Nuestro sueño cumplido
El proceso que se siguió para que la Unesco declare a la fiesta Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Los recorridos rituales en La Paz, durante la Alasita fue inscrito en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco este 6 de diciembre en la isla de Jeju, Corea del Sur. Esta decisión, sin observación alguna, se tomó en la XII Reunión del Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, realizado entre el 4 al 9 de diciembre de 2017.
Rememorar los pormenores en torno a la postulación de la Alasita nos retrotrae a las dificultades por las cuales atravesó el Comité Impulsor. Por ejemplo, la inclusión del “nombre del elemento” tal cual describe la Convención de Salvaguarda ha tenido una serie de transformaciones a lo largo de estos años, principalmente porque deberíamos evitar las posibles observaciones de los países miembros. Pero a su vez, teníamos alternativas como “Alasita”, “Alasitas”, “Las Alasas” (término especialmente utilizado por los jóvenes), “Festividad de las Miniaturas”, “Festividad de la Fertilidad y abundancia” o finalmente la “Festividad del Ekeko”, designaciones inscritas en el formulario y que permiten determinar la amplitud de esta ritualidad andina, en sus contextos urbanos y rurales, y no solamente paceños.
Es pertinente reconocer la iniciativa del Gobierno Autónomo Municipal de La Paz (GAMLP), que como proyecto de designación de la urbe paceña como “Capital Iberoamericana de la Cultura 2009” planteaba la necesidad urgente de declarar a la Alasita como patrimonio intangible. Por esta razón desde junio de 2008 se comenzó con la tarea de realizar un trabajo investigativo de “sustento y base histórica, documental antropológica para la elaboración de la carpeta de postulación”.
En este año y por solicitud de la entidad edil, el Museo Nacional de Etnografía y Folklore (Musef) —dependiente de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia (FCBCB) como repositorio nacional— se hizo partícipe de esta actividad junto con especialistas del municipio, la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) y el Ministerio de Culturas y Turismo como el órgano rector y titular ante la Unesco. Casi inmediatamente se aliaron a esta causa la Fundación Cajías, CEDECA, el Consejo Departamental de Culturas, el Gobierno Autónomo Departamental de La Paz (GADLP) y evidentemente la Federación Nacional de Artesanos Expositores de Navidad y Alasitas (Fenaena).
A partir de este momento comenzó una tarea permanente de compromiso y responsabilidad consecuente que permitió madurar la idea, modificando paulatinamente los términos y sentidos del documento de acuerdo con los requerimientos del organismo internacional. Se hicieron revisiones bibliográficas, trabajos de campo en todo el entorno de las ciudades de La Paz y El Alto, mapeos, registros audiovisuales por aire y tierra, listas de bienes culturales (resguardadas en instituciones del Estado y del Municipio), además de listados de publicaciones bibliográficas y documentales con relación al tema y varios videos.
Largas sesiones de discusión, acuerdos y desacuerdos permitieron fructificar la idea de la postulación, pero con el inconveniente de contar con un número limitado y cuantificado de palabras por acápite que deberían llenarse en el formulario de la Unesco. Además el documento debería estar acompañado reducidamente por 10 fotografías de la festividad y un video que no superará también los 10 minutos.
La tarea era gigantesca, ya que una tradición milenaria (Tiwanakota), que adquirió rasgos coloniales después de los dos cercos a La Paz (comandados por Túpac Katari) permitió su visibilización en los entornos coloniales y provocó su transformación acelerada hasta nuestros días, con un contenido histórico, antropológico, arqueológico y lingüístico abundante, que debía ser resumida al extremo.
Es decir, ¿cómo sintetizar en un documento de 13 páginas este tipo de actividad de carácter masivo? Somos conscientes de que el 24 de enero de cada año, al medio día Chuquiabo Marka prácticamente se paraliza en torno a una ritualidad común, por el lapso de aproximadamente dos horas, donde pobladores y artesanos describen con su accionar una festividad viva y masiva, en permanente renovación en sus formas pero no en sus contenidos. ¿Cómo reducir en miles de palabras una dinámica inmensamente fabulosa? ¿Cómo explicar en unas cuantas imágenes los sentidos, olores, colores, creencias, actitudes… construcciones sociales múltiples?
Había que considerar además que las postulaciones a la Unesco deben ser traducidas al inglés o francés como requisito fundamental, por esta razón el número de palabras del castellano traducidos a uno de estos idiomas también variaba, aspecto que debía ser respetado meticulosamente, ya que sobrepasar los límites aunque sea mínimamente provocaría su observación y/o rechazo. Además se tenían que cumplir dos requisitos más, que eran las declaratorias del “elemento” como patrimonio nacional o local; acertadamente tanto el Gobierno nacional como los gobiernos departamentales y municipales, se había ocupado por reconocer a esta Feria como Patrimonio Cultural, en 2004, 2008 y 1998 respectivamente.
El último requisito, pero el más importante, era la comunidad, el actor social directo de la actividad… Fenaena. Casi permanentemente los artesanos habían acompañado las reuniones de postulación pero se necesitaba un documento físico de respaldo. En una reunión masiva el 29 de diciembre de 2014 se realizó el “Taller de Identificación del Elemento y Acciones de Salvaguarda de la Alasita para su inscripción en la lista representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial”, donde todos los sectores de la Alasita firmaron su apoyo pleno a esta necesidad de validar su memoria oral, sus actividades, sus recorridos. Es decir, “fue el principio del fin”. El 30 de septiembre de 2016 se envió la última postulación a la Unesco.
La idea se generó hace nueve años en torno a la primera designación de La Paz como Capital Iberoamericana de la Cultura, y como producto de este esfuerzo, en esta segunda designación para el 2018, la urbe celebrará ser la capital de la Alasita como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Quedará como tarea y responsabilidad del Ministerio de Culturas y Turismo realizar los reconocimientos a los actores sociales de este proceso y a los cuales se sumaron otros más a partir del 2015. Pero además está latente el gran desafío, para todas las entidades involucradas, el fortalecimiento y la salvaguarda de este Patrimonio que en base a investigaciones, rescates de tradición oral y transmisión a los nuevos actores sociales deberán fortalecer este reconocimiento y consolidar las identidades locales.
Los recorridos rituales de la Alasita
Cleverth Cárdenas / investigador y literato
La declaratoria de Patrimonio Cultural Inmaterial de parte de la Unesco implica una compleja elaboración de un documento de postulación. Colaboré con el Comité Impulsor en la redacción y revisión del documento final, que es el resultado del trabajo de un equipo multidisciplinario y multiinstitucional, encabezado por Beatriz Loza.
No es posible declarar patrimonio a toda una práctica cultural a secas, aquello que la Unesco busca es que se postulen prácticas valiosas para la humanidad, que deben aparecer como únicas y especiales, aquellas que en lenguaje técnico se definen como el objeto de postulación. Volviendo sobre el punto, los actores sociales que intervinieron en este caso en particular, decidieron que el objeto que se postule sea: los recorridos rituales de la Alasita.
Los recorridos implican toda una práctica cultural, heterogénea, diversa. Digamos que cada paceño recorre la feria de la Alasita a su modo. Sin embargo, hay patrones que se repiten. Las miniaturas que se comercializan en la feria son eso, casi juguetes. Solo adquieren carácter de objeto sagrado cuando pasan por un rito, sea el sahumerio de un yatiri, la bendición de un sacerdote o la ch’alla familiar. Recién se transfigura a la miniatura en illa.
La illa es un amuleto en miniatura que se usaba en el prehispánico, se le confería un valor simbólico, pues aquello que representaba se iba a realizar. Los diferentes recorridos tienen que ver con la ritualidad que implica la búsqueda, la compra, la bendición del objeto y un cierre mediado de alguna forma por la alimentación.
La Alasita es una tradición arraigada en el imaginario de toda la población paceña, que se fue extendiendo a otros lugares del país, trascendiendo fronteras.
No se trata solamente de comercializar miniaturas, sino de toda una práctica ritual. Los recorridos de la Alasita, que son los que fueron nombrados patrimonio, se refieren al modo como los paceños transitamos la fiesta para cumplir o realizar este rito cíclico que se repite todos los años.
- Milton Eyzaguirre Morales es antropólogo e investigador