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El amor, entre la ciencia y el arte

Una fiera mujer de la que es muy difícil no enamorarse pues, más allá de su belleza, posee el encanto de su libertad y su adicción al conocimiento: la chilena Carmen Lisperguer de Gutiérrez. Un pintor viajero, el alemán Johan Moritz Rugendas, cuyos viajes bajo el auspicio del naturalista Alexander von Humboldt le han servido más para desarrollar su arte y afrontar la búsqueda del amor que para serle exacto a la ilustración de la ciencia que se abre nuevos caminos en el inhóspito continente americano. El famosísimo Charles Darwin, expedicionario, con mucho talento para sus indagaciones científicas, pero apabullado por ciertas vicisitudes de la existencia y el amor. Y cómo olvidarse del anciano héroe de la independencia y hacendado Eduardo Gutiérrez, quien fuera elegido por Carmen para ser su esposo.

Con estos personajes, el escritor chileno Carlos Franz ha construido una novela entrañable: Si te vieras con mis ojos, ganadora de un premio  importante, la Bienal de Novela Mario Vargas Llosa. En esta novela, bajo la sombra de esas personalidades, se discute, más allá del arte o la ciencia, la naturaleza del amor y la posibilidad de la felicidad.

“Tuve la idea hace 20 años, tras leer una biografía de Rugendas y saber del amor imposible que lo unió a la escritora Carmen Arriagada”, me contó Carlos Franz cuando le pregunté sobre el origen de este libro. “Mi madre me regaló esa biografía diciéndome que allí encontraría una ‘historia de amor vacante’ en la que podría encarnar las inquietudes sobre el tema del amor que me rondaban. Además, yo conocía la obra pictórica de Rugendas desde hace mucho. Su visión de la naturaleza americana desde el romanticismo siempre me pareció muy actual: ahí están las raíces del sentimiento ecológico de hoy en día”.

En la novela sucede que Rugendas, Darwin y Gutiérrez terminan amando a Carmen de distinta manera, cada uno con una visión distinta de lo que es el amor. Rugendas —el elegido— a partir del arte, encendido por la pasión. Darwin, quien pierde la castidad con ella y termina huyendo, a partir de cierto miedo que se esconde bajo sus aspiraciones científicas. Y Gutiérrez haciendo de todo —incluso aceptando cosas que creeríamos un prócer militar jamás aceptaría— para verla feliz. Rugendas y Darwin, enfrentados por la traición, encerrados en una prisión de nieve en el Aconcagua, hacen una apuesta: ¿Quién sería más feliz de ambos de ahí a unos 20 años?

Cuando se le pregunta al autor quién cree que había ganado la apuesta —la verdad es que me costaba definir un ganador— o si se inclinaba por alguno, contesta: “No. Yo creo que el autor debe ser neutral. O, dicho de otro modo, el autor no debe decidirse por uno de sus personajes, ya que abarca todas sus posibilidades. Esa ‘indecisión’ está representada en la novela, porque al final Darwin envidia la pasiones aventureras de Rugendas, mientras éste envidia la estabilidad matrimonial de Darwin que le permitió construir una familia, etc.”.

Guerra. Franz visitará La Paz con motivo de la Feria Internacional del Libro y presentará esta magnífica obra. Seguro que valdrá la pena asistir. Será la primera vez que Franz visite nuestro país. “Nunca he estado en Bolivia. Tengo mucho interés y curiosidad por lo que encontraré. Lamentablemente solo podré quedarme muy pocos días y no saldré de La Paz”, contó.

En algún momento de la novela, el héroe, Gutiérrez, escucha el llamado a la guerra contra la Confederación Peruano-Boliviana. Surge el llamado, pero él no está invitado a esta nueva batalla. Inevitable, entonces, preguntarle a Franz su posición con respecto al centenario dilema marítimo que atañe a Bolivia y a Chile, y él propone la mejor de las soluciones: “Es una desgracia que nuestros países, que deberían ser hermanos bien avenidos, estén distanciados por estas viejas tragedias provocadas por los nacionalismos. Pero los escritores podemos permitirnos soñar lo que los políticos son incapaces de lograr: Yo propongo que para solucionar éste y otros problemas los países andinos deberíamos integrarnos en un solo y gran país federal. Así se acabarían las reclamaciones porque todo lo que es de uno sería de todos”.