan poderoso como seductor, sublima las experiencias del alcohol y la marginalidad, construyendo un mundo propio atravesado por la muerte, en el que la noche y la ciudad de La Paz son reinventadas”.

Formalmente la obra poética de Saenz se puede considerar híbrida porque mezcla poesía y prosa y sus versos son muy largos, extendidos, casi narrativos, “aunque el carácter narrativo queda a un lado, desplazado por la fuerza poética de las imágenes”, dice Chávez. Y todo ello, los temas, el estilo y la métrica están pensados para que la poesía alcance lo que Saenz llama “el júbilo”, y que Chávez explica como “un estado de exaltación y entusiasmo espiritual que tiene bastante de transcendencia”.

Quiroga asegura que esta nueva edición de los poemas de Saenz “da el tratamiento que merece y pone en valor” al autor, más allá del mito que se ha construido sobre él. Porque con el tiempo se ha convertido en un escritor de culto, que ha hecho escuela. Desde su muerte se puede encontrar a muchos que quieren escribir como él, pero también quien viste y habla como él, utilizando sus modismos. Incluso algunos de los neologismos que Saenz creó se han incorporado al habla de los paceños. Chávez considera que todos estos imitadores o replicantes a la larga han sido perjudiciales para su poesía, porque en muchos casos han adoptado una actitud meramente estética, con lo que se han quedado en lo más superficial de Saenz y han convertido su obra en un estereotipo del exceso, cuando “en él es muy difícil separar vida y obra, escribía como vivía y vivía como escribía, porque para él la obra poética es toda la vida, y la escritura es solo una expresión más de esa vida, de la obra”.

Transcendencia cotidiana

Una obra intensa, oscura, llena de símbolos y de imágenes que expresan la fuerza poética de la vida

En las calles me doy cuenta del estado del mundo,
     yo pienso partir de una vez en pos del frío y dar con el demonio que
se oculta más allá de las sombras
     y preguntarle por qué solamente en el país del frío podía buscarse
alguna cosa que sirviera tanto como la vida,
     aquella voz que echo de menos y que necesito escuchar antes de
marcharme,
     si ya sé que en este mundo es lo único que se parece a su celestial acento
el olor del alcohol,
     y con todo lo que digo y hago solamente doy tiempo al tiempo:
     en un rincón se esconde el alcohol glacial, alcohol del frío, y en otro
rincón me escondo yo,
     cada cual a la espera de la salida del otro, a sabiendas de que no hay
escape en esta broma pesada, tú ya lo sabes;
     en Navidad, en Año Nuevo, en las fiestas patrias, en los aniversarios,
     cada vez me libro por un pelo, luego me echo a caminar con rapidez
y alegría y miro de reojo
     —ya lo sé, en el rincón alguien tiene más paciencia que yo, es un gigante,
es un coloso y yo un pobre gusano
     y quizá será por eso que por lo que me quedo solo y fascinado,
     qué raro,
     y por lo mismo me pregunto qué pasa en el mundo,
     cuando el frío no existe y me pongo a temblar, y no escucho tu voz y
el frío se está,
     pues esto es muy raro:
     la voz es la temperatura.
De El frío (1967)

De la altura del muerto que mira los trances del crepúsculo
ha quedado en ti una lejana chispa
—el trazo de la forma azul en el fuerte acorde que mece el viento con
una lejana chispa
En ti está.
El silencio eleve un poco de dulzura y se aparte del olvido
Para morir en algún olvido,
Y se diluya contigo y fenezca al fluir de la lluvia;
Y que todo sea lenguaje en formación a la señal de un suspiro.
Y una nave de los cielos descubra nuestra carne y nuestro dolor.

De Visitante profundo (1964)

aradójicamente, cierta paz interior parece nutrirse con un hervor de ira
     —con un hervor de ira, con un hervor de júbilo, con un hervor
inexpresable
     Con un sentimiento provocado por el cuerpo físico, por este
instrumento del vivir,
     con desesperanza, con calma, y con mucho dominio y con mucho rigor,
     ante el inminente acabamiento de la extraña aventura, incomprensible
y pavorosa que se llama vivir.

De Las tinieblas (1978)