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Renacer y auge de la música de Pedro Ximénez Abril y Tirado

La figura de Pedro Ximénez (Arequipa, 1784 – Chuquisaca, 1865) ha saltado a un primer plano en el estudio de los repertorios históricos de América del Sur en los inicios del siglo XXI, aunque ya fue reconocida por músicos de su tiempo y posteriormente, en especial la música para guitarra en Perú. En realidad la mayor parte de la obra se encontraba desaparecida, y solo a partir de 2006, cuando el historiador William Lofstrom dio la voz de alarma —acerca de una gran cantidad de partituras que era ofrecida a la venta por particulares—, fue adquirida por el Archivo Nacional de Bolivia (ABNB)*, como ya había ocurrido en 2004. El cúmulo de valiosos materiales requería de un ordenamiento y catalogación completos.

No fue una novedad sino un reconocimiento el “descubrir” que Ximénez había sido una figura mayor en América del Sur. Sus contemporáneos lo dijeron claramente, desde José Bernardo Alzedo, músico peruano que vivió en Chile, quien cita a Ximénez en su Filosofía elemental de la música (1869) como uno de los grandes compositores de América, admirado por sus sinfonías y conciertos de violín.

Es necesario aclarar de inicio que la gran obra de Ximénez se debe mayoritariamente a la música europea, pero en medio de las notas musicales de algunas de sus obras, algún cuarteto y divertimiento por ejemplo, habían ingresado aires andinos, además de los celebrados yaravíes, algunos publicados. El guitarrista Gabriel Schebor, que difunde algunas de sus obras en YouTube, dice: “Hasta ahora, por lo que yo sé, este es el primer ejemplo de música nacionalista latinoamericana. Y se remonta a la década de 1830 […] La aventura comienza en el Allegreto”. Se refiere al Divertimiento op. 43 4º movimiento.

Cuando salió de Arequipa, invitado por el presidente de Bolivia Andrés de Santa Cruz en 1833, Ximénez era considerado el mayor compositor de Perú. Su fama ya había arribado a Chuquisaca, un año antes de su llegada, cuando su obra fue interpretada por músicos extranjeros en un concierto. El periódico El Iris de La Paz (16-3-1833) felicita a Chuquisaca por la adquisición de este hombre ilustre de admirables y brillantes composiciones, ponderadas y aplaudidas en la misma Europa. “Nos es grato saludar al señor Tirado como al Rossini de Sud América”. El Semanario de Bolivia de la capital, respondió de inmediato (19-3-1933) con una frase que resultó profética: “Entre los compositores modernos podemos contar [como] el primero al americano Pedro Ximénez Tirado, cuyas invenciones se han anticipado en el tiempo, y cuya gloria será tal vez mayor dentro de cien años”. En efecto, su famosa colección de 100 minués para guitarra había sido impresa en París en 1844, e interpretada en Europa por largo tiempo, aunque después su música se había eclipsado.

La sentida nota publicada a su fallecimiento en el periódico La Nueva Era de Chuquisaca (15-6-1856) ofreció numerosos detalles sobre su formación, conocimiento y su enormísima obra.

El viaje de Ximénez a la capital de Bolivia, según José Manuel Izquierdo, hace “inevitable pensar que la elección de Pedro Ximénez como músico central de la vida de la ciudad de Sucre dentro del gobierno de Andrés de Santa Cruz, además de ser visionaria y elocuente, es profundamente política en un sentido simbólico. Se trataba, claro está, del más reconocido compositor peruano, siendo trasladado al centro de un nuevo ideal de un Perú y Bolivia unificados bajo el mando de Santa Cruz. De alguna manera, en sí mismo y su carrera, Ximénez simbolizaba el sueño de Santa Cruz, unificando el sur de Perú con Charcas”.

El maestro se instala en la ciudad de Chuquisaca con un alto salario, no solo como Maestro de Capilla de la Catedral sino como catedrático de música del renombrado colegio Junín y de las Educandas. Habita en esa ciudad hasta su fallecimiento en 1856, dejando un conmovido grupo de discípulos y un legado que será escuchado 150 años después. Después de la partida del Mariscal Santa Cruz con cambios de los gobiernos bolivianos, Ximénez ya no contó con el apoyo de su benefactor y perdió el magisterio en los establecimientos educativos, quedando solamente al frente de la Orquesta de la Capilla de la Catedral, donde difundió su arte entre músicos, que más tarde habrían de continuar ese camino, entre ellos, el abuelo y el padre de Simeón Roncal.

La catalogación fue realizada por el musicólogo Carlos Seoane Urioste y después, una catalogación crítica por el musicólogo chileno José Manuel Izquierdo (2015). Al difundirse este último trabajo, el interés de musicólogos e intérpretes de los países vecinos se ha incrementado pues se han realizado transcripciones y reconstrucciones de partituras musicales.

Antes, entre 2006 y 2008, intérpretes bolivianos ya habían ofrecido tres conciertos en Sucre y La Paz y uno en Arequipa, previa investigación y transcripción de más de 30 canciones y piezas para piano realizadas por músicos del Conservatorio Nacional. Estos manuscritos permanecen en colecciones privadas vendidas en la ciudad de La Paz. Los resultados fueron presentados en la Reunión Anual de Antropología (RAE, La Paz, 2007).

“Hoy cuando su música vive un creciente renacer y auge” —dice Izquierdo—, pese a que aún queda trabajo por realizar en cuanto a su biografía (año de nacimiento), al ordenamiento y valoración de su obra, se han publicado algunos artículos con información desconocida y varios grupos de cámara y solistas de guitarra de los países vecinos ofrecen al público varias de sus composiciones que pueden ser escuchadas on line.

El guitarrista Gabriel Schebor y un grupo de cámara presentó en el Museo Histórico Nacional (Buenos Aires, 2014) el Divertimiento op. 43 4º movimiento del Maestro Ximénez. Schebor dice de él: “Fue probablemente el más importante, creativo y prolífico compositor latinoamericano de la primera mitad del siglo XIX. Guitarrista, violoncelista, maestro de capilla, compuso cerca de 50 sinfonías, 20 cuartetos de cuerdas, 47 misas, motetes, salmos, canciones, y más de 150 obras para guitarra (solista y en conjunto)”.

La Orquesta de Cámara Calíope de la ciudad de Arequipa interpretó el Quinteto Concertante en fa menor Op 38 de Ximénez en 2015, en la Pinacoteca del Monasterio de Santa Catalina de Siena. En abril de 2016, en el XI Festival de Música Renacentista y Barroca Americana Misiones de Chiquitos en Tarija, la Orquesta Sinfónica Departamental estrenó la Sinfonía 40 de Ximénez en la Basílica Menor de San Francisco.

*William Lofstrom, Rescate de una Valiosa Obra Musical en Chuquisaca, Revista de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia, N° 40. 2006.
El Ensamble Música boliviana del siglo XIX y XX —formado por la mezzo soprano Beatriz Méndez, los pianistas Sachiko Sakuma y Masaru Sakuma, y Roxana Tapia, investigadora—; por otra parte, los jóvenes chuquisaqueños Harold Beisaga, guitarrista; Sonia Taboada y Roberto Sahonero, canto y Cecilia Giménez, piano, ofrecieron conciertos en la Corte Suprema de Justicia, la Cancillería de la República y el Hotel Presidente. En este último escenario, con la participación de la pianista María Antonieta García Mesa de Pacheco, quien interpretó las obras para piano, se lanzó el primer disco boliviano dedicado al gran músico, grabado por Discolandia. El grupo partió luego a la ciudad de Arequipa. La coordinación estuvo a cargo de Beatriz Rossells.