Existen muchas razones por las que Star Wars es importante para tantas personas a 40 años del estreno de su primer episodio y sería difícil resumirlo en una sola razón. Por eso comparto mi relación con la saga y cómo la princesa Leia se convirtió en mi vínculo permanente.

La primera vez que supe de la existencia de esta película fue por una revista Vanidades en 1977 en la que se destacaba la frase: “La primera princesa que se defiende a sí misma”. En ese momento vivía en la casa de mi tía en Chile y no podíamos ir al cine, así que normalmente no me fijaba mucho en los estrenos y menos me interesaba por el contenido de las películas, pero por algún extraño motivo me quedé con el título La guerra de las galaxias resonando en la cabeza.

En enero de 1978 retorné a La Paz con mis padres y pregunté si alguien vio esta película: nadie sabía contestarme ni decirme si ya la habían estrenado. El único medio que podía darme noticias al respecto era la prensa del momento y nadie anunciaba nada antes de un mes. Cuando me resigné a no verla, en abril de ese año aparecieron noticias de la película La guerra de las galaxias, que fue estrenada a mediados del mes. Realicé campaña en mi casa para poder ir a verla al cine con mis padres y aunque a mi papá le pareció muy fantástica, para mí fue increíble: no podía dejar de pensar en ella. En mi casa no se repetían películas, por lo que no pude verla otra vez. Ese año aparecieron algunos juguetes, pero no se parecían a los personajes de la película y no me gustaban, pero me compraron una novelización de la película que leí un par de veces y como me imaginaba cada escena con todos los detalles de la película, durante varios años creí que Luke pasaba dos veces por el canal de ataque de la Estrella de la Muerte, la primera vez confiando en la computadora de a bordo, lanzamiento que falla y la segunda vez usando la fuerza, logrando destruir la Estrella de la Muerte. Varios años después, cuando ingresé al club pude verla en VHS por primera vez y faltaba la primera pasada. Esa vez no pregunté, todos parecían saber tanto que no me animé. Después de un par de proyecciones me atreví a preguntar, y me aclararon que en la película nunca hubo dos pasadas, solo era una, me parecía increíble, pero era así.

Y así, cada uno de nosotros, tiene una historia similar. Los más jóvenes con las precuelas (Episodios I al III) y los aún más jóvenes con las nuevas películas. Todos compartimos el instante mágico en el que Star Wars cambió nuestras vidas. Nos llevó a “una galaxia muy, muy lejana” y nos ayudó así a entender de una manera diferente nuestra realidad, muchas veces complicada o atribulada.

Star Wars no hubiese sido lo mismo sin Carrie Fisher. La princesa Leia encarnaba justo lo que aquella revista de Vanidades decía: “La primera princesa que se defiende a sí misma.”

Cómo olvidar cuando Leia “es rescatada” por Luke, a quién de entrada le dice pequeño y a quien ella dirige hacia la salida; cómo se para frente al experimentado contrabandista y sin miedo alguno, le dice lo que piensa de él; cómo agarra un blaster y sale a la defensa de sus amigos y su propia vida. Diálogos maravillosos, un personaje entrañable. La Princesa que pierde su hogar y su familia casi inmutable, que lidera una rebelión galáctica, que ama, sufre y llora. Una mujer íntegra.

Cuando Carrie Fisher murió, murió en parte también esa sensación que nos regaló la princesa Leia, de ser invencible. Sin embargo, en el mundo de Star Wars se dan espacios para soñar que somos parte de ese universo y esto nos anima a hacer pequeñas diferencias en el mundo que nos toca ver día a día.

  • Soledad Doren es presidenta de star wars fan Club Bolivia