Sentada en mi escritorio me pregunto ¿Qué puedo decir yo de Teresa Gisbert que no hayan dicho mejor sus amigos, sus colegas, sus hijos? Mis padres, entre ellos, dan un testimonio más cercano de su trabajo e ideas. Sin embargo, su partida me ha dejado una vacío que no pensé sentir. Acompaño el adiós con el himno Hanaq pachap Cussicuinin, de Pérez de Bocanegra (ca.1610), pues en esta pieza se trenzan las vetas que Teresa buscó y que hoy a mí me apasionan.

Creo que Teresa comprendía el mundo colonial andino como una experiencia y por eso es importante que nos acompañe la música como forjadora de ese espacio pasado que ella empezó a transitar, pionera como fue en nuestras y todas las tierras.

Hanaq pachap kusikuynin

Waranqakta much’asqayki

Oh, Alegría del cielo

por siempre te adoraré

Fue Teresa la primera mujer que me habló, al recordar su vida, sobre las vicisitudes de mujeres ejerciendo profesiones pensadas para hombres cuando yo estaba considerando entrar a Arquitectura y no hacer Historia del Arte. Para mi fortuna yo nunca había vivido la desigualdad de género con tanta claridad como para que definiera mi camino profesional, por lo que más que incidir en mi elección profesional, su relato me hizo caer en cuenta del camino que ella había tenido que transitar y básicamente abrir. Teresa era una persona cercana a mi familia y siempre había estado allí, pero yo nunca la había pensado como una mujer. De hecho, en mis recuerdos previos, ella no tenía género. A partir de este encuentro, y antes de pensarla como autora, la conocí como mujer.

Yupayruru puquq mallki

Runakunap suyakuynin

árbol florido que nos das

el Fruto Sagrado,

esperanza de la Humanidad,

Los diversos textos de Teresa, escritos a lo largo de tantos años de incansable trabajo, son para cualquiera que quiera incursionar en la cultura andino-colonial lectura obligada. Ha puesto muchas piedras fundacionales y eso ha significado que no se puede dar un paso sin preguntarle a Teresa, sin mirar qué vio, qué pensó y qué nos dejó. En algunos casos también nos dejó inquietudes y por ahí encontré yo mi camino. Si bien en algún momento ella pensó que mi búsqueda iba a ser corta, nunca me negó su ayuda ni su apoyo y no dejó de asombrarse con alegría cuando resultó un inesperado camino de investigación.

Kallpannaqpa q’imikuynin

Waqyasqayta.

fortaleza que me sustenta

estando yo por caer.

Desde los corrales de comedia hasta los telares de Chayanta, todo le interesaba y sobre todo pudo decir algo. Tanto porque poco o nada se había dicho pero también porque no tuvo dificultades en construir relaciones entre unas cosas y otras dando razón, de nuevo, de su visión del pasado colonial como una experiencia más que como planos diferenciados para historiar. De este acervo, lo que para mí es más destacable es el giro que dio con el Paraíso de los Pájaros Parlantes. Con este texto Teresa se convirtió en una autora transgeneracional porque fue capaz de evolucionar su lectura, desde una historiografía más tradicional muy vinculada a esos momentos fundacionales, a una totalmente renovada en diálogo con las propuestas teóricas contemporáneas nacidas del trabajo de toda una nueva generación. Pasó de estar en la generación de mis abuelos a estar en la mía, con la sabiduría de los años, claro.

Uyariway much’asqayta

Diospa rampan Diospa maman

Toma en cuenta mi veneración,

Tú, mano guiadora de Dios,

Madre de Dios,

Esto le valió un nuevo sitial entre las mujeres profesionales de la investigación que estamos en una lucha constante por encontrar mejores respuestas a nuestros cuestionamientos. Y no digo que los hombres no, pero a una edad en la que Teresa podría haberse dedicado a los nietos, a la canasta y al tejido como sus amigas y hermanas, decidió renovarse. Mi admiración total por la mente eternamente joven, que hasta hace poco más de un lustro recibía sugerencias de corrección a sus textos para publicar y las solventaba con la maestría que le daba su vasta experiencia, pero a la vez con la humildad de una joven profesional.

Yuraq tuqtu hamanq’ayman

Yupasqalla, qullpasqayta

Floreciente amancaicito de

tiernas y blancas alas,

mi adoración y mi llanto;

Querida Teresa, espero que donde sea que estás, sea como el templo de Andahaylillas y puedas escuchar el Hanaq pachap. Me dejas mucha tarea que se hará más ardua sin nuevos textos tuyos, pero te agradezco el espacio que has creado para nosotras, gracias por el camino sembrado.

Wawaykiman suyusqayta

Rikuchillay.

a ésta tu hija hazle conocerel lugar que le reservas
(en el Reino de los Cielos).