Un festival para experimentar
Danzénica ofrece una oportunidad única de conocer lo más actual en el mundo del baile contemporáneo.
En La Paz se han podido ver en el último mes varias obras de danza clásica, como Don Quijote y, quizás el referente absoluto de este estilo, El lago de los cisnes. El público acude a ellas con la expectativa de disfrutar de un buen rato, porque sabe de antemano que le van a presentar historias fantásticas narradas con coreografías que han demostrado muchas veces ser perfectas en su género. En cambio, quien asista al festival de danza contemporánea Danzénica —que se celebrará desde el martes hasta el sábado en el Teatro Municipal y en el Teatro Nuna— debe olvidarse de los tutús, las zapatillas blancas y los cuentos de hadas y disponerse a que le sorprendan, a experimentar, a que las dos compañías bolivianas y las siete extranjeras que se van a presentar le interpelen desde el escenario y le den motivos para que cuando salgan del espectáculo su forma de ver el mundo haya cambiado.
Lo que comenzó como un encuentro nacional de coreógrafos se ha convertido, en cinco años, en “una oportunidad única de ver en Bolivia lo que se está moviendo fuera del país, las tendencias que está siguiendo la danza en Latinoamérica y en algunos otros países del mundo”, asegura Sylvia Fernández, la directora del Danzénica. En esta edición más que nunca, porque mientras que el año pasado fueron dos los grupos extranjeros, este año son siete, que llegan de China, Argentina, Brasil y Paraguay, además de un coreógrafo mexicano. Los contactos se van reforzando gracias a que cada vez toma más fuerza una red latinoamericana de festivales. Fernández ha participado ya tres años en el encuentro Dança à deriva, en Sao Paulo, y allí ha conocido a varios de los que ahora vienen a La Paz, que “son independientes, de artistas que quieren apoyar, no cobran caché y vienen en sus medios”.
Pero tal vez levanten más expectativa los únicos que no son del continente: Guangdong Modern Dance Company, la primera compañía profesional de China, que llega un poco de prueba. Tres parejas de bailarines van a presentar fragmentos de la obra Sumeru, que entera necesita 28. Aparte de que les ha asustado un poco la altura, quieren ver si los teatros de aquí se adaptan a las necesidades de un grupo que se presenta regularmente en París, Londres y Nueva York y, si es así, parece probable que vuelvan dentro de un año con el elenco completo. “En estos fragmentos de la obra se puede ver mucha danza, de altísima calidad técnica y con una propuesta coreográfica muy rigurosa y muy trabajada”, dice la coordinadora de producción de Danzénica, Gabriela Claros.
De Argentina llega la Compañía Nacional de Danza Contemporánea, uno de los elencos del teatro San Martín, que supone a la contemporánea lo mismo que el teatro al Colón al ballet y, por tanto, se puede considerar una de las compañías más importantes de América Latina. “Son tremendamente profesionales, ellos sí vienen los 23, arriesgándose a la altura”, dice Fernández. Traen tres obras, propuestas diferentes pero con un lenguaje común que ahora está en boga en Latinoamérica e incluye mucha improvisación, en un campo en el que Argentina es una referencia. “La improvisación en danza a veces no se entiende mucho, la gente no está acostumbrada, las coreografías tradicionalmente han sido muy cerradas y estrictas, pero es algo muy interesante, que enriquece”, apunta Claros.
Las más numerosas son la compañías brasileñas, todas independientes y que vienen sin cobrar caché ni ningún gasto, la organización solo se hace cargo de la estadía. Companhia de dança Siameses, Dual cena contemporánea, Companhia Com-Tato y el dúo formado por Aline Brasil y Anna Behatriz Acevedo representan la diversidad de su país utilizando lenguajes muy innovadores y distintos y tal vez más experimentales. Acevedo y Brasil inaugurarán Danzénica en el Museo Nacional de Arte con una performance y en la que tienen cabida las artes plásticas, mientras que Siameses trabajan con textos. El coreógrafo mexicano Basurto ha llegado solo, ofrecerá un espectáculo de una única bailarina que ya lleva trabajando un mes aquí con Camila Bilbao, que será quien lo ponga sobre las tablas. La presencia del continente se completa con Tercer Espacio Colectivo Artístico, una compañía alternativa paraguaya.
SHA, de La Paz, con Locura, y Fases, de Santa Cruz, con Alta Tensión, aportan el componente nacional a Danzénica. “Nos ha costado mucho encontrar producción nacional en danza contemporánea, porque es un arte nuevo aquí, no hay formación superior y son poquísimas las compañías”, asegura Fernández, quien ve en el festival una oportunidad para que los creadores bolivianos vean ideas diferentes y tomen referencias de lo se está haciendo afuera. La crítica de danza Tania Delgadillo opina que “los grupos nacionales quizás necesiten detenerse un poco a reflexionar y estudiar, presentarse menos y dedicar más tiempo a experimentar, a centrarse en los detalles, reforzar el trabajo interpretativo… así nos entregarían más experiencias que nos conmuevan”.
Por eso cada vez hay más bailarines bolivianos que salen al extranjero a formarse. “Amplían recursos, ven otros lenguajes y potencian lo que han estado haciendo estos 10 años, desde que empezó un movimiento con propuestas de gente muy joven”, dice Claros, quien se muestra optimista y confía en que pronto habrá fruto porque “vamos a empezar a tener propuestas muy innovadoras, con calidad y rigor en el trabajo, no solo en el entrenamiento y los conocimientos técnicos sino también en la parte creativa, que requiere formación pero también experimentar, investigar”. Si esta predicción se cumple habrá más representación nacional en las próximas ediciones de Danzénica. Mientras tanto, las propuestas de las compañías llegadas de afuera servirán para abrir bien las mentes de coreógrafos y bailarines nacionales y, sobre todo, de los espectadores que se atrevan a exponerse a la experiencia de la danza contemporánea.