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Andrés Ramírez: ‘Abraham siempre vuelve’

El cineasta ecuatoriano Andrés Ramírez llegó a La Paz para cerrar un ciclo de duelo, para buscar saldar una deuda consigo mismo y con su amigo Abraham Mamani Bojórquez (Ukamau y ké). Este es el hilo narrativo de Ukamau y ké, el largometraje documental sobre el rapero aymara. La película se verá el viernes 13 de octubre a las 19.00 en la Casa de las Culturas Wayna Tambo (Villa Dolores calle 8, N° 20, El Alto).

— ¿Cómo surgió la película?

— En mayo de 2009 me enteré por un artículo de internet de que Abraham había fallecido y me comuniqué con mis hermanos de la radio Wayna Tambo. Ellos me confirmaron que había sido un deceso desafortunado, pero no me pudieron explicar bien qué sucedió. Fue muy frustrante no poder venir a Bolivia y creo que eso es algo que quedó en deuda, una sensación de duelo no presente, porque éramos buenos amigos.

Abraham y yo nos conocimos en Venezuela, en 2005, en un encuentro mundial de agrupaciones de hip hop con contenido social, hip hop de protesta. Yo fui en representación de un colectivo al que pertenecía, Dos Balas, con el que hacíamos hip hop en quechua y en español. Al verlo, me llamó la atención el estilo andino y rapero que tenía, porque nosotros siempre estamos con pantalones anchos y con gorra. Él tenía una vestimenta más bien de aguayo pero también su gorra de rapero y pensé “me suena a mi país”, porque nosotros en Ecuador también tenemos una vivencia con el mundo de las nacionalidades y los pueblos originarios. Así que le pregunté: “¿De dónde eres?”. Y me dijo: “Soy boliviano”. Pasamos tres días en Caracas y nos hicimos amigos.

Después visitamos nuestros países,  me hospedó en su cuartito de Senkata cuando vine en 2007. Él se quedó a dormir varias noches en la casa de mi padre en 2008, cuando fue a Ecuador como invitado de la Embajada de Bolivia, junto a otros artistas. Y como cada uno tenía su programa de radio— el mío se llamaba Rapsodia FM y el suyo El rincón callejero— nos enviábamos notas. Él reporteó los sucesos de Sucre, yo también enviaba cosas sobre lo que sucedía en Ecuador, así que estábamos en contacto constantemente. La última vez que hablamos me dijo: “Estoy muy contento, tengo una banda, he tocado con Bersuit Vergarabat en La Paz, voy a grabar otro álbum, soy muy feliz ”. Eso fue en noviembre de 2008. 

Después de la muerte de Abraham tuve varias rupturas, mi agrupación se separó, el programa de radio terminó, seguí haciendo hip hop, pero no como antes. Así que busqué estudiar cine documental, que era algo que siempre había querido y comencé a delinear lo que sería esta película.  

— ¿Cómo se escribió el guion?

— Fueron muchas horas de revisión del material de archivo y de sistematizar entrevistas, ahí logramos generar una idea nuestra, propia, del tiempo cíclico andino. En ese momento nos planteamos no contar una historia tradicional, con un inicio o un final. Nuestra idea es que Abraham siempre vuelve. Para eso rodamos en ciertos lugares que sabíamos que eran los mismos que en las imágenes de archivo, y con el montaje jugamos con la idea de que él está junto a nosotros, como si las fronteras del tiempo no existieran. Y lo planteamos desde el guion.

Otro de los puntos importantes es mi presencia como personaje dentro del documental. Se cuenta la historia de mi búsqueda por cerrar ese duelo desde Ecuador. Concluimos que el hilo conductor es la búsqueda de dos amigos, de dos hermanos con compromisos políticos y espirituales. El documental se inicia en Quito y me sigue en el viaje a Bolivia para buscar a mi amigo que falleció. Tratamos de que esta presencia sea muy moderada. No es lo central, pero tiene que ver con la estructura narrativa del guion.

— ¿Cómo fue el proceso de producción de la película?

— Comenzamos el proyecto en 2012 y demoramos cinco años en terminarlo. Ese año Xiana Yago (coguionista) y yo ganamos el fondo concursable de escritura de guion que da el Consejo Nacional de Cine de Ecuador y en 2014 ganamos el fondo de producción y posproducción, lo que nos permitió pagar gran parte del viaje a Bolivia. Llegamos aquí en enero de 2015 y rodamos hasta abril de ese año. Viajamos cuatro personas desde Ecuador: Miko Meloni (fotografía), Amanda Robalino (producción), Fabián Bolívar (asistencia) y yo (dirección). Tuvimos la colaboración de la empresa boliviana ColorFX en producción.