Thursday 28 Mar 2024 | Actualizado a 15:09 PM

Retazos de lo que se desmorona

La Perra Gráfica edita ‘Señales que precederán el fin del mundo’, una novela del mexicano Yuri Herrera que, además, es un objeto de colección.

/ 13 de agosto de 2017 / 04:00

La primera escena es la última, pues en ella el piso parece abrirse bajo los pies de los personajes para tragarlos y no dejar nada. Así se abre la magnífica novela de Yuri Herrera (México, 1970), Señales que precederán el fin del mundo, en un universo alucinado —“locura telúrica”, dirá el narrador— donde todo se encuentra marcado por la violencia. Herrera es justamente conocido por ser una de las voces más potentes que trabajan este tema y se hizo de renombre con Trabajos del reino, un paródico abordaje al narcocorrido que le valió los elogios de la crítica. En esta nueva propuesta, que llega de la mano de la Perra Gráfica, la fuerza de la escritura es innegable y nos sumerge de buenas a primeras en un mundo propio que, si bien es el México de hoy en día, también es una distopía, un espacio que no existe más allá de las palabras. El Pueblo, la Ciudadcita, el Gran Chilango, son solamente algunos de los lugares que tendrá que recorrer la protagonista, una astuta muchacha llamada Makina, a través de un periplo que la lleva al otro lado de la legendaria frontera con el país vecino.

Súbitamente, la realidad se deforma y se va convirtiendo en mito ya que la búsqueda de su hermano perdido se torna en una exploración del inframundo. En efecto, cada uno de los nueve capítulos recrea una sección del famoso Mitclán, aquel lugar de cerros de obsidiana y cruentos sacrificios, en medio de una travesía que también es, en cierta medida, una iniciación. Sin embargo, en estos recovecos no existen dioses sino misteriosos personajes que se presentan bajo nombres casi kafkianos: Dobleú, el señor Pe o el temible Hache, todos simples siluetas carentes de corporeidad. A pesar de esto, la joven e intrépida Makina nunca trastabilla ante estos seres amorfos y, más bien, entabla complicidades con ellos, siempre llevando sus recados.

Makina se precia de hablar numerosas lenguas para entenderlos y ayudarlos a comunicar entre ellos, yendo del “latino” al “gabacho” y condimentando ambas con sus propias expresiones. Lo cierto es que el libro también crea su propio idioma, uno capaz de aprehender la confusión apocalíptica de este viaje, pues el estilo que construye Yuri Herrera está hecho a partir de cortes rápidos, de una incesante jerga y de una sintaxis sincopada que representan una hipotiposis perfecta, es decir una impecable representación, a través de la palabra, de este mundo en constante movimiento.

Señales es pues una novela de la alteridad y de la extrañeza pero también una exploración de la frontera. El idioma se moldea a partir de este entre dos en el que se mueve la protagonista y, de manera sutil, nos proporciona una densa reflexión sobre la migración y la otredad. En efecto, Makina se maravilla cuando se encuentra entre mexicanos y estadounidenses, cada uno muy distinto del otro, pero ambos unidos a través de una “lengua intermedia”, creando su propio idiolecto. “Es el mundo sucediendo nuevamente”, se dice para sí misma la muchacha, “prometiendo otras cosas […], produciendo objetos distintos”. Aunque sin ser político ni ideológico, el libro transmite un fuerte mensaje a través de esta chica, fuerte e insolente, que, frente a un bien-pensante policía “gabacho”, decide escribir una suerte de poema para afirmar la existencia de “nosotros, los bárbaros”.

Las ilustraciones de Óscar Zalles complementan a cabalidad el conjunto. Los retazos de la escritura parecen unirse con aquellos que aparecen en los grabados. Makina corre, pequeña y con su trenza al viento, llevando sus recados en medio de un caótico universo y vigilada por una imponente calavera. En todos, la luna y las estrellas refulgen sobre el ominoso desierto del altiplano mexicano, metiéndonos en los paisajes de Yuri Herrera donde la muerte es reina y señora. Y a la vez, este maravilloso libro, una joya más del catálogo de la Perra Gráfica, nos da la ilusión, como dijera el narrador de la novela, de algo “irrepetible, precioso y frágil”.

Señales que precederán el fin del mundo es entonces un verdadero acierto editorial que viene a acompañar muchos otros títulos fundamentales para comprender la literatura latinoamericana actual que nos propone la Perra Gráfica (pienso, por ejemplo, en la magnífica edición de Flores de Mario Bellatín). Con esta última publicación, este taller y editorial se consolida como un proyecto de referencia que, además de proporcionar al lector textos de calidad, ofrece a su público preciosos objetos de colección que en el futuro serán invaluables.

