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Imagen, poesía, revolución, celuloide

Una exposición de carteles de cine cubano en la galería La Obertura ofrece un paseo por el art noveau, el pop art, la psicodelia y el art deco.

/ 7 de mayo de 2017 / 04:00

Beatriz Palacios fue figura emblemática no solo de la cinematografía boliviana sino del cine latinoamericano. Dirigió, escribió guiones, produjo y defendió activamente los derechos de las mujeres campesinas e indígenas. Durante su juventud adoptó como segunda patria a Cuba, se enamoró de su cinematografía y desde entonces atesoró no solo el celuloide sino también sus afiches, que a lo largo de décadas fue conservando como parte de esa revolución cultural que la sedujo desde la adolescencia. Esta colección fue generosamente legada a Juan Pablo Ávila, conocido coleccionista de afiches de la cinematografía boliviana.
Palacios juntó a jóvenes realizadores de la década de los 70 para fundar el Movimiento del Nuevo Cine y Video Boliviano. En los 80 integró el Consejo Superior de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano presidido por Gabriel García Márquez y fue también representante de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, en Cuba. Gracias a su compromiso con la productora Grupo Ukamau, impulsó la fundación y la creación de la Escuela Andina de Cinematografía.

En 1999, durante el XXI Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, recibió el reconocimiento de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba por su contribución a la cinematografía latinoamericana. Pero Palacios fue también compañera del maestro Jorge Sanjinés y juntos, junto al pueblo, escribieron uno de los capítulos más importantes de la historia del cine boliviano y de la cinematografía latinoamericana.

La muestra de afiches del cine cubano está conformada por más de 30 obras realizadas desde fines de los años 60 en serigrafía artística. En cada una de las piezas se pueden apreciar sublimes representaciones pictóricas, contrastadas texturas y formulaciones visuales seductoras que anunciaban películas del cine cubano. Se convirtieron en una especie de obras de arte aplicado, pues fueron realizadas por destacados artistas gráficos hoy están consideradas verdaderas joyas del arte popular en América Latina.

La promoción de la cinematografía cubana fue fundamental para reafirmar la identidad cubana y el proceso revolucionario de la isla. Porque la revolución concibió la cinematografía no solamente en su condición de arte sino también como un elemento intrínseco al desarrollo de la identidad de un pueblo. Todo con un marcado carácter educativo, que se impulsó con el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), creado en 1959. El empuje que éste le dio al arte del cartel lo convirtió en otro referente de las artes visuales del continente y del mundo.

En la colección de Palacios se aprecian el diseño y la reproducción de los primeros carteles en serigrafía, en los que participaron Eduardo Muñoz Bachs, Rafael Morante Boyerizo o Eladio Rivadulla Martínez. Pero también obras emblemáticas del ICAIC, que además de ser portadoras de expresiones artísticas culturales sirvieron para enfatizar el contenido ideológico de películas como Cuba baila o Muerte al invasor, en las que se reflejaron momentos importantes de la historia de la revolución cubana.

Reinaldo Morales Campos, investigador de la memoria histórica del cartel cubano, asegura que a partir de los años 60 el ICAIC contaba con más de 30 diseñadores y artistas plásticos que colaboraban en la edición de sus carteles. Incorporaron en los afiches no solo las influencias de la vanguardia artística de la época como el arte pop, la psicodelia o el hipismo, sino también las corrientes precedentes como el art nouveau y art deco, y que se contemplan en varios cuadros de la muestra, como el afiche del film Lucía de Raúl Martínez González, entre otras importantes obras.

Asimismo, en La Obertura se aprecian trabajos notables de artistas como Rafael Morante Boyerizo, quien a inicios de los años 60 esbozó un afiche para la conmemoración del primer aniversario de la Cinemateca de Cuba, que en magistral síntesis a dos colores introduce por primera vez la representación de Charles Chaplin, que posteriormente se convertiría en una de las figuras símbolo más recurrentes del cartel del cine cubano.

Pero además se contemplan joyas de la gráfica cubana como la de los artistas Olivio Martínez Viera, Ñiko Pérez González, Ernesto Ferrand —con su obra para la película Fresa y chocolate— o de Nelson Ponce y Vampiros en La Habana, entre otras figuras emblemáticas del arte cubano.

Como señala Morales Campos, el legado testimonial de estos afiches es único en el mundo, pues además de anunciar la presentación de un filme han desempeñado una importante función comunicativa como medio de orientación social. Han incentivado la apreciación de las manifestaciones artísticas, reflejadas en ellos mismos por diversas generaciones de diseñadores gráficos y pintores quienes han plasmado ilustraciones pictóricas surrealistas, efectos ópticos y cinéticos, las líneas ondulantes del art noveau, las tonalidades brillantes del arte pop y las configuraciones decorativas del art deco.

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Imagen, poesía, revolución, celuloide

Una exposición de carteles de cine cubano en la galería La Obertura ofrece un paseo por el art noveau, el pop art, la psicodelia y el art deco.

/ 7 de mayo de 2017 / 04:00

Beatriz Palacios fue figura emblemática no solo de la cinematografía boliviana sino del cine latinoamericano. Dirigió, escribió guiones, produjo y defendió activamente los derechos de las mujeres campesinas e indígenas. Durante su juventud adoptó como segunda patria a Cuba, se enamoró de su cinematografía y desde entonces atesoró no solo el celuloide sino también sus afiches, que a lo largo de décadas fue conservando como parte de esa revolución cultural que la sedujo desde la adolescencia. Esta colección fue generosamente legada a Juan Pablo Ávila, conocido coleccionista de afiches de la cinematografía boliviana.
Palacios juntó a jóvenes realizadores de la década de los 70 para fundar el Movimiento del Nuevo Cine y Video Boliviano. En los 80 integró el Consejo Superior de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano presidido por Gabriel García Márquez y fue también representante de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, en Cuba. Gracias a su compromiso con la productora Grupo Ukamau, impulsó la fundación y la creación de la Escuela Andina de Cinematografía.

En 1999, durante el XXI Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, recibió el reconocimiento de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba por su contribución a la cinematografía latinoamericana. Pero Palacios fue también compañera del maestro Jorge Sanjinés y juntos, junto al pueblo, escribieron uno de los capítulos más importantes de la historia del cine boliviano y de la cinematografía latinoamericana.

La muestra de afiches del cine cubano está conformada por más de 30 obras realizadas desde fines de los años 60 en serigrafía artística. En cada una de las piezas se pueden apreciar sublimes representaciones pictóricas, contrastadas texturas y formulaciones visuales seductoras que anunciaban películas del cine cubano. Se convirtieron en una especie de obras de arte aplicado, pues fueron realizadas por destacados artistas gráficos hoy están consideradas verdaderas joyas del arte popular en América Latina.

La promoción de la cinematografía cubana fue fundamental para reafirmar la identidad cubana y el proceso revolucionario de la isla. Porque la revolución concibió la cinematografía no solamente en su condición de arte sino también como un elemento intrínseco al desarrollo de la identidad de un pueblo. Todo con un marcado carácter educativo, que se impulsó con el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), creado en 1959. El empuje que éste le dio al arte del cartel lo convirtió en otro referente de las artes visuales del continente y del mundo.

En la colección de Palacios se aprecian el diseño y la reproducción de los primeros carteles en serigrafía, en los que participaron Eduardo Muñoz Bachs, Rafael Morante Boyerizo o Eladio Rivadulla Martínez. Pero también obras emblemáticas del ICAIC, que además de ser portadoras de expresiones artísticas culturales sirvieron para enfatizar el contenido ideológico de películas como Cuba baila o Muerte al invasor, en las que se reflejaron momentos importantes de la historia de la revolución cubana.

Reinaldo Morales Campos, investigador de la memoria histórica del cartel cubano, asegura que a partir de los años 60 el ICAIC contaba con más de 30 diseñadores y artistas plásticos que colaboraban en la edición de sus carteles. Incorporaron en los afiches no solo las influencias de la vanguardia artística de la época como el arte pop, la psicodelia o el hipismo, sino también las corrientes precedentes como el art nouveau y art deco, y que se contemplan en varios cuadros de la muestra, como el afiche del film Lucía de Raúl Martínez González, entre otras importantes obras.

Asimismo, en La Obertura se aprecian trabajos notables de artistas como Rafael Morante Boyerizo, quien a inicios de los años 60 esbozó un afiche para la conmemoración del primer aniversario de la Cinemateca de Cuba, que en magistral síntesis a dos colores introduce por primera vez la representación de Charles Chaplin, que posteriormente se convertiría en una de las figuras símbolo más recurrentes del cartel del cine cubano.

Pero además se contemplan joyas de la gráfica cubana como la de los artistas Olivio Martínez Viera, Ñiko Pérez González, Ernesto Ferrand —con su obra para la película Fresa y chocolate— o de Nelson Ponce y Vampiros en La Habana, entre otras figuras emblemáticas del arte cubano.

Como señala Morales Campos, el legado testimonial de estos afiches es único en el mundo, pues además de anunciar la presentación de un filme han desempeñado una importante función comunicativa como medio de orientación social. Han incentivado la apreciación de las manifestaciones artísticas, reflejadas en ellos mismos por diversas generaciones de diseñadores gráficos y pintores quienes han plasmado ilustraciones pictóricas surrealistas, efectos ópticos y cinéticos, las líneas ondulantes del art noveau, las tonalidades brillantes del arte pop y las configuraciones decorativas del art deco.

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