Bicebé, los lugares de la creación
Un recorrido por la historia del afiche, en torno a la Bienal del Cartel 2017.
Cuando los griegos hicieron la clasificación de las artes, seleccionaron seis mayores porque entendieron que allí estaba en su máxima potencialidad y esplendor la capacidad humana de creación. El arte mayor fue la poesía, porque todo poema era concebido en la cabeza y el alma y era dicho de voz. Al mismo tiempo que clasificaron las artes entendieron que los protagonistas de esa creación tenían bajo su control una amplia gama de espacios y lugares para ejercer esa creación, desde lo ordinario y cotidiano hasta la honra y homenaje de los dioses y héroes.
Desde entonces y hasta el siglo XIX, los artistas y artífices asumían todos los roles de la creación, desde pintar carteles de aviso, decorar camastros funerarios hasta realizar lienzos y murales, para templos, palacios y residencias. Con la llegada del romanticismo a principios del siglo XIX se creó la idea del artista genio y solitario y empezó un desplazamiento y especialización de los lugares de la creación.
Paralelamente se dio el inicio de una forma de arte que hoy forma parte de nuestra vida cotidiana mucho más que la pintura como arte mayor. Surgió el cartel como una necesidad de uso práctico y cotidiano, paralelo en su desarrollo, tanto al romanticismo como a la revolución industrial. La aparición del cartel como un medio para comunicar productos se hizo una realidad. Este proceso fue paralelo también a la difusión de la técnica de impresión serigráfica, procedente de China y Japón y al desarrollo en occidente de la técnica de la litografía, que posibilitaron la edición de carteles multicolores a bajo costo y sin límite real en los tirajes.
Al analizar el siglo XIX, el cartel ya era todo un medio instalado en el imaginario social. También se le conoció desde entonces por sus nombres “poster” o “afiche”, en inglés y francés, respectivamente.
El cartel, como instrumento de propaganda (política, comercial o turística), o anuncio cultural de espectáculos y eventos se hizo común desde 1870 en adelante. Su evolución e inmensa difusión le han convertido en uno de los elementos característicos del ámbito urbano contemporáneo. El cartel tiene su origen en las tablas de piedra grabadas, de los griegos, para anunciar los textos oficiales, así como también en las inscripciones publicitarias de los muros de la antigua Roma. Por otro lado, también derivan de las piedras grabadas de los chinos que por siglos eran reproducidas en papel, con poemas, pensamientos, leyes, disposiciones administrativas, etc.
El auge del cartel
Desde momentos tempranos, grandes artistas hicieron diseño de carteles. En Francia fueron Daumier, Bonnard, más tarde Tolouse Lautrec. El checo Alfons Mucha fue el gran protagonista del diseño Art Noveau. En España Sorolla y Benlliure diseñaron con frecuencia carteles taurinos.
Durante la primera década del siglo XX el cartel tuvo gran desarrollo y se introdujeron diferentes variantes técnicas como tubos luminiscentes y la fotografía, que fue introducida al cartel por Gischia en 1935. El desarrollo del cine hizo gran uso del cartel. Asimismo se desarrollaron escuelas nacionales, como la alemana, tendiendo a la abstracción; la inglesa, de tendencia retro y estilo prerrafaelita, y la del cartel estadounidense. En la segunda mitad del siglo XX el cartel chino y el cubano tuvieron gran desarrollo e importancia.
En Bolivia numerosos destacados artistas han participado en la producción de carteles, notablemente José María Velasco Maidana diseñó los carteles para sus obras: el ballet Amerindia y la película Wara Wara. Más tarde Manuel Fuentes Lira y Mario Yllanes participaron en la producción de carteles.
En el mundo actual no podríamos entender la vida urbana cotidiana sin los carteles, desde los panfletos hasta las gigantescas vallas publicitarias, aunque definitivamente mantienen un formato estándar de medio o un pliego de papel.
Hoy día es en el ámbito de los carteles, su diseño y producción, uno de los escenarios donde se ha desplazado y concentrado la creación. Pese a que es un ámbito muy acotado, y acaso por eso mismo, la creatividad se desarrolla en niveles muy altos y sofisticados. Esto se debe en parte a que en el mundo de las artes plásticas y visuales, por un lado se han diluido las fronteras entre las diversas disciplinas artísticas y, por otro, los artistas llevados en su constante búsqueda de nuevos lenguajes han ido más allá de lo imaginable hace 100 o 50 años. Transitan modas y escenarios desde lo cotidiano hasta lo hipertecnológico, perdiendo en el trayecto el sentido del arte. Muchos han querido ir ex profeso contra los lenguajes y medios tradicionales del arte y otros llevados por desesperados afanes de novedad, que las más de las veces han terminado en repetidas novelerías.
El cartel hoy es una clara manifestación de la creatividad artística contemporánea. Las más de las veces son obras más o menos colectivas resultantes de las transacciones entre los requerimientos y necesidades de los clientes y la capacidad de los diseñadores y creativos de transmitir los mensajes de manera clara, concisa, directa y original. Por todo eso el cartel se ha convertido en uno de los escenarios de la creación artística contemporánea. No podemos concebir la vida actual sin los carteles donde la creatividad nos sorprende cada día.