Temas Relacionados

Comparte y opina:

Retazos de lo que se desmorona

La Perra Gráfica edita ‘Señales que precederán el fin del mundo’, una novela del mexicano Yuri Herrera que, además, es un objeto de colección.

/ 13 de agosto de 2017 / 04:00

La primera escena es la última, pues en ella el piso parece abrirse bajo los pies de los personajes para tragarlos y no dejar nada. Así se abre la magnífica novela de Yuri Herrera (México, 1970), Señales que precederán el fin del mundo, en un universo alucinado —“locura telúrica”, dirá el narrador— donde todo se encuentra marcado por la violencia. Herrera es justamente conocido por ser una de las voces más potentes que trabajan este tema y se hizo de renombre con Trabajos del reino, un paródico abordaje al narcocorrido que le valió los elogios de la crítica. En esta nueva propuesta, que llega de la mano de la Perra Gráfica, la fuerza de la escritura es innegable y nos sumerge de buenas a primeras en un mundo propio que, si bien es el México de hoy en día, también es una distopía, un espacio que no existe más allá de las palabras. El Pueblo, la Ciudadcita, el Gran Chilango, son solamente algunos de los lugares que tendrá que recorrer la protagonista, una astuta muchacha llamada Makina, a través de un periplo que la lleva al otro lado de la legendaria frontera con el país vecino.

Súbitamente, la realidad se deforma y se va convirtiendo en mito ya que la búsqueda de su hermano perdido se torna en una exploración del inframundo. En efecto, cada uno de los nueve capítulos recrea una sección del famoso Mitclán, aquel lugar de cerros de obsidiana y cruentos sacrificios, en medio de una travesía que también es, en cierta medida, una iniciación. Sin embargo, en estos recovecos no existen dioses sino misteriosos personajes que se presentan bajo nombres casi kafkianos: Dobleú, el señor Pe o el temible Hache, todos simples siluetas carentes de corporeidad. A pesar de esto, la joven e intrépida Makina nunca trastabilla ante estos seres amorfos y, más bien, entabla complicidades con ellos, siempre llevando sus recados.

Makina se precia de hablar numerosas lenguas para entenderlos y ayudarlos a comunicar entre ellos, yendo del “latino” al “gabacho” y condimentando ambas con sus propias expresiones. Lo cierto es que el libro también crea su propio idioma, uno capaz de aprehender la confusión apocalíptica de este viaje, pues el estilo que construye Yuri Herrera está hecho a partir de cortes rápidos, de una incesante jerga y de una sintaxis sincopada que representan una hipotiposis perfecta, es decir una impecable representación, a través de la palabra, de este mundo en constante movimiento.

Señales es pues una novela de la alteridad y de la extrañeza pero también una exploración de la frontera. El idioma se moldea a partir de este entre dos en el que se mueve la protagonista y, de manera sutil, nos proporciona una densa reflexión sobre la migración y la otredad. En efecto, Makina se maravilla cuando se encuentra entre mexicanos y estadounidenses, cada uno muy distinto del otro, pero ambos unidos a través de una “lengua intermedia”, creando su propio idiolecto. “Es el mundo sucediendo nuevamente”, se dice para sí misma la muchacha, “prometiendo otras cosas […], produciendo objetos distintos”. Aunque sin ser político ni ideológico, el libro transmite un fuerte mensaje a través de esta chica, fuerte e insolente, que, frente a un bien-pensante policía “gabacho”, decide escribir una suerte de poema para afirmar la existencia de “nosotros, los bárbaros”.

Las ilustraciones de Óscar Zalles complementan a cabalidad el conjunto. Los retazos de la escritura parecen unirse con aquellos que aparecen en los grabados. Makina corre, pequeña y con su trenza al viento, llevando sus recados en medio de un caótico universo y vigilada por una imponente calavera. En todos, la luna y las estrellas refulgen sobre el ominoso desierto del altiplano mexicano, metiéndonos en los paisajes de Yuri Herrera donde la muerte es reina y señora. Y a la vez, este maravilloso libro, una joya más del catálogo de la Perra Gráfica, nos da la ilusión, como dijera el narrador de la novela, de algo “irrepetible, precioso y frágil”.

Señales que precederán el fin del mundo es entonces un verdadero acierto editorial que viene a acompañar muchos otros títulos fundamentales para comprender la literatura latinoamericana actual que nos propone la Perra Gráfica (pienso, por ejemplo, en la magnífica edición de Flores de Mario Bellatín). Con esta última publicación, este taller y editorial se consolida como un proyecto de referencia que, además de proporcionar al lector textos de calidad, ofrece a su público preciosos objetos de colección que en el futuro serán invaluables.

Temas Relacionados

Comparte y opina:

Últimas Noticias