La personalidad de Ludwig van Beethoven es sin duda la más destacada y fascinante de la historia de la música. Su presencia significó el más importante desarrollo en la manera de crear música porque en su obra se plasmó un proceso de cambio que influyó en la producción de todos los compositores que vinieron después de él. Dentro de su producción, que abarcó casi todos los géneros conocidos, destacan especialmente sus nueve sinfonías que, compuestas durante todos sus años más fecundos de creatividad, muestran en su misma sucesión en el tiempo ese proceso de desarrollo del que hablábamos antes. Cabe explicarlo de esta manera: formado nuestro compositor en la escuela del clasicismo vienés, sus modelos fueron los maestros del estilo galante, especialmente en la figura de Joseph Haydn, sinfonista que dio al mundo más de un centenar de obras de este género, plasmando toda una estructura formal que queda armada en cuatro movimientos que tienen una unidad basada en la tonalidad principal y sus diversas variedades vecinas o relativas, pero que a su vez son contrastantes en el ritmo y la velocidad.

Cada uno de esos movimientos tiene una estructura interna derivada de las formas de la música vocal o de danza. Así el primer movimiento muestra la forma de sonata bitemática y tripartita con dos motivos diferenciados que se interactúan en un bloque estructurado en tres secciones que provienen del silogismo clásico: exposición, desarrollo y recapitulación. Otras formas como la canción artística o lied, el rondó, las variaciones sobre un tema o el minué, que llega procedente de la suite del barroco, se hacen presentes en los restantes tres movimientos. Beethoven asumió estas estructuras desarrollándolas en las sucesivas sinfonías en forma cada vez mayor y más profunda.

Comparemos, por ejemplo, el salto gigantesco entre la primera y la novena: 25 minutos frente a 75, orquesta reducida a las dimensiones clásicas de poca cuerda, maderas a dos, dos trompas, dos trompetas y timbales frente a la orquesta de la sinfonía coral, mucho mayor, con el añadido de otros instrumentos: flautín, contrafagot, trombones y batería de percusión, un grupo de cuatro cantantes solistas y coro a cuatro voces. Ese proceso de crecimiento no se da en ningún otro caso en los compositores que le precedieron y que le siguieron. Y esto no está solo presente en las sinfonías, sino en todas sus creaciones que llegan a ser unas 180 entre las que llevan el número de opus y las que no.

VIVENCIA. Para un oyente, experimentar la audición de cada una de estas obras es una vivencia incomparable porque se llega a apreciar un caudal sonoro que enriquece y que envuelve, que intuye la lucha interior de este mago creador y todos los entresijos de su alma, vibrante de sensibilidad y miras elevadas como la libertad y la hermandad universal y su lucha personal para superar su creciente sordera que no solo le privaba de oír la interpretación de sus propias obras, que él mismo llegaba a aporrear en el piano, una sordera que le aislaba del resto de sus contemporáneos que hasta le motejaban de misántropo. Pero él no era así, en el fondo era sociable y supo cultivar amistades sinceras que incluso le ayudaban pecuniariamente.

Hoy que, por primera vez en la historia de más de 70 años de la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN), nos preparamos a experimentar la audición completa del ciclo de las nueve sinfonías de Beethoven, estoy seguro de que saldremos de cada uno de los conciertos que se darán en el Centro Sinfónico Nacional —bajo de batuta de su nuevo titular, el maestro Weimar Arancibia— con la sensación de haber enriquecido nuestro espíritu, gracias a la obra de uno de los más grandes compositores de la historia.

Para los oyentes bolivianos, sean aquellos que conocen en vivo, o mucho más por medio de las grabaciones estas sinfonías, o para los que llegan nuevos a esta experiencia estética, será una manera diferente de crecer en el espíritu, de solazarse con un lenguaje cautivador y sentirse cercanos unos de otros y conocer el alma de un gran benefactor de la humanidad que con su creación nos enseñó a ser más sensibles, en suma, mejores seres humanos.

Desde estas líneas quiero recomendar a los aficionados a la música y a los que aún no lo son pero desean llegar a serlo, aproximarse a este trabajo que con cariño y dedicación están poniendo cada uno de los integrantes de la Orquesta Sinfónica Nacional y su nuevo director asistiendo a los sucesivos conciertos que han sido programados. De seguro que lo apreciarán.

La Sinfónica comienza con energía

Jorge Soruco

Para el director musical de la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN), Weimar Arancibia, la música de Beethoven es “fuerza, pasión y cambio. Tiene una energía muy especial que afecta tanto a los músicos como a quienes escuchan sus composiciones”.

Esas características fueron las que animaron a los integrantes de la Sinfónica a comenzar la temporada 2017 con algunas de las piezas más importantes de la música orquestra: la nueve sinfonías del compositor alemán.

El ciclo Beethoven las nueve sinfonías, el legado está formado por cinco programas divididos en 10 conciertos que se realizarán entre marzo y mayo en el Centro Sinfónico Nacional (CSN, Ayacucho 366) a las 19.30.

Tanto el director interino del elenco, Christian Asturizaga, como Arancibia coincidieron que esta es la primera vez que la OSN se dedica a la obra completa de un compositor.

“Este es un ejercicio muy importante, ya que ayuda a que los intérpretes crezcan musicalmente porque nos permite conocer en profundidad las características e ideas de un autor en específico. Además, para el público, representa una gran oportunidad para apreciar en toda su magnitud una producción tan importante para el arte como es la de Beethoven”, agregó el director musical.

Los primeros recitales serán el miércoles 15 y jueves 16 de marzo. Se ejecutarán las primera y tercera sinfonías. Le seguirán el 20 y 30 del mismo mes con la cuarta y la séptima. La segunda y la quinta se tocarán el 12 y 13 de abril. La sexta y octava el 26 y 27 y el ciclo terminará en mayo, el 17 y 18, con la novena, en la que también participará la Sociedad Coral.

El agrupar las obras responde a varios criterios: la longitud de las piezas elegidas y su afinidad armónica. “Por ejemplo podríamos comenzar con la primera y la segunda, pero son muy cortas y tendríamos que aumentar otras composiciones”, explicó Asturizaga.

La organización de un ciclo largo monotemático no es la única novedad de esta temporada. Este año la Sinfónica modificará el método de venta de entradas para facilitar el acceso de los paceños, ya que el elenco está trabajando con la empresa Super Ticket.

A partir de esta semana los interesados podrán adquirir los boletos ya sea mediante la página de Super Ticket o en sus oficinas. Se tienen tres tipos de ofertas: la primera es el pago por función. También se habilitó un bono exclusivo para el ciclo de Beethoven, que permitirá el acceso a todos los recitales, y el abono anual de la OSN.

Costo de las entradas

Los boletos se adquieren mediante Super Ticket, ya sea en su página de internet o en sus agencias central (plaza del Estudiante), La Chiwiña (San Miguel) y Multicine o en el mismo Centro Sinfónico Nacional (Ayacucho 366)

Por función

  • Mezanine A:    Bs    140
  • Mezanine B:    Bs    100
  • Platea:    Bs    75

Abono exclusivo para el ciclo de Beethoven

  • Mezanine A:    Bs    630
  • Mezanine B:    Bs    450
  • Platea:    Bs    340

Abono anual

  • Mezanine A:    Bs     1.512
  • Mezanine B:    Bs     1.080
  • Platea:    Bs    810