GUARDIANES DE LA GALAXIA vol. II
Una legión de especialistas en diseño envuelven la nada en un empaque ‘chic’ para así lograr lo único que interesa: millones de dólares.
La moda, casi una epidemia, de los cómics animados, estrechamente aparejada a la conversión de Hollywood en Franquicialandia —según apostrofó un colega español— no ha escatimado sandeces al por mayor. Pero este segundo volumen de Guardianes de la galaxia bate todos los récords, en parte imagino debido al apuro acicateado por los 773 millones de dólares y pico recaudados tres años atrás por el Volumen I. De la extrema hibridez del asunto dan cuenta los créditos, largo segmento aprovechado para, de manera desvergonzada, anticipar algunas secuencias del próximo volumen, cebando así el apetito de los seguidores puestos en stand by a la espera de lo que vendrá, previsiblemente para peor.
En los créditos figuran junto al trío de guionistas los padres de las distintas criaturas, atentos a que nadie vaya a escamotearles su tajada del pastel, dejando evidencia de la curiosa forma de componer un producto amasado con ingredientes no necesariamente funcionales a la historia. La trama resulta horneada así por mera acumulación, no por congruencia. Adicionalmente, más de 200 técnicos en efectos especiales y visuales figuran en la lista, dejando constancia de dónde está el acento creativo. El director se limita a conjuntarlos como pueda —y no puede mucho— en el intento de armar algo, no diré coherente pero cuando menos tragable. A esa legión de especialistas en diseño y otras tareas inherentes les toca envolver la nada en un empaque lo más chic posible.
El Volumen I se jactaba, autoparodia mediante, de no tomarse en serio, entre otros motivos por estar exento de cualquier ambición de expresar alguna cosa respecto a algo. Apuntaba al divertimento puro y simple, una algarada visual focalizada en el juego con la bizarra galería de guardianes —ellos mismos una especie de guiño sarcástico a los héroes tipo de estas aventuras— en liza contra villanos no menos singulares.
Unos cuantos personajes han sido rescatados del olvido, pues vieron la luz tiempo atrás en formato historieta, quedando opacados por las superestrellas de Marvel Cómics: el Hombre-Araña, Hulk, Capitán América. Por ejemplo, Groot apareció fugazmente en los 50 y volvió a protagonizar algunas tiras una década más tarde. Y si bien ya asomó con alguna tibieza en el Volumen I —habiendo probado su rentabilidad como Baby Groot desde los almacenes de juguetes— pasa a ser la mascota mimada del nuevo volumen, con el inocultable propósito de seguir siendo succionada hasta el último dólar, sea en la pantalla, como sticker de colección o como peluche fervorosamente deseado, durante algunos meses, por los(as) niños(as) urbi et orbi.
Colisionando con el desparpajo anterior, la nueva entrega se complica al pretender servir de vehículo a una especiosa reflexión acerca de la importancia de la institución familiar. Esto corre a cargo de los erráticos discursos de los protagonistas, plagados de apelaciones al sentido común y al valor de los sentimientos, desvalorizados por la chata retórica de los personajes. Por si alguien no se percata enseguida de qué va la vaina el relato toma sus recaudos para recordárselo hasta el hastío. El resultado es que al atolladero en que se ve metido el director pugnando por articular las piezas dispersas de la trama y de la descripción de los personajes se añade tal pretensión discursiva, a contraflecha de los deshilvanados eventos que componen esta larguísima, interminable, excursión vaya uno a saber dónde.
Narrativamente las dos horas y tres minutos de metraje constan de dos picos, al inicio y al final —cuya duración, sumada, no supera los 40 minutos— y de una extensa, soporífera, meseta intermedia cuya inconsistencia pretende ser balanceada acumulando melodías ampliamente difundidas en los años 80. Una auténtica ensalada pop que repasa el hit parade de entonces. Tal pastiche sonoro, asumiendo la tarea propia del guion, tiene la función de impregnar de emotividad un producto falto de vibración y al borde de la insipidez absoluta. Pero cuando el libreto yerra de principio a fin no existe resarcimiento posible: tales afeites no hacen sino poner en mayor evidencia las grietas en el cimiento de cualquier película.
Una veta creativamente rentable, si el propósito hubiese sido perseverar en el tono paródico de la anterior entrega, era trabajar la línea argumental de la búsqueda por Peter de su padre, a quien supone proveniente de algún lugar ignoto de la galaxia. En efecto, resulta ser el planeta Ego, personificado por Kurt Russell en una esforzada faena para dejar clara su irrefrenable arrogancia divina, esfuerzo que hace agua a causa de las sentenciosas ñoñerías que el guion le impone pronunciar, acompañadas de una desorbitada gesticulación.
El director resuelve desdoblar la trama en dos líneas paralelas e igualmente flácidas. Una aborda las aventuras de Quill (Star-Lord), Gamora y Drax y la otra se halla enfocada a las adversidades de Rocket, Baby Groot y Yondu, pero dado que ambas recorren un decurso relativamente autónomo —como tantos otros ingredientes del relato—, acaban a la deriva sin contrapunto alguno, que es la fórmula usual cuando las historias se bifurcan respondiendo a motivos dramáticos y no al mero capricho del realizador-guionista de turno.
¿Humor? Con gotero. ¿Ternura? Ni asomo. ¿Irreverencia? Ya fue. En su regreso estos guardianes encarnan dócilmente el subtexto recurrente del género: las aprensiones de siempre frente al otro, al distinto, al inmigrante. Mejor levantar muros: de concreto, de prejuicios… todo ayuda. O bien reacondicionar algunos prototipos simbólicos.
Muchos comentarios dieron cuenta de su sorpresa por la presencia de Sylvester Stallone en el elenco, pero más aún por la fugacidad de su cameo. Rocky/Rambo sigue siendo el mismo tronco inexpresivo de siempre, pero apostaría a que su fugaz aparición en este volumen anuncia una presencia mucho más conspicua en lo que sigue.
Ficha técnica
Título original: Guardians of the Galaxy II.
Dirección y Guion: James Gunn.
Basado: en las tiras cómicas de Dan Abnett& Andy Lanning y
en personajes creados por: Steve Englehart, Steve Gan, Jim Starlin y otros.
Fotografía: Henry Braham.
Montaje: Fred Raskin, Craig Wood.
Diseño: Scott Chambliss.
Arte: Elena Albanese Ramsey Avery.
Maquillaje: Amber Actaboski.
Efectos: Heidi Beers, Rachel Bianculli,
Roland Blancaflor, Jason Tate Brown.
Música: Tyler Bates.
Producción: Victoria Alonso, Louis D’Esposito.
Intérpretes y voces: Chris Pratt, Zoe Saldana,
Dave Bautista, Vin Diesel, Michael Rooker,
Karen Gillan, Sylvester Stallone, Kurt Russell. – USA/2017.