Un grupo de valientes
Los mejores bailarines de La Paz se unen en el espectáculo ‘Ensamble’, dirigido por Magaly Rodríguez, que va de lo clásico a lo contemporáneo.
Ensemble, en francés, quiere decir “juntos”. En Bolivia solo el empeño de bailarines y coreógrafos permite que alguna que otra vez ellos mismos logren crear un espacio, al menos un resquicio, en el que mostrar sus capacidades y su gran pasión. Para eso tienen que trabajar duro y apoyándose unos a otros, como han hecho 20 bailarines y la directora artística Magaly Rodríguez. Así han formado una compañía temporal para entre todos dar vida a Ensamble, un espectáculo de danza que se va a presentar el martes y miércoles en el Teatro Municipal.
Aunque el nombre se justifica también porque esas dos noches se van a apreciar juntos varios estilos de ballet: clásico, neoclásico y contemporáneo. Así que no es una obra, sino un espectáculo que combina fragmentos de varias obras. Rodríguez define qué es lo que se va a ver a la inversa: “no usamos hip hop, jazz, danzas urbanas ni folklore”; porque todo en Ensamble “está basado en la técnica clásica, que luego se adapta para lograr una fusión de técnicas y estilos”.
De los 20 bailarines que van a pasar por escena, 16 son profesionales y cuatro están en su último año de estudios. Todos ellos son capaces de calzarse las clásicas zapatillas de punta y al rato quitárselas para aventurarse en movimientos contemporáneos. Y no es fácil cambiar constantemente de registro en el mismo show, moverse entre obras de muy variadas armonías y que tienen diferentes sentidos del cuerpo. “El espectáculo tiene un nivel técnico bastante bueno, yo nunca digo excelente porque exijo mucho”, asegura Rodríguez.
El proyecto Ensamble lleva tres meses funcionando, en los que se ha creado y ensayado el espectáculo. Y se han hecho muchas más cosas como, por ejemplo, seleccionar las imágenes que acompañarán a la música y los bailarines, pensar los juegos de luces y de sombras o adaptar el vestuario. Adaptarlo porque no hay presupuesto para uno nuevo, y en ésta como en las demás facetas de la producción las carencias se cubren con pasión e ingenio, aunque no solo: “nos estamos arriesgando, vamos a tener que recuperar en boletería el dinero que hemos puesto nosotros mismos”, asegura Rodríguez.
El programa es exigente para los intérpretes porque se mueve por obras muy variadas. Comienza con un aire neoclásico gracias a Entre, una pieza para cuatro bailarinas y cuatro bailarines del repertorio de la Escuela Nacional de Ballet de Cuba, que allí trabajan los estudiantes a punto de graduarse. Más adelante llegará un clásico universal: el pas de deux de El Corsario, con coreografía de Joseph Mazilier inspirada en el poema de Lord Byron.
Luego habrá otra pieza que no llega a ser neoclásica ni moderna porque se baila con zapatillas de media punta: Canción de cuna para despertar, de la coreógrafa chilena Hilda Riveros, con música de Violeta Parra, lo que le da un mensaje de protesta. También se verá un fragmento de Diamante, un pasaje del ballet Joyas, con coreografía de Balachine y música de Fauré, Stravinsky y Tchaikovsky. La noche se cerrará con los 20 bailarines sobre las tablas interpretando Signo, la coreógrafa cubana Laura Domingo.
Entre los bailarines que quedan encargados de dar vida a estas piezas están los más importantes de La Paz, como Carolina Mercado, Truddy Murillo, Fabricio Ferrufino o Pola Heredia. Un muy interesante reparto que no es fácil de reunir: “esta es una muy buena oportunidad de bailar todos juntos y conviene aprovecharla, hay pocas como ésta”, asegura Mercado. Así, los bailarines intercambian y mejoran porque enfrentar piezas tan variadas les enriquece profesionalmente. “Un bailarín, y más hoy en día, tiene que manejar toda esta gama de lenguajes, un bailarín solo clásico o solo contemporáneo se queda muy limitado. La clásica es la base para todas las demás, pero hay que sumar más cosas para ser un bailarín completo”. Tan completos tienen que ser que en Ensamble se les ha animado a que den un paso más y presenten sus propias coreografías, que van a ser Dejar partir, de Truddy Murillo; Como un suspiro, de Katherina Rehfeldt, y Latir, una creación colectiva de varios de los bailarines del grupo.
Con tantos aportes Ensamble resultará un espectáculo muy dinámico, variado, con diferentes estilos que van y vienen porque no se presentarán en orden cronológico. No se pretende hacer un recorrido histórico por la danza, sino dar una oportunidad al público y a los bailarines para que disfruten de un arte que no lo tiene nada fácil en Bolivia. “Como el Estado no apoya, no hay un ballet nacional ni un financiamiento regular. Todo depende de la iniciativa privada y no es nada fácil armar obras de danza. Aquí hay buenos bailarines, pero muchos se han ido al extranjero, donde han demostrado que valen. No se pueden quedar en el país porque no hay en qué trabajar. La verdad es que los que nos dedicamos a esto somos unos valientes”, concluye Rodríguez.