El inventor del Rock
Chuck Berry, fallecido a los 90 años, introdujo en el género la guitarra eléctrica y la esencia contestataria y crítica.

Querido Sr. Berry permíteme decirte que, a pesar de nuestros altibajos, ¡te adoro!, tu trabajo es tan hermoso, tan maravillosamente atemporal, sigo sin palabras. Confío en que no hagan a otro como tú, no podría soportar la emoción”. Así le escribió Keith Richards a Chuck Berry después de una conflictiva actuación conjunta, cuando Berry cumplió 60 años y tenía al rolling stone a cargo de la banda de apoyo. Y resultan llamativas las palabras si se toma en cuenta lo mal que terminaron simplemente porque Charles Anderson Berry —así se llamaba en los papeles— cambió el orden y los tonos a su antojo, tirando al tacho todo lo ensayado, para enojo de Keith, quien en su autobiografía expresó su profunda decepción. Este hecho resume de alguna forma la vida y trascendencia de Chuck Berry, que puede caber en una frase: “No le pidas a su comportamiento la gloria que logra en su música”.
No es una exageración afirmar que Chuck Berry inventó el rock n roll, porque si bien el ritmo ya existía él le puso la guitarra eléctrica y la esencia contestataria y cínica, en canciones de textos irónicos, burlones y desafiantes. Encontró en el rock n roll la mejor forma de expresar su enojo por ser un talentoso músico negro discriminado en un mundo blanco. Sin embargo fue capaz de vencer y hasta dominar ese panorama y terminó no solo por ser uno de los protagonistas claves a lado de Elvis, Jerry Lee Lewis o Little Richard, sino que se convirtió en fuente de inspiración para que generaciones se suban al turbulento tren del rock.
Tampoco se exagera si se dice que no habría Beatles ni Rolling Stones si no fuese por Chuck Berry. Ambas bandas comenzaron interpretando sus temas y se hicieron famosos mundialmente por ellos. Rock n Roll Music, Roll Over Beethoven o Carol, tocados por esos chicos británicos invadían las listas de preferencias en Europa y Norteamérica mientras Chuck cumplía una condena de cárcel en Indiana.
Mujeriego y seductor, Berry había contratado para uno de sus locales, sin saberlo, a una chica de 14 años. El fiscal vio una incitación a la prostitución y el músico enfrentó un juicio con todas las de perder en un país donde la justicia se mide por el color de la piel. La condena de cinco años se rebajó a tres por el comportamiento racista al que había caído el juez, y el astro terminó cumpliendo dos años. Según sus colegas el tiempo entre rejas le hizo hosco, desconfiado y reservado.
No era la primera vez que caía en prisión, a los 18 estuvo tres años en una correccional por robo. En su juventud Berry era capaz de todo con tal de no sufrir las dificultades que su padre carpintero habría de pasar llevando el sustento a su casa de San Luis, en el golpeado Estados Unidos de los años 30. Tras este primer encierro Chuck ingresó a un instituto estético de donde salió talentoso peluquero. Pudo haber continuado en el oficio instalando su propio negocio y más aún con esposa e hijo a mantener, pero la música lo tenía cautivado desde que aprendió a tocar la guitarra de forma autodidacta, lo que le dio su estilo único e innovador.
En los primeros 50, Berry ganó terreno en el rhythm and blues con el grupo Sir. John Trio. Pero cuando en 1954 el disck jokey Alan Freed presentó el disco Rock Around the Clock, de Bill Haley, con el nombre de rock n roll supo que ahí estaba la veta del éxito. Tomó su guitarra y partió a Chicago para mostrar su material al sello Chess, donde de inmediato captaron el potencial editando su primer sencillo, Maybellene (julio de 1955), que velozmente llegó al número uno del género. Así Chuck se convirtió en un nombre clave del nuevo género, con discos y sobre todo canciones determinantes, como la emblemática Rock n Roll Music, y compartiendo autorías con el nombrado Alan Freed.
A diferencia de varios de sus colegas, como Elvis, Berry escribía sus canciones y las distinguía armándolas como piezas integrales de melodía y ritmo pero donde el texto cumplía un rol fundamental. En su histórica Johnny B. Goode, una de las canciones más aclamadas de todos los tiempos, apela a su propio recorrido para contar de un talentoso joven guitarrista que sueña con ser una estrella. Y quizá porque este era el anhelo de tantos, se convirtió en uno de los temas más versionados de la historia del rock: John Lennon, AC/DC, The Who, Aerosmith, Prince, Santana, Green Day son algunos de los muchos que no se han podido resistir a interpretarla. Además, Berry le dio un uso protagónico a la guitarra con introducciones cautivantes que fueron definitivas para su estilo y el de una generación de guitarristas clave del desarrollo posterior del rock como Richards, George Harrison, Eric Clapton y Ritchie Blackmore.
A fines de los 50 el fenómeno del rock n roll se desmoronó por el escándalo de la Payola —sistema por el cual disk jokeys, como Freed, recibían dinero para convertir temas en hits—, por la muerte de algunos ídolos como Buddy Holly y Richie Valens y por cuestionamientos morales a otros como Jerry Lee Lewis —que se casó con su prima de 13 años— y al propio Berry y su caso de prostitución.
Ninguno de los ídolos de los 50 volvió a la primera fila. Pero Berry fue de los pocos que se mantuvo en escena, principalmente porque sus temas interpretados por otros le dieron los royalties necesarios para vivir sin tropiezos financieros. Siguió compartiendo con los músicos más importantes del rock, fue galardonado constantemente, volvió a meterse en líos y siguió tocando y actuando por todo el mundo.
En 2017, a sus 90 años, se proponía lanzar un nuevo disco con canciones inéditas. Y en todo este tiempo su nombre se fue consolidando como ícono, hasta el punto de producir una frase que algunos atribuyen a Lennon y otros a Richards: “Si tuviera que renombrar el Rock n Roll, lo llamaría ‘estilo Chuck Berry’”.