Olivia Laing: ‘Hay que combatir el estigma que rodea la soledad’
La autora inglesa se acerca en su segundo trabajo al entorno de los artistas solitarios y alcohólicos.
Por el río Ouse, donde ella nadaba en verano y Virginia Woolf se suicidó, discurrió el comienzo de la carrera literaria de Olivia Laing (Reino Unido, 1977), una de las voces más interesantes del panorama literario anglosajón actual. Laing dejó su trabajo como periodista hace ocho años y emprendió su primer viaje narrativo en torno a la autora de Las olas, mezclando pasado y presente, paisaje y literatura en To the River: A Journey Beneath the Surface (Canongate). Ese mismo camino, un deambular por historias en las que se cruzan análisis, datos, lecturas y la experiencia real y directa, desembocó en un segundo libro, El viaje a Echo Spring (Ático de los Libros), en el que esta ensayista trazó una ruta por EEUU para desentrañar la relación tóxica de media docena de escritores con el alcohol. El título lo tomó de una frase de la obra de teatro La gata sobre el tejado de zinc, un eufemismo para referirse al mueble bar en el que se ahogaron y desahogaron desde Hemingway hasta Cheever, pasando por Tennessee Williams, Raymond Carver, John Berryman y Scott Fitzgerald.
“Es distinto estar a solas y sentirte solo. La soledad a la que yo me refiero tiene que ver con querer compartir tu intimidad y tener una relación que no tienes. Esto no depende de cuánta gente te rodea”, explica sentada en el sofá de su casa de Cambridge. “La verdadera cura para la soledad son dos cosas. Por un lado, deshacerte de la vergüenza y entender que no hay nada malo en sentir que deseas tener más amor. Por otro, empezar a construir relaciones, divertirte y jugar”.
— Como ocurre con la pena o la alegría, ¿la soledad es intrínseca a la condición humana?
— Es inevitable sentirse solo en algún momento de la vida. Sin embargo, hoy tratamos ese sentimiento como algo aterrador. La soledad surge a partir de cosas como mudarse de casa, cambiar de trabajo o perder a un ser querido. Por eso hay que normalizarlo, y combatir el estigma y la vergüenza que rodea la soledad.
¿Qué caracteriza a la soledad en el mundo actual?
— Las redes sociales e internet hacen que la gente sienta que el resto del mundo tiene una vida social mucho mejor que la suya. Te parece que los demás siempre están en sitios preciosos rodeados de amigos, y todos ríen. Tu vida te parece un fracaso.
— La experiencia de estar solo, ¿es distinta para una mujer que para un hombre?
— Hay algo heroico en la figura del hombre solitario, como en las películas de Bogart, el hombre solo en la ciudad de Hitchcock, es cool. Una mujer sola, sin embargo, levanta sospechas, tiene un halo de fracaso. Es tremendo, pero hay algo cultural que nos hace ver a una mujer sola como alguien que no ha conseguido triunfar. Es tóxico.
— Trae parte de su experiencia personal a sus libros. ¿Cómo decide qué incluir?
— Son escritos muy personales. Hubiera sonado falso escribir sobre alcoholismo y no decir que el motivo por el que estaba desesperada por entender aquello era porque lo vi de cerca, crecí en una casa con una persona alcohólica y aquello me marcó. Escribir una historia cultural de la soledad explorando la vida de otros sin decir que yo también había pasado por eso sería hacer trampa. Además, usar la primera persona te permite conducir al lector por vericuetos, ayuda a construir la historia.
— Al hablar de la soledad como una dificultad para comunicarse escribe sobre Andy Warhol, un artista muy gregario y reservado, pero ¿solitario?
— Hay una especie de ansiedad subterránea en torno a la comunicación. Pasé por un momento en que me resultaba complicado comunicarme verbalmente, no entendían mi acento en Nueva York y aquello me aislaba aún más. Vi unos videos en los que Warhol intenta hablar directamente al entrevistador, pero susurra al oído de otra persona. Ahí vi reflejado lo solo que te sientes al no tener claro que otra gente podrá oírte y entenderte. Empecé a pensar sobre cómo los artistas usan los objetos que crean para comunicarse. Hacen una pieza y la mandan al mundo para hablar de una manera que cara a cara no podrían. Construyen otra forma de intimidad. En el caso de Warhol, uno podría pensar que tiene más que ver con la extrema timidez que con estar solo.
Pero si eres tímido, puedes acabar solo. La gente aceptó a Warhol, le querían; sin embargo, él no lograba tener la relación de amor que deseaba. No era capaz de dejar que la gente se acercara o de acercarse él, mantuvo su distancia, y aquí surge la tecnología, las grabadoras, cámaras y polaroids que usó para atraer a la gente. Muchos querían que les fotografiara o grabara Warhol y esto le permitió estar escondido detrás de la cámara, mantenerse en un espacio seguro donde nadie le iba a rechazar. Warhol fue pionero en el uso de la tecnología como escudo que hoy vemos a todas horas.
— Se detiene en varios parias que vivieron en los márgenes como Valerie Solanas o David Wojnarowicz. ¿Por qué etiquetarlos como solitarios?
— Ellos se definen así. El caso de David ilustra las distintas maneras en que alguien puede acabar solo y aislado. Tuvo una infancia llena de abusos y es gay en un mundo homofóbico. Así que esta soledad estructural y política a causa de su sexualidad está separada de su experiencia en la infancia. En el mundo del arte encuentra una comunidad, pero pronto contrae el sida. A través de esta enfermedad llega el estigma social y político. La soledad va más allá de que una persona se sienta triste: la sociedad echa a alguna gente fuera y no asume la responsabilidad. En este caso es el sida, pero se podría decir lo mismo de los refugiados o la gente sin hogar. Cualquier grupo que queda demonizado experimenta niveles increíbles de soledad.
— Escribe sobre el deseo de romper con la tiranía del mundo físico.
— Trataba de analizar los motivos por los que nos sentimos tan atraídos por el mundo de internet aunque sabemos que no es muy satisfactorio. Ahí nos encontramos a salvo. Las interacciones físicas implican un peligro que como especie tratamos de evitar. Muchos de los diseños tecnológicos son maneras de evitar las realidades físicas.
— ¿Cómo afecta el mundo mediado por pantallas al arte que se está produciendo?
— Se hacen muchas cosas horribles. Pero también es cierto que en esta era la gente está atenta a un tipo de belleza que a veces es narcisista y superficial, pero otras veces es maravillosa. Pensar que tantos quieren tomar fotos bonitas, conservarlas y compartirlas tiene algo de utópico, no es solo infernal. Me gusta mirar las instantáneas de jóvenes que se están disfrazando todo el rato. ¿En qué es esto distinto del trabajo de la artista Cindy Sherman?