El cine viaja a la televisión
La pequeña pantalla se ha saltado los prejuicios que la consideraban la hermana menor del séptimo arte y ahora ofrece gran calidad.
Creo que la televisión por cable, incluso con sus restricciones, es un lugar hermoso donde estar. Me gustan las historias continuas. Hay una tristeza en lo que ha pasado con cierto tipo de películas”. Esa es la percepción del director David Lynch, que recoge el diario El País, luego de la presentación de la tercera temporada —25 años después— de la serie Twin Peaks. Y durante ese acto alguien le insistió: ¿Eso significa que Inland Empire es la última película de su carrera? La respuesta es más que reveladora y premonitoria: “Supongo que lo es”.
Las opiniones de Lynch no son desdeñables porque ayudan a entender el boom que está viviendo la televisión en la última década. No es un director cualquiera, ha sido nominado tres veces al Oscar y a los Globos de Oro por El hombre elefante (1980), Terciopelo azul (1986) y Mulholland Drive (2001); sus películas son de culto y no está adscrito totalmente al cine comercial, tan criticado, de Hollywood.
Como él, directores, actores, actrices y guionistas dieron el salto del cine a la televisión y dejaron atrás el prejuicio de que esta era la hermana menor del séptimo arte, pese a que los críticos durante décadas no han dudado en calificarla como “la caja boba”. Sin embargo, la oferta actual en la pequeña pantalla es de calidad y plantea el reto de reconsiderar la industria audiovisual en el mundo.
Pero para los críticos de esta transición, un artículo de la agencia EFE recuerda que Lynch no fue el primer cineasta que apostó decididamente por la televisión. En los años 50 del siglo pasado Alfred Hitchcock dio en el clavo con Alfred Hitchcock Presenta, y se arriesgó a tratar a las películas y las series con la misma seriedad, la misma profundidad y el mismo poso artístico propio de un autor, como es considerado el maestro del suspenso.
Wagner Moura interpreta a Pablo Escobar en ‘Narcos’.
Desde 2006, el número de series producidas en EEUU por año se ha duplicado, pasando de 192 a 455 en 2016, según FX Research, citada por la AFP. Y una de cada cinco es producida por un servicio de video en línea.
Su presupuesto puede superar al de muchas películas: Netflix invierte millones de dólares en creaciones originales. Según la revista Première, Marco Polo costó $us 9 millones por capítulo, y The Crown, sobre la vida de la reina Isabel II, $us 14 millones, nueve veces más que Moonlight, Oscar a la Mejor Película en 2017.
Las series también le han robado al cine sus estrellas de Hollywood, pese a que fueran reconocidas con el Oscar. Kevin Spacey en House of Cards, Matthew McConaughey en True Detective, Anthony Hopkins en Westworld, Jude Law en Young Pope, Katie Holmes en Kennedys: After Camelot, Nicole Kidman en Big Little Lies y en Top of the Lake, ésta última serie dirigida por Jane Campion. Tampoco dudan en versionar grandes películas, como la inspirada en Fargo, de los hermanos Coen. Y no solo ficción, el actor Morgan Freeman realiza el documental La historia de Dios, e incluso llegó a Bolivia a grabar parte de su programa desde las Misiones Jesuíticas en Santa Cruz.
Parece que ambas pantallas no son incompatibles: “Querer crear divisiones entre cine y series es caer en un debate en desuso”, asegura Pierre Langlais, especialista de series de la revista francesa Télérama. “Hace mucho tiempo que los dos formatos dialogan. Hitchcock hacía una serie hace más de 50 años, y leyendas como Steve McQueen empezaron en la televisión. Hoy en día, los cinéfilos que denigran las series son minoritarios, y casi todos los seriéfilos son aficionados a la gran pantalla”, sentencia en el análisis hecho para la agencia AFP.
Una escena de la serie ‘Fargo’.
Y el salto no solo ocurrió en EEUU, el impulso llego a América Latina. Así, la actriz Kate del Castillo se consolidó en la serie La reina del Sur y actualmente en Ingobernable, de Netflix. Brasil aporta a esta corriente con el actor Wagner Moura, quien luego de su éxito con Tropa de elite interpretó al narcotraficante Pablo Escobar en la serie Narcos de Netflix. Precisamente al director de Tropa de Elite, José Padilha, la plataforma de contenidos en línea le encomendó hacer la primera serie original brasileña basada en la crisis política que desató el caso de corrupción Lava Jato. Bolivia también refleja este fenómeno con el salto de Paolo Agazzi, quien había tenido relación con la producción televisiva y pasó a dirigir la serie Sigo siendo el rey.
Pero ¿por qué comienza este artículo con la referencia a Lynch? Pues porque su célebre Twin Peaks solo duró dos temporadas y 30 episodios, pero su influencia late todavía en esta edad de oro que vive la televisión.
La profunda huella que dejaron David Lynch y Mark Frost con Twin Peaks se venera como hito fundacional en la industria televisiva, ya que fue una fuente de fascinación e imaginación para espectadores, para guionistas y directores. Producciones exitosas como Los Soprano, Lost, The X-Files, True Detective, American Horror Story y The Leftovers quizá hubieran triunfado también sin Twin Peaks, pero seguro que esta serie amplió los horizontes audiovisuales de la televisión y abrió el camino para todas aquellas que después quisieron saltarse las normas.
“Twin Peaks unió lo rutinario con lo extraño. No creo que el público hubiera visto a gente feliz y la miseria coexistiendo para crear algo realmente perturbador: gente espeluznante sonriendo demasiado”, resumió el creador de Fargo, Noah Hawley, en un reciente artículo en la revista Time. Lynch dotó a Twin Peaks de una notable ambición narrativa que ahora parece el pan de cada día en la televisión: de estructuras cerradas por capítulos se pasó a planear largos desarrollos que abarcaban varios episodios o temporadas completas.
“Desde Twin Peaks he trabajado con diferentes guionistas en shows como Esposas desesperadas o Sexo en la ciudad, y ellos me decían: ‘No pensaba que era posible hacer esto, pero debido a Twin Peaks me siento empoderado y esta es mi visión”, apuntó el actor Kyle MacLachlan.
Otro regalo de Twin Peaks a los futuros guionistas de televisión fue su hábil juego con interrogantes y misterios sin resolver, en el que saber quién mató a
Laura Palmer ya no era lo imprescindible sino solo una excusa para desplegar argumentos y recorrer el universo de la serie.
festivales. Por primera vez este año, dos series de televisión integraron la selección oficial del Festival de Cannes, aunque fuera de competición. Eso sí, se trata de dos series de dos directores de cine recompensados ya en Cannes: la segunda temporada de Top of the Lake, de la neozelandesa Jane Campion, la única mujer que ha ganado la Palma de Oro con El piano en 1993 y, precisamente, la tercera parte de Twin Peaks, del estadounidense Lynch, quien se llevó la Palma de Oro en 1990 con Corazón salvaje.
Antes que Cannes, otros grandes festivales de cine ya habían entreabierto las puertas a este formato. El año pasado, la Berlinale, que tiene ahora una sección dedicada a las series, proyectó en sesión especial los primeros episodios de Night Manager, inspirada en una novela de John Le Carré, y la Mostra de Venecia reveló el inicio de Young Pope, de Paolo Sorrentino. En EEUU, los Globos de Oro recompensan filmes y, desde 1962, también series. Desde este año, los MTV —llamados ahora MTV Movie & TV Awards— premian tanto a películas como a series. Por el momento, Cannes no mezcla los géneros. El año que viene dedicará un festival propio, Cannes Series, con el apoyo de Canal+.