Recrear, es más acertado el concepto que la idea de la creación, asociada a la acción de hacer algo, de la nada. Recrear en música es, como en tantas otras cosas del universo, el verbo que resulta de haber hecho elecciones. Elecciones determinantes que serán en última instancia la obra misma. Sea la que fuere. Las explicaciones suelen aparecer después, sobre el estilo, sobre el lenguaje, sobre la inutilidad de lo políticamente correcto en las artes, sobre la aparente inofensividad de los lenguajes en la música, como si no formaran parte de un complejo cultural del cual todos somos responsables, para bien o para mal. Responsabilidades que no suelen arreflarse con la palabra libertad, usada a veces como el mentholatum que sirve para todo.

Este acto de recreación, que es ahora un disco, de música electroacústica, es lo nuevo de Zelma Vargas y Daniel Luzhetskiy. Se llama Comoretumbaeleco. Retumba en variadas propuestas musicales en las que juegan recursos sonoros provenientes de la naturaleza, en escenarios naturales, cuerdas, voces, sonidos sintetizados, transformaciones sonoras en procesos de síntesis. Son las primeras elecciones. Son los materiales. Lo que se hace después está plagado de otras elecciones. Qué hacer con las Alturas, qué con los timbres. Hacia dónde conducir el discurso. No se trata de formas musicales conocidas, no se trata de un género consolidado que se muerda la cola. No es pop, no es jazz, no es chicha, no es limonada. La música electroacústica no define un estilo, no un género. Se trata más bien del procedimiento, de los procedimientos, de una cadena que comenzó con la posibilidad de hacer música con todo lo que suena. La música está ahí, donde algo esté vibrando. Hay músicas modelos, sistemas modeladores, sistemas impuestos, sistemas velados. Pero hay también músicas que proceden de técnica y de tecnología, y las hay cargadas de emociones. De todas las emociones. Este disco, estas músicas, transmiten y expresan paz. Plantean una apuesta en el lenguaje. Proponen riesgos consecutivos. Exploran con respeto en la naturaleza y en sus grietas.

Son músicas recreadas desde el origen de las sonoridades. Empastadas como una delicada masa de hojaldre que hace a lo uno.

Sería bueno detenerse y escuchar, los espacios que habitamos, aprender de nuevo a escuchar. Pensar que hay música por todas partes, que no es solamente un malabarismo de “notas” lo que hace al maravilloso universo de hacer lenguaje con sonidos articulados. Sería bueno escuchar las músicas de este trabajo, de este Comoretumbaeleco.

Por último y para evitar debates sobre el origen del concepto que envuelve a las músicas electroacústicas, ayuda a volver a este párrafo de Pierre Schaeffer: “las obras electrónicas más notables: Omaggio a Joyce de L. Berio, y Gesang der Junglinge de Stockhausen recurren a todas las fuentes del sonido y consagran dos clases de liberación: la una sobre el procedimiento y la otra sobre la estética que resulta de ello. Poco importa que el término “electrónica” quede vinculado a tales músicas, que en realidad son electroacústicas”.

Nuevo disco de Zelma Vargas

Miguel Vargas – La Paz

Una de las más prolíficas e innovadoras cantautoras de música contemporánea boliviana es Z, Zelma Vargas, quien acaba de lanzar su nuevo disco, Z meets Ruso (Z se encuentra con Ruso), producido en colaboración con Daniil Luzhetskiy, un músico boliviano-ruso con el que exploraron sonoramente en el cañón de Palca y en una grieta de agua lograron interactuar con voces de la naturaleza.

“Conocí a Daniil en Montevideo (donde Z ha trabajado y se ha formado con maestros ilustres como Graciela Paraskevaídis) en 2014. Él es muy hábil con las mezclas electrónicas, y era también mi compatriota, porque es mitad potosino. El año pasado vino a ver a su familia, llegaba después de una gira que dio con una banda de flamenco, la Negra Candela, y llegaba con todos sus juguetes: su procesador de sonido, un parlante hecho con una caja de zapatos, un micrófono portátil y una buena interfase”, dice la cantautora.

Los músicos montaron en casa de Z un laboratorio de una semana, improvisando. Ahí surgió la idea de grabar en la naturaleza, en Palca. “Allí encontramos quién nos aloje en la comunidad, muy de aventura. Nos fuimos a pasear al cañón y vimos una grieta de agua muy linda, ahí grabamos muchas cosas. Por ejemplo, está la canción que bautiza el disco Comoretumbaeleco. Es la grabación a un charango que se ponía en una posición determinada para obtener un sonido. Pareciera, al escucharse, que son sonidos electrónicos, pero es el registro del sonido que hace el viento al pasar por el charango”. Estos registros y las improvisaciones grabadas previamente sirvieron para armar la totalidad de este álbum espontáneo de improvisación.

Para obtener el material, se puede hacer contacto con la autora a través de su perfil de Facebook: Zelma Vargas.