La historia es la de una joven transexual de Estados Unidos, que terminó con su vida a mediados de este mes. Hope (Eric Peter Verbeeck) tenía solo 17 años cuando murió el 6 de marzo. A manera de obituario se publicó parte de su carta de despedida en The Miami Herald.

La carta comienza con esa frase desgarradora: “Querida mamá, lo siento mucho por hacer esto, pero me he suicidado…”. Y se abre la ventana a una problemática que deja de ser privada. Hope explica a grandes rasgos las razones de su decisión: “Ya no podía vivir en la mentira”, continuó. “Lamento mucho haberte mentido.

Estaba perdiendo la esperanza en el mundo y no podía ver cómo salirme del cuerpo equivocado, así que decidí que era hora de ponerle fin a mi vida. Por favor, perdóname por cualquier pecado cometido”.

Su madre explica en una entrevista en The Miami Herlad que ella no hablaba de pecados con su hija, que estaba ayudándola en su proceso para ser mujer y que nunca sospechó que Hope podría suicidarse. Entonces, ¿qué papel juega el contexto en su decisión? Hope dijo que estaba perdiendo la esperanza en el mundo.

Hace unos días se hizo público un nuevo informe de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), que muestra que los adultos transgénero en California tienen más probabilidades de tener pensamientos suicidas que otros adultos en el estado, y es más probable que hayan intentado suicidarse. Pero interpretemos estos resultados, ser transexual en un mundo donde te dicen que estás mal, puede hacer que se pierdan las esperanzas en el mundo. Es decir, ¿ser trans aumenta el riesgo de suicidio? O será que el riesgo de suicidarse aumenta con el rechazo de familiares y amigos, con la discriminación y el maltrato físico y psicológico; debería hacernos estas preguntas, porque si alguien tan joven pierde la esperanza en el mundo, es responsabilidad de todos.

¿Suena muy ajena esta historia? Está más cerca de lo que parece, me resuena a la noticia del asesinado de la líder de la comunidad trans Diana Sacayán, asesinada a puñaladas en octubre de 2015 en Argentina y cuyo juicio comienza recién esta semana en el país vecino, pero además me resuena a los suicidios de gente cercana provocados por la no aceptación de su orientación sexual en un contexto que no admite lo que parece “distinto”.

Y, ¿qué es ser distinto? ¿Ejercer la libertad? ¿Ser uno mismo? ¿Qué crimen han cometido las personas que quieren ejercer su propia identidad? ¿De verdad los condenamos por ello?

¿Quiénes somos?

¿Actuamos y nos expresamos desde el odio? Tanto así que le quitamos las ganas de vivir a quien no “encaja” y ¿quién encaja en qué?, en la esclavitud de un sistema que crea personas deprimidas y sin ética consigo mismas y con los demás, ¿cuáles son nuestras luchas?