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La obra de Mozart y Salieri

En la entrada de muchas bibliotecas se puede leer un cartel que advierte a su personal y a sus usuarios con una rotunda sentencia: “Un libro mal colocado es un libro que no existe”. Lo mismo se aplica a los documentos que se guardan en los archivos, que si no están correctamente clasificados se pierden en un mar de papel y es como si se ahogasen, nadie puede contar con ellos, y aunque alguna vez existieron ahora ya no. Esta tragedia ha ocurrido con una obra que los músicos Wolfgang Amadeus Mozart y Antonio Salieri compusieron juntos en 1785 y que se consideraba como perdida desde el siglo XVIII hasta que fue interpretada esta semana en público, en Praga, por el clavecinista checo Lukas Vendl.

Se trata de una breve cantata, de cuatro minutos, titulada Per la ricuperata salute di Offelia y que fue escrita por Mozart y Salieri con la colaboración de un músico desconocido hoy al que en la partitura se cita como Cornetti. La letra es del poeta y libretista italiano Lorenzo Da Ponte, un colaborador asiduo de Mozart que puso su firma en tres de sus óperas más importantes: Le nozze di Figaro, Don Giovanni y Così fan tutte. La pieza recién encontrada celebraba el restablecimiento de la soprano inglesa Nancy Storace (1765-1817), quien había estado temporalmente retirada de la lírica por una enfermedad.

Sólo se tenía constancia de la existencia de esta obra por la prensa de la época, que la mencionaba en algunos artículos. Luego reapareció brevemente, sin que nadie lo supiera, cuando a principios de la década de 1950 el nuevo gobierno comunista de Checoslovaquia expropió la partitura a unos particulares.

Las páginas se enviaron al Museo Nacional de Praga y allí durmieron el sueño de los justos hasta que fueron catalogadas por primera vez en el año 1976.

Pero algún técnico se equivocó cuando trabajaba con sus datos, por lo que nadie hasta ahora se había percatado de que existía y estaba allí: la partitura figuraba en el archivo y era accesible al público, pero la ficha no especificaba quiénes eran los autores, por lo que su carácter único quedó escondido.

El Museo de Música de Praga explicó en un comunicado de prensa que los nombres de Mozart y Salieri constan en el documento, pero están cifrados. Nadie se preocupó por descifrarlos hasta el año pasado, durante un proceso habitual de catalogación del Museo Nacional, cuando al aplicarle nuevas técnicas de archivística se descubrió a quién pertenecía realmente. Los historiadores presentaron la partitura al musicólogo y compositor alemán Timo Jouko Herrmann, quien las estudió hasta que pudo confirmar su autenticidad.

MITO. “Per la ricuperata salute di Offelia es otra prueba de que entre ellos había como mínimo una relación profesional”, explica el comunicado del Museo refiriéndose a la conflictiva relación que se supone que mantenían Mozart y Salieri. Cada vez hay más evidencias que desautorizan la versión de que ambos músicos vivían una rivalidad extrema en la corte imperial de Viena y que Salieri podría haber llegado al punto de envenenar a Mozart: el compositor tenía una salud quebradiza pero murió de una manera tal vez demasiado repentina a los 35 años. Esta popular versión de la historia, plagada de celos, envidias, conspiraciones y traiciones fue retomada por el dramaturgo inglés Peter Shaffer como argumento para su obra Amadeus, en la que más tarde se basó el director checo Milos Forman para filmar en 1984 una película que llevaba el mismo título y ganó ocho Oscar.

El genio de Mozart sigue así ofreciendo obras nuevas más de 200 años después de su muerte. El último descubrimiento se anunció en octubre de 2014, cuando se encontraron cuatro páginas de la partitura original de la Sonata para piano Nº 11 o Sonata en La Mayor, una de sus composiciones más célebres —sobre todo por su último movimiento, la Marcha turca— que también habían estado perdidas más de dos siglos. Con esas cuatro páginas se completó el manuscrito original de la obra, de la que hasta entonces solo se conocía la quinta y última. El pianista húngaro Zoltan Kocsis pudo interpretar la sonata exactamente como fue compuesta —con variaciones de notas y ritmo y correcciones del compositor que no estaban en la versión que siempre se había interpretado— y con el instrumento para la que fue originalmente pensada, el pianoforte.