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‘La búsqueda’ cuenta más

Uno va al teatro al estreno de una obra con director y dramaturgo novel y elenco quasi-debutante. Uno, después de la lluvia, llega con pocas esperanzas, abundantes dudas, ninguna certeza. Entonces, uno se tropieza con La búsqueda del elenco La perra de la cloaca y se encuentra con un público (los 30 de siempre) formado por amigos, familiares y conocidos de la muchachada teatral. Incluso hay un ramillete de flores para la ocasión.

Más tarde, otra vez bajo la lluvia mientras patea la ciudad, uno se vuelve a preguntar: ¿por qué el pequeño universo del teatro está tan fragmentado? ¿por qué las roscas van a apoyar a los suyos y casi nunca se dejan ver en las obras de los otros? ¿por qué el teatro es un ave de paso para muchos hombres y mujeres que se atreven a pisar un escenario en sus años mozos para luego dedicarse a cosas más “serias”? ¿por qué los espacios de formación y creación son tan escasos? ¿el actor, la actriz nacen o se hacen?

La búsqueda, escrita y dirigida por el joven Julio Benítez, se estrenó el primer sábado de febrero en el paceño Teatro Municipal de Cámara (Genaro Sanjinés casi Indaburo) después de un recorrido de preparación en Panorama Sur, un programa de intercambio, formación y asesoría con sede en Buenos Aires. La obra, moralista y con final trillado, versa sobre la amistad y la angustiosa adolescencia (“crecer duele”, dice uno de los personajes).

La búsqueda, con un guion endeble, habla de la ciudad de La Paz y sus mundos subterráneos de fiestas y bloqueos. Contrapone media docena de personajes con diferentes orígenes de clase, género y raza en un intento fallido de sacar los trapitos sucios (sexismo, machismo, clasismo, homofobia, misoginia) al sol. Benítez abarca mucho y aprieta poco, defecto típico de (obra) principiante. Y su elenco no colabora. Quizás porque la formación y el talento no se aprenden per se en la academia. Quizás porque falta trabajo, dedicación y constancia. Es fácil decirlo cuando ni siquiera las condiciones están dadas, quizás.

Uno vuelve al teatro siendo consciente de todo esto. Uno igual camina bajo la lluvia con la ilusión de descubrir, tal vez, alguna perlita en el medio del barro. La búsqueda arranca con sus dos personajes principales (dos adolescentes mujeres interpretadas de manera plana y estereotipada por Wara Rojas Humérez y Alejandra del Carpio) y los más oscuros presagios se cumplen. Pero cuando uno mira el reloj —temiendo que falte harto para que se cumplan los 50 minutos de rigor— aparece con desparpajo un actor joven y la espera se hace menos desesperante. Uno sabe entonces que con el paso de los años La búsqueda será recordada como el inicio de un final, como un ensayo de aprendizaje y hallazgos, como una obra que debutó un sábado lluvioso de febrero, como la primera vez que vi a un prometedor Carlos Mercado (con pasado en Mondacca Teatro) sobre las tablas.

El resto es la vida nomás: encontrarse a uno mismo será siempre más fácil en las palabras de los otros. El resto es saber que la búsqueda y el camino son más importantes que el objeto perseguido y la “pijamada” final. ¿En serio existen las escuelas para DJ